Reportaje

Ampliar el alcance de un nuevo método de prevención del VIH: la PPrE

01 de noviembre de 2016

La profilaxis pre-exposición (PPrE) consiste normalmente en una combinación de tenofovir y emtricitabina que se toma diariamente por vía oral en forma de comprimido. Esta es extremadamente eficaz en la prevención de infecciones por el VIH cuando se toma con regularidad.

Se recomienda la profilaxis pre-exposición a las personas que son seronegativas, pero que pertenecen a grupos de población clave con mayor probabilidad de estar expuestos a la infección por el VIH. Las personas que más se pueden beneficiar de la PPrE viven en zonas donde existen altas tasas de VIH sin tratamiento y donde no siempre se utiliza preservativo. Se incluyen a los gays y a otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, a las personas transgénero, a los trabajadores sexuales, a las parejas serodiscordantes en las que uno de los miembros con VIH aún puede transmitir el virus, y a las mujeres jóvenes y niñas en áreas del África subsahariana con las tasas más elevadas de VIH.

Las personas que comiencen el tratamiento de la profilaxis pre-exposición deben ser seronegativas y someterse a las prueba del VIH cada tres meses. Los efectos secundarios de la PPrE suelen ser leves y de corta duración. El riesgo de desarrollar resistencia a la medicación de la PPrE es extremadamente bajo, siempre y cuando se confirme que la persona es seronegativa al comenzar el tratamiento.

En los últimos dos años, la administración de la PPrE se ha incrementado exponencialmente. Se calcula que en octubre de 2016, alrededor de 100 000 personas seguían la PPrE en más de 30 países, la mayoría de ellas en los Estados Unidos de América. El objetivo de ONUSIDA es que para el año 2020 este tratamiento cuente con tres millones de usuarios en todo el mundo.

En la actualidad existen programas nacionales de la PPrE vigentes en Australia, Francia, Kenya, Noruega, Sudáfrica y los Estados Unidos de América. Botswana está tratando de establecer una regulación y está creando un plan de ejecución, mientras que Tailandia y Zimbabwe, entre otros, están elaborando guías sobre la implantación de la PPrE. Además, más de 20 proyectos en todo el mundo están explorando el uso de este tratamiento.

Sin embargo, incluso donde ya existe un programa a nivel nacional, la administración de la PPrE es desigual y la población que más se beneficiaría del tratamiento no siempre tiene acceso a él. Muchos activistas por la respuesta al VIH continúan criticando esta desigualdad. "La PPrE es de gran alcance y tiene que llegar a los más desfavorecidos", afirmó Nöel Gordon, miembro de la organización Human Rights Campaign.

La PPrE se suma al paquete de opciones de prevención eficaces ya disponible. La PPrE debe utilizarse junto con otros métodos de prevención, como los preservativos masculinos y femeninos, la circuncisión voluntaria médica masculina y la terapia antirretrovírica para todas las personas que viven con el VIH. Cuando la terapia antirretrovírica es eficaz en una persona que vive con el VIH, el virus se vuelve indetectable en la sangre de la persona y el riesgo de transmitir el virus a la pareja se aproxima a cero. No existe ningún método de prevención del VIH que asegure un 100% de protección, y la PPrE no impide el contagio de otras enfermedades de transmisión sexual ni previene embarazos no deseados. Los preservativos siguen siendo la herramienta de prevención del VIH más asequible y con mayor disponibilidad y, por ello, siempre se deben ofrecer junto con la PPrE.

Las ventajas de elegir la PPrE pueden ser tanto psicológicas como físicas, y el uso de la PPrE puede contrarrestar la ansiedad y el aislamiento que padecen algunas personas que consideran que no son capaces de controlar su riesgo de exposición al VIH. La PPrE puede ofrecer una mayor autonomía a la hora de tomar decisiones de carácter sexual, a lo que también puede añadirse una reducción del riesgo. La PPrE puede ayudar a mejorar la comunicación y la intimidad en la pareja, a reducir el miedo a la violencia dentro de la pareja, a mejorar la autoestima y a lograr un mayor compromiso en todos los aspectos relacionados con la salud sexual.

Ofrecer la PPrE puede animar a más personas en riesgo sustancial de VIH a acudir a clínicas de VIH, a someterse a la prueba del VIH y a tener acceso a la PPrE o a un tratamiento, en función del resultado de la prueba. En cualquiera de los casos, el resultado es beneficioso tanto para el individuo, como para la prevención del VIH.

La PPrE ofrece una herramienta más que podemos utilizar para adaptar mejor el paquete de prevención a las necesidades personales de cada individuo, que pueden variar con el tiempo. La PPrE no es para todos y no es para siempre. La rutina de seguimiento de la PPrE consta de una revisión periódica de la salud sexual en general que incluye el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades de transmisión sexual y la discusión de estrategias apropiadas para la prevención combinada del VIH y la contracepción, según el caso.