Reportaje

OIT: una iniciativa contra el estigma lleva esperanza a las cooperativas agrícolas de Etiopía

14 de abril de 2009

20090404_ILO
Ajama se prepara para arar su tierra. El apoyo de su comunidad le ha ayudado a hacer frente al VIH. Fotografía: OIT

Ajama Kalacha trabaja con ahínco en su pequeño terreno agrícola de las montañas de Etiopía con el fin de conseguir dinero para la gran familia que sustenta. Aunque su vida sea difícil, Ajama es optimista: su comunidad le trata bien y considera que sus expectativas de conseguir vivir de la tierra son buenas. Pero no siempre ha estado tan seguro de sí mismo.

Hace siete años, Ajama descubrió que se había infectado por el VIH. En aquella época, el estigma y la discriminación eran comunes en su comunidad, y el diagnóstico le llevó a desesperarse. Actualmente, Ajama sigue el tratamiento antirretrovírico y su salud es estable. Habla abiertamente sobre su estado seropositivo y ni sus hijos ni el resto de su gran familia han sido excluidos de la escuela o de la vida comunitaria, algo que Ajama temía que ocurriera.

“El mensaje que quiero transmitir a los demás es que vivir positivamente con el VIH te ayuda a trabajar mejor y a adoptar un nuevo estilo de vida", afirma. “La atención y el apoyo que he recibido me han hecho mucho más fácil soportar mi enfermedad”.

Este cambio radical en la actitud y la situación de Ajama se produjo en 2004, cuando su cooperativa agrícola del Estado de Oromia occidental pasó a formar parte de un programa para reducir los efectos negativos del VIH. Fundado por el gobierno italiano en colaboración con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el programa funciona a través de los sindicatos de las cooperativas agrícolas de la región de Oromia, que cuentan con miembros en unas 200 sociedades agrícolas y en 14 asociaciones de transportistas.

Para garantizar que las intervenciones se realizaran de manera adecuada, los empleados realizaron un estudio inicial sobre el conocimiento y las actitudes frente al VIH, que reveló que existían muchas ideas equivocadas. Por ejemplo, el 51% de los entrevistados pensaba que el VIH se podía transmitir mediante picaduras de mosquitos, el 17% al compartir un mismo baño, y el 6% al trabajar con una persona seropositiva.

El programa cuenta con una gran ayuda del gobierno y de los altos representantes de las cooperativas nacionales. Se lleva a cabo mediante una serie de iniciativas de formación, en primer lugar concienciando a los líderes sobre el problema del VIH y posteriormente con una serie de talleres de trabajo específicos que sirven para preparar a los futuros formadores y educadores. Ellos, a su vez, difunden el programa en las comunidades ayudando a hacer frente a la discriminación, abogando por un cambio en los comportamientos de riesgo relacionados con el VIH, y estableciendo servicios de atención y apoyo para los miembros de las cooperativas y sus familias.

Los educadores, que se pueden identificar fácilmente ya que llevan chapas y camisetas con el lema "El VIH y el sida no discriminan, las personas sí", trabajan en el resto de la comunidad visitando hogares, hablando en las reuniones locales e implicando a personas clave, como por ejemplo a los líderes religiosos. Utilizan un manual sobre el VIH y distribuyen materiales de información general traducidos a las lenguas locales de afaan, oromo y amharic. También ayudan a ofrecer servicios de atención y apoyo como los del tratamiento.

En la cooperativa de Ajama, las ideas equivocadas sobre el VIH, junto con el estigma y la discriminación, son cada vez menores como consecuencia de este programa. El ambiente positivo y los ánimos que ha recibido Ajama le han dado el valor para hablar abiertamente sobre su estado y tener esperanza para el futuro.

“Solo me propuse comenzar una nueva vida", afirma. “La atención y el apoyo que recibimos las personas que vivimos con el VIH nos ha sido de gran ayuda para reducir la repercusión que el virus tiene en nuestras vidas".