Reportaje

Los recursos destinados a las pruebas de laboratorio rutinarias podrían utilizarse para el tratamiento del VIH

11 de septiembre de 2009

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Vincent fue uno de los 3.316 participantes del ensayo DART y es también uno de los principales protagonistas del documental presentado recientemente, The DART Story . Fotografía: Medical Research Council

Vincent, a cargo de 12 hijos y de una madre muy anciana, es un padre soltero ugandés de edad media que vive con el VIH. Es consciente de que su muerte sería la perdición para toda la familia. “Si yo muriera, ¿dónde iría mi familia?”, se pregunta sentado en un taburete con las piernas estiradas

Afortunadamente, Vincent ha sobrevivido. Afirma que el DART (Proyecto experimental de terapia antirretrovírica en África) le ha salvado la vida. DART es el mayor ensayo de tratamiento del VIH realizado en el segundo continente más poblado del mundo.

Este proyecto ha realizado recientemente un descubrimiento importante sobre el tratamiento del VIH: seguir el tratamiento no debe necesariamente verse acompañado por pruebas de laboratorio rutinarias, al menos, no durante los dos primeros años.
James Hakim, profesor de la Universidad de la Escuela Médica de Zimbabwe y uno de los principales investigadores del DART, ha declarado que los economistas médicos del equipo del proyecto han analizado los datos del ensayo y descubierto que, si se dejaran de utilizar rutinariamente las costosas pruebas de laboratorio, se podría aumentar en un 33% el número de personas que recibe el tratamiento para el VIH. “El desafío ahora está en que los responsables de formular políticas amplíen la disponibilidad de la terapia antirretrovírica”, afirma el profesor.

Anteriormente se creía que una persona que seguía el tratamiento debía someterse regularmente a diversas pruebas para, por ejemplo, hacer un recuento de las células CD4 o evaluar cómo está funcionando el sistema inmunitario dañado por el VIH.

Los resultados del DART han mostrado que el 87% de las personas que seguían la terapia antirretrovírica y que no se hacían análisis de sangre rutinarios todavía vivían y se encontraban bien tras cinco años, solo un 3% menos que el grupo que sí se sometía a estos análisis. Estos datos sugieren que, por la misma cantidad de dinero que se gasta actualmente en las pruebas de laboratorio rutinarias para hacer un seguimiento de los efectos de la terapia antirretrovírica, se podría administrar tratamiento a muchas más personas que viven con el VIH en África.

Este descubrimiento también puede ayudar a que, en aquellos lugares remotos donde estas pruebas de laboratorio rutinarias no se realizan debido a su alto costo y a la escasez de recursos, profesionales sanitarios con una formación y una supervisión adecuada puedan suministrar terapia antirretrovírica en condiciones seguras y efectivas.

El profesor Peter Mugyenyi, del Centro conjunto de investigación clínica de Uganda, quien también es uno de los principales investigadores del DART, afirmó que los gobiernos disponen actualmente de datos que demuestran que los costosos análisis de sangre rutinarios no son necesarios para que el tratamiento del VIH resulte seguro y eficaz. “También significa que el tratamiento se podría suministrar localmente siempre que los profesionales de atención sanitaria cuenten con una formación, un apoyo y una supervisión adecuada”, afirmó Peter. “Esto podría suponer un avance importantísimo para las personas que viven en zonas remotas que distan varios días a pie del hospital o el laboratorio más cercano”.

Según las estimaciones de ONUSIDA, el tratamiento del VIH solo llegaba a finales de 2007 a un tercio de los 9,7 millones de personas que lo necesitaban. Solo en África, cerca de 4 millones de personas necesitan urgentemente terapia antirretrovírica, pero los recursos son limitados.


La historia del DART

El ensayo del DART comenzó hace seis años, justo cuando se estaba empezando a ampliar la disponibilidad del tratamiento para las personas seropositivas en Uganda y Zimbabwe. Su objetivo era encontrar una forma más simple, segura y económica de suministrar el tratamiento del VIH.

Vincent fue uno de los 3.316 participantes del DART afectado por una infección grave o avanzada del VIH y que no había seguido anteriormente ninguna terapia antirretrovírica. También es uno de los principales protagonistas de The DART Story (La historia del DART), un documental narrado por Annie Katuregye presentado recientemente. Annie, cuyo marido murió con solo 34 años de enfermedades relacionadas con el sida hace diecisiete años, se unió al ensayo del DART en Uganda en 2003.

20090911_dart_story1_200.jpg Annie Katuregye se unió al ensayo del DART en Uganda en 2003 y es la narradora del documental "The DART Story". Fotografía: Medical Research Council

Al igual que el resto de los participantes del proyecto, Annie y Vincent fueron asignados arbitrariamente a uno de los dos grupos. El primer grupo siguió la terapia antirretrovírica, y su médico recibía cada tres meses los resultados de los análisis de sangre para que comprobara los efectos secundarios de los medicamentos y midiera el recuento de células CD4. El segundo grupo se sometió al mismo tratamiento antirretrovírico y a los mismos análisis sanguíneos, pero sus médicos no vieron los resultados del recuento de células CD4, y solo estudiaban los resultados de las pruebas de seguridad si presentaban anomalías graves. Ambos grupos recibieron gratuitamente atención sanitaria y pruebas de diagnóstico durante los episodios de enfermedad acontecidos durante el ensayo.

Además del la pequeña diferencia de un 3% en el índice de supervivencia, el 78% de las personas que sobrevivieron en el primer grupo no desarrolló nuevas enfermedades relacionadas con el sida, mientras que esta cifra fue de un 72% en el segundo grupo. En cuanto a la aparición de efectos secundarios, no se encontraron diferencias entre los dos grupos.

Asimismo, independientemente del grupo, el índice de supervivencia del ensayo del DART es uno de los mejores resultados conseguidos tanto en estos ensayos como en los programas y estudios de terapia antirretrovírica en África. Las comparaciones históricas, basadas en los datos de seguimiento de pacientes similares en Uganda que no tienen acceso al tratamiento antirretrovírico, mostraron claramente que muy pocos participantes del DART hubieran sobrevivido tras cinco años sin tratamiento.

El ensayo del DART, patrocinado y financiado por el Consejo de investigación médica de Reino Unido, ha sido llevado a cabo conjuntamente por científicos y profesionales sanitarios de África y el Reino Unido. DART ha conseguido su objetivo inicial: descubrir si las estrategias utilizadas en laboratorios para proporcionar terapia antirretrovírica a las personas seropositivas de los países desarrollados eran esenciales en África.