Reportaje

Adiós a Ramesh Venkataraman, otro héroe del movimiento contra el sida

06 de febrero de 2009

Por Leonard Okello
Responsable internacional del VIH/sida, ActionAid

He recibido con profundo pesar la noticia de la repentina muerte de Ramesh Venkataraman, excoordinador regional de ActionAid para Asia. Ramesh se unió a ActionAid en abril de 2007 y permaneció con nosotros hasta que presentó su dimisión al término de 2008. Falleció el día 31 de enero a causa de una hemorragia interna, tras padecer múltiples enfermedades.

Durante los dos últimos años, he tenido la suerte de trabajar con Ramesh, una persona que llegó a mi corazón y que se convirtió literalmente en mi hermano pequeño. Ramesh tenía –y continuará teniendo- un lugar especial en mi corazón. Compartí intensamente con él desafíos y oportunidades oficiales y personales.

Ramesh sentía una profunda pasión por su trabajo y un amor especial por ActionAid. Siempre defendió los derechos humanos y luchó abiertamente contra la injusticia, pero su salud le fue socavando progresivamente sus fuerzas. Siempre me hablaba acerca de lo mucho que se veía capaz de hacer, pero a medida que su fuerza física se fue debilitando se sentía más y más frustrado. Estaba temeroso de fallarle al equipo que tanto amaba y tenía un sentido de la responsabilidad que a menudo lo hacía llorar de dolor y esperanza, según fuera el contexto.

Ramesh era tremendamente inteligente, y tenía unas aptitudes prodigiosas para la labor de sensibilización, con un gran conocimiento de los medios de comunicación, la técnica de filmación, el teatro, la tecnología de la información, y un rico lenguaje lleno de humor, un conjunto de aptitudes que lamentablemente su destino no le permitió utilizar plenamente.

En nuestro último encuentro en Delhi, Ramesh me hizo partícipe de su temor de que su organismo le estaba fallando. Dos semanas después dejó su puesto de trabajo. Desde entonces nos seguimos manteniendo en contacto a través del teléfono, a pesar de que las líneas telefónicas no siempre se mostraron muy colaboradoras. La última vez que hablé brevemente con él por teléfono, estaba muy esperanzado después de sufrir una intervención quirúrgica en la rodilla.

Pero como mi madre me solía decir, cuando un enfermo te da muchas esperanzas, ya sabes que ha llegado el momento para prepararte para lo peor. El ser humano, me decía siempre, vive de esperanza, y es la esperanza lo que te hace seguir adelante hasta el final de tus días.

Hay otra cosa que aprendí de los camaradas del Congreso Nacional Africano (ANC) y en la universidad en Uganda, durante los combates contra el apartheid. "No os lamentéis, camaradas, ¡movilizaros!" era el lema que me mantuvo activo en aquellos tiempos difíciles.

Desearía que con mis palabras todos y cada uno de los movimientos contra el sida del mundo entero aprovecharan este momento de reflexión para movilizarse con mayor energía si cabe en la lucha contra el sida y por el mejoramiento de nuestra salud.

Les ruego que mantengan viva la llama que Ramesh encendió, de modo que podamos seguir trabajando en lo que él dejó atrás pero no pudo concluir. Continuemos hasta el fin la batalla por los derechos humanos tan apasionadamente como a él le hubiera gustado.

Que su alma descanse eternamente en paz. ¡La lucha continúa! ¡Solidaridad!