Reportaje

En recuerdo de Rodger

25 de mayo de 2009

Por Eric Sawyer, veterano activista en la respuesta al sida y cofundador de la organización Housing Works.

Rodger McFarlaneRodger McFarlane asistió a la proyección de la película Outrage en el Festival de cine de Tribeca de Nueva York en mayo de 2009.
Fotografía: Getty Images/Andrew H. Walker

Esta semana, recibí la inesperada noticia de que mi gran amigo, el ya legendario activista del sida, Rodger McFarlane, había decidido quitarse la vida. Lo cierto es que me quedé absolutamente perplejo y me invadió un profundo sentimiento de tristeza.

Rodger era un amigo fantástico, no solo para mí y para otras muchas personas, sino que también mantenía una estrecha relación de amistad tanto con la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, como con la de personas que viven con el VIH. Asimismo, Rodger fue el cofundador del grupo ACT UP de Nueva York. No solo era un ejemplo que seguir para un infinito número de activistas y trabajadores de tantas y tantas organizaciones de respuesta al sida, sino que era un promotor clave de la causa gay, lesbiana y del VIH, tanto desde el punto de vista moral como económico. En realidad, podría decirse que Rodger era un auténtico héroe.

Su persona desempeñó, sin duda, un papel fundamental en el desarrollo de muchas de las mayores y más eficaces organizaciones que acabarían liderando la respuesta al sida. Rodger fue pionero en el establecimiento de la primera línea telefónica de consulta sobre el sida desde su propia casa, y también fue el primer director ejecutivo de dos organizaciones que él terminaría uniendo: GMHC ("Gay Men's Health Crisis") y "Broadway Cares/Equity Fights AIDS". Por otro lado, fue presidente de la residencia Bailey House y, más tarde, director ejecutivo de la fundación Gill.

Atleta consumado al que nada le daba miedo en lo físico, Rodger poseía una inteligencia ágil que le permitió convertirse en un brillante estratega del activismo; es más, tenía la capacidad de encontrar solución a cualquier problema, así como de atraer a la prensa para dirigir la atención pública al mismo. Nunca reaccionaba con precipitación o acaloramiento; prefería dar una respuesta meditada, urdida con artística frialdad. Se trataba, así pues, de un hombre de una gran clarividencia, que nunca se ponía nervioso y tenía el convencimiento de que siempre se "podía meter mano" a cualquier dificultad.

Al "¿qué sucede?" le seguía un "¡Es intolerable!" y, después, "Esto lo solucionamos así". A continuación, preguntaba: "Y vosotros, ¿qué opináis?", pues siempre estaba dispuesto a atender cualquier tipo de sugerencia con la que se pudieran mejorar sus ideas.

Rodger se enfrenta a la Bahía de Guantánamo

Cuando el grupo "ACT UP", entre otros, emprendió su lucha para cerrar el centro de detención de personas que viven con el VIH de la Bahía de Guantánamo, acudí a Rodger y le pedí ayuda para organizar una multitudinaria rueda de prensa y una campaña de desobediencia civil. Cómo no, su respuesta inmediata fue "¿Qué sucede? ... ¡Es intolerable!, seguido de un "¡Vamos a patearles bien el culo a esos hijos de ****!" y "bien, esto es lo que vamos a hacer...".

And here is what he did: Contrató a un jovencito David Binder, productor en ciernes y miembro activo de "ACT UP" (nominado ahora a los premios Tony por su obra 33 Variaciones), para que convocase una concentración y una rueda de prensa en el Rockefeller Center, situado cerca de la oficina de pasaportes y programas de inmigración. Además, logramos que Dennis DeLeon (quién más tarde llegó a ser miembro de la Comisión de los derechos humanos de Nueva York), Jessie Jackson, Susan Sarandon, el director Jonathan Demme y otros famosos de la comunidad de personas que viven con el VIH participaran en la planificación de una gran coalición. Sin embargo, antes de que nos diéramos cuenta, se había producido la detención de 40 rostros famosos en la 5ª Avenida por haber interrumpido el tráfico para reivindicar ayuda médica para los más enfermos y el cierre del centro.

Jessie y Rodger insistieron en que pasáramos por todo el proceso y nos quedáramos la noche entera entre rejas para mantener la atención de las cámaras, pues consideraban que, si conseguíamos que los hechos fuesen noticia durante el mayor tiempo posible, la situación nos beneficiaría.

En cuestión de horas, el alcalde Dinkins acudió a la prisión, a petición del presidente de los EE.UU., el Sr. Clinton, con el objetivo de convencernos a Jessie y a nosotros de que accediéramos a ser liberados rápidamente y sin revuelos; no quería que todas las miradas se siguieran centrando en lo que ya se había convertido en la gran mancha que estaba enturbiando su recién alcanzada presidencia.

A Jessie le prometieron que la administración de Clinton atendería favorablemente nuestras peticiones si recogíamos nuestra citación y abandonábamos la prisión inmediatamente, a fin de aliviar la presión mediática. Además, se nos comunicó que permanecer en la cárcel toda la noche influiría negativamente en nuestra causa. Jessie afirmó que David también le había pedido personalmente que fuera un buen miembro demócrata y nos marcháramos con él.

Finalmente, accedimos y supusimos que posiblemente responderían a algunas de nuestras peticiones si abandonábamos la prisión, lo que contribuiría a ayudar a los reos VIH-positivos de Guantánamo. Fue entonces cuando tuvimos la sensación de que, pese a que aquella guerra todavía no había terminado, al menos habíamos ganado la primera batalla; habíamos conseguido que Bill Clinton enviase al alcalde Dinkins para proponer una respuesta a nuestras acciones. Así, recogimos nuestras citaciones y abandonamos las celdas. Poco tiempo después, todas las mujeres embarazadas, así como las personas a las que se les había diagnosticado sida en estado avanzado, fueron puestas en libertad y abandonaron para siempre el centro de detención de VIH-positivos en Guantánamo; el mismo centro en el que, en la actualidad, se encarcela a los terroristas.

Muchas gracias, Rodger, por todo lo que lograste. Descanse en paz nuestro intrépido guerrero.

Eric Sawyer es un veterano activista en la respuesta al sida y cofundador de la organización Housing Works.