Reportaje

Desarrollando estrategias para colaborar con organizaciones confesionales

10 de abril de 2008

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La contribución de la comunidad religiosa
en la respuesta al sida a escala mundial es
muy importante, sobre todo en los países en
desarrollo más pobres, donde los centros
religiosos suelen ser, en algunas zonas, la
única fuente de asistencia sanitaria.

El 70% de la población mundial se considera miembro de una comunidad religiosa, lo que sitúa a estas congregaciones en una posición privilegiada para influir en el comportamiento y las actitudes de las personas, incluso en lo relativo a la epidemia de sida.

Las organizaciones motivadas por la fe religiosa, también conocidas como organizaciones confesionales, participan en la respuesta al sida desde el comienzo de la epidemia y, a menudo, son de las primeras en responder, facilitando servicios, educación y atención.

ONUSIDA, junto con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), reunirá a un grupo de trabajo compuesto por responsables de asociaciones y alianzas procedentes de la Secretaría de ONUSIDA y de organizaciones copatrocinadoras, así como por representantes de organizaciones confesionales. Este grupo diseñará una estrategia que sirva para futuras colaboraciones con organizaciones confesionales en asuntos relacionados con el sida. La reunión, que tendrá lugar del 9 al 11 de abril en Ginebra, tiene como objetivo elaborar una estrategia para que el trabajo en sociedad de todos los interesados comprometidos con la respuesta al sida esté más coordinado.

Muchas comunidades religiosas, mezquitas, templos, iglesias, hospitales y clínicas prestan apoyo a las personas que viven con y están afectadas por el VIH. Un grupo importante de ellas participa en la respuesta desde el comienzo de la epidemia y su liderazgo tiene una gran influencia en las vidas de muchas personas. Además, las opiniones de sus líderes sobre el sida pueden tener un fuerte impacto a escala comunitaria e internacional.

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Los participantes analizarán cuál es el mejor
modo de colaborar con toda la diversidad
de organizaciones confesionales que trabajan
en el campo del sida en un debate sobre las
oportunidades que ofrecen y los retos que
plantean estas agrupaciones.

Sin embargo, la respuesta de la comunidad religiosa también puede ser negativa. Los líderes religiosos y las comunidades confesionales han estigmatizado a las personas que viven con el VIH durante años. Su punto de vista sobre los métodos de prevención del VIH y su actitud hacia las personas más expuestas a la infección, como los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, a veces han entorpecido la respuesta. Aún queda mucho trabajo por hacer para acabar con el estigma y la discriminación.

La colaboración de la comunidad religiosa en la respuesta al sida a escala mundial es muy importante, sobre todo en los países en desarrollo más pobres, donde los centros religiosos suelen ser, en algunas zonas, la única fuente de asistencia sanitaria. Un informe elaborado por el Programa africano de recursos religiosos para la salud (ARHAP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2007 establece que las organizaciones confesionales prestan entre el 33% y el 40% de los servicios de atención y tratamiento del VIH en Zambia y Lesotho y estima que las organizaciones confesionales gestionan entre el 30% y el 70% de la infraestructura sanitaria de África.

Además, las comunidades religiosas gozan de una posición privilegiada para responder de la forma más amplia posible a los retos que plantea la epidemia como proveedoras de servicios y, lo que es más importante, como redes y movimientos que llegan directamente al centro de la comunidad y de la vida familiar. Esto las convierte en participantes clave en una respuesta al sida interconectada, heterogénea e integrada. Por ello, ONUSIDA está estudiando cooperar más estrechamente con organizaciones confesionales.

Los asistentes a esta reunión analizarán cuál es el mejor modo de colaborar con toda la diversidad de organizaciones confesionales que trabajan en el campo del sida en un debate sobre las oportunidades que ofrecen y los retos que plantean estas agrupaciones. El grupo de trabajo elaborará una estrategia que se llevará a cabo durante un periodo de tres a cinco años y que guiará los esfuerzos de ONUSIDA y sus copatrocinadores para consolidar una respuesta al sida coordinada con la comunidad religiosa.