Reportaje

Los hombres, los niños y el sida: reencauzar el debate

09 de diciembre de 2015

Si queremos que la estrategia Acción acelerada tenga éxito en la erradicación de la epidemia del sida, hay que incluir con decisión en la agenda mundial los derechos, las responsabilidades y los papeles a desempeñar por los hombres en la respuesta al sida.

Desde hace tiempo somos conscientes de que la estrategia Acción acelerada no tendrá éxito si no se actúa en materia de igualdad de género y derechos humanos. La situación de vulnerabilidad en la que viven gran cantidad de niñas y mujeres jóvenes ha recibido mucha atención por parte de diversos programas y ha sido objeto de debate muchas veces; no obstante, también hay que reconocer que hay normas perjudiciales que llevan a que la epidemia afecte a los hombres por igual. Los sistemas sanitarios no son capaces de dar respuesta a las necesidades de los hombres, lo que afecta negativamente tanto a la salud de los hombres como a la de las mujeres.

“Los hombres desempeñan un papel esencial. Al involucrar a los hombres en el cuidado de su propia salud y en el cambio de aquellas normas de género que sean perjudiciales, conseguiremos una mejoría en la salud de los hombres y en la de las mujeres. Este elemento es fundamental en la estrategia Acción acelerada de ONUSIDA para la erradicación de la epidemia del sida”, según declaró Michel Sidibé, director ejecutivo de ONUSIDA.

Es de vital importancia concienciar a los hombres de la importancia que tienen la prevención, el tratamiento, la atención y los servicios sanitarios relativos al VIH. Los hombres y los adolescentes representan alrededor de un 49% de los 34,3 millones de adultos en el mundo que viven con el VIH y un 52% de todas las nuevas infecciones por el VIH. De los 1,2 millones de personas que murieron por enfermedades relacionadas con el sida en 2014, alrededor de un 60% eran hombres.

Según los datos de ONUSIDA, se carece de servicios sanitarios suficientes para tratar a todos los hombres que presentan un alto riesgo de infección por el VIH. La diversidad entre los hombres en términos de edad, de comportamientos de riesgo y de orientación sexual debería tenerse en cuanta a la hora de planificar los programas.

Las mujeres menores de 25 años a menudo se encuentran en una situación de vulnerabilidad frente a las infecciones por el VIH. La desigualdad de género y las estructuras sociales muchas veces impiden que puedan acceder a información y servicios relacionados con el VIH que las podrían proteger. Por otra parte, los hombres se ven afectados por el VIH a edades más tardías que las mujeres, por eso están más capacitados para acceder a servicios sanitarios, pero por muchas razones deciden no hacerlo.

El acceso de los hombres a los servicios sanitarios relacionados con el VIH es importante para su propia salud y, al mismo tiempo, es una manera importante de reducir el riesgo infección por el VIH entre las mujeres. Hacer que los hombres participen de los servicios sanitarios con el fin de cuidar su propia salud puede, a su vez, ser el punto de partida de programas que puedan transformar las normas de género que sean perjudiciales. ONUSIDA hace un llamamiento para seguir investigando cómo las normas de género perjudiciales y los conceptos que se tienen de la masculinidad pueden llevar a los hombres a ponerse en situaciones de vulnerabilidad. Por ejemplo, los estereotipos de “fuerza” masculina e invencibilidad pueden conducir a que los hombres no usen preservativos y eviten solicitar servicios de salud, como, por ejemplo, las pruebas del VIH. Un estudio ha demostrado que, en 12 países con unos niveles de ingresos bajos y medios, es poco probable que lo hombres se sometan a pruebas del VIH, dada sus posturas menos igualitaria en cuestiones de género. Además, los estudios nos informan de que los hombres no suelen ni buscar ni someterse de forma continuada a un tratamiento antirretrovírico.

ONUSIDA afirma que son los propios profesionales de la salud quienes muchas veces presuponen que los hombres no necesitan o no están dispuestos a usar los servicios relacionados con el VIH. Es necesario hacer desaparecer esos prejuicios, mediante el desarrollo de políticas amplías y programas que promuevan el acceso de los hombres a otros programas, y que satisfagan también sus necesidades concretas. Esto implica que es preciso cambiar la idea que se tiene de los hombres en la respuesta al sida, ya que a menudo se hace referencia a ellos como los "transmisores" o los "vectores", estereotipos que les culpan de la infección, les estigmatizan y les aíslan aún más del acceso a los servicios. A nivel mundial, existe una iniciativa para que se produzcan cambios en los debates sobre el VIH e igualdad de género —debería tenerse más en cuenta a los hombres y habría que animarlos a participar activamente en todos los aspectos de la respuesta al sida y a fomentar la igualdad de género—. La salud sexual y reproductiva no es solo responsabilidad de las mujeres. Los servicios de la salud sexual y reproductiva integrados y bien centrados deben estar al alcance de los hombres y adolescentes. Pese a que todavía queda mucho por investigar, ya existe un conjunto de datos que establece las bases para el desarrollo y la aplicación de unas políticas y programas más amplios.

Los días 10 y 11 de diciembre en Ginebra se celebrará una reunión mundial de alto nivel sobre los hombres, los adolescentes y el sida para demostrar la seriedad de este asunto y la necesidad de señalar el camino a seguir. ONUSIDA, la organización Sonke Gender Justice y la Federación Internacional de Planificación Familiar organizan la reunión. En términos generales, sus objetivos principales son obtener un consenso sobre qué lugar han ocupado hasta ahora los hombres y los adolescentes en la respuesta al VIH, y qué papel desempeñan en la iniciativa de poner fin la epidemia del sida.