Reportaje

Consiguiendo cambios

25 de abril de 2018

David Chipanta comenzó su labor en ONUSIDA como Director para Liberia, ayudando a fortalecer el Comité Nacional de Lucha contra el SIDA y el Marco Estratégico Nacional. Se siente particularmente orgulloso por haber puesto especial atención al género y a la eliminación de la violencia sexual en la Respuesta contra el SIDA en el país, así como por darle a la red nacional de personas que viven con el VIH más voz.

"Me pareció emocionante poder abordar muchas de las barreras que impiden el acceso al tratamiento para el VIH, la prevención, la atención y el apoyo”, comentó. Cuando habla de esas "barreras", se refiere al estigma, la discriminación, la pobreza y la desigualdad que limitan que las personas puedan acceder a los servicios para el VIH.

Asimismo, el Sr. Chipanta, quien se formó como economista, subrayó: "No se puede olvidar la importancia que tiene todo aquello que se relaciona con la vida de las personas—como si se sienten seguros, si tienen comida, una casa, una familia o incluso un trabajo”. Como ejemplo habló sobre la situación en Zambia, donde algunas personas sólo pueden tomar su medicación para el VIH durante las temporadas lluviosas porque es cuando más comida tienen.

"Me impactó lo importante que es la periferia, porque, fuera de ella, los servicios para el VIH tienen un efecto limitado”, dijo el Sr. Chipanta. En la actualidad, trabaja como Asesor principal de Protección social en Ginebra (Suiza), puesto en el que se encarga de: hacer que las personas afectadas por el VIH se asocien a la red de seguridad social, mejorar los medios de subsistencia y la educación, y reducir la pobreza.

“ONUSIDA ha conseguido que haya una mayor conciencia sobre los servicios de protección social y sobre los impedimentos que tienen las personas que viven con el VIH”, explicó. Como es el caso de Liberia y Sierra Leona, donde describió que al ver que los trabajadores sexuales decían que no podían acceder a los servicios de protección social porque los administradores a menudo los trataban mal, como solución, decidió implementar una formación de sensibilidad en su oficina.

Otro tema en el que se involucra de corazón es la educación de las niñas. Se ha demostrado que, si las niñas continúan en la escuela, hay una menor prevalencia de VIH y, además, es un factor importante para conseguir un mayor acceso al tratamiento para el VIH. "En los entornos de recursos escasos, subrayamos la importancia de las transferencias de fondos para que las niñas puedan estar en la escuela“, añadió el Sr. Chipanta. Su próximo desafío es buscar que haya más sinergías con los programas de orientación, el empoderamiento y el apoyo social.

"Nunca pensé que llegaría a lograr tanto porque soy una persona que vive con el VIH", dijo. En 1991, creyó que su vida había acabado porque descubrió su estado serológico respecto del VIH en Zambia, su país de origen. "Pensé: antes de que muera, quiero ayudar a otros”, declaró.

A lo que añadió: “A nivel personal, estaba motivado por trabajar en el campo del VIH, pero sentía que quería convertirme en un experto por mí mismo“.

Krittayawan (Tina) Boonto reflexionó sobre sus 20 años en ONUSIDA y tampoco podía creer lo lejos que había llegado. La Sra. Boonto comenzó a trabajar en Tailandia, su país de origen, antes de trasladarse a Ginebra.

"Se suponía que iba a ser algo temporal, pero me quedé durante siete años”, declaró.

En 2005, se dirigió a Indonesia para ser la Asesora de Coordinación del Programa. Colaboró con el Ministerio de Salud en el apoyo técnico y el acceso a los recursos financieros del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria. Fue una experiencia particularmente importante, porque, en 2010, fue trasladada a Myanmar para ser la Asesora principal de Inversión y Eficiencia.

"El país estaba abriéndose al exterior, así que me fue muy útil mi experiencia en otros paises", detalló. Por ejemplo, ONUSIDA decidió descentralizar la provisión de medicamentos antirretrovirales para que las personas de las zonas rurales pudieran tener un tratamiento en los centros de atención primaria de la salud sin tener que viajar a las ciudades principales.

“Fue muy gratificante poder estar ahí y ver el cambio“. Según la Sra. Boonto, el acceso a los medicamentos antirretrovirales aumentó hasta una cifra de más de 120 000 personas, de las 30 000 personas que constaban hace tres años.

"Ese fue el momento en el que me di cuenta que más que una cuestión de dinero, también se trata de la predisposición a cambiar“, comentó.

Hace un año, regresó a Indonesia, pero esta vez como Directora para el país de ONUSIDA. Ha sido un reto para ella porque, a pesar de las mejoras que hay desde la primera vez que estuvo en el país, todavía queda mucho por hacer en Indonesia para que sea como Tailandia o Myanmar, en cuanto al acceso a los medicamentos antirretrovirales o reducir el número de nuevas infecciones por el VIH. "En la región, es la tercera después de India y China sobre el número de nuevas infecciones por el VIH", dijo la Sra. Boonto.

Su táctica ha sido fomentar una mayor conciencia del VIH en los responsables de tomar decisiones e insistirles que la epidemia todavía no está bajo control. "Presentamos datos y nos encargamos de hacer que el VIH fuera una prioridad", expresó. Recientemente, se ha encargado de hacer sonar la alarma para que todos conozcan la importancia de la tuberculosis, una enfermedad que sigue siendo una de las causas principales de muerte entre las personas que viven con el VIH, a pesar de que se puede prevenir y tiene tratamiento.

“Todo se reduce a la voluntad política y a conseguir que los distritos autónomos del país se unan, una vez que lo apruebe el Ministerio de Salud“, explicó. “Mi trabajo no me permite olvidar por qué estoy trabajando: por las personas que viven con el VIH“, declaró la Sra. Boonto vehemente. A lo que agregó: “Todavía tenemos importancia y nos necesitan y esa es la mayor satisfacción de todas“.

La satisfacción para Catherine Sozi, la Directora del Equipo de apoyo regional para África Oriental y Meridional de ONUSIDA, es observar cómo se produce el cambio, tal y como manifestó: “A lo largo de 10 años hemos conseguido que muchísimas personas tuvieran un tratamiento, 21 millones de personas han podido recibirlo“. En su tercera temporada en Sudáfrica, siente que el trabajo de sensibilización de ONUSIDA ha dado sus frutos. Recordó que, hace 15 años, mientras trabajaba en Zambia, tuvo una conversación con el gobierno, en la que muchos temían que no tendrían dinero ni apoyo si los países comenzaban a ofrecer medicamentos antirretrovirales. "Planteé la situación de que el dinero vendría según creciera el compromiso con los países y que se trabajaría para conseguir bajar los precios”, comentó. En 2005, el precio de los medicamentos antirretrovirales era alto. "Los gobiernos escucharon a la sociedad civil y a nosotros y, viendo los resultados sólidos en 2015, de repente, parecía viable ponerle fin al SIDA”, explicó la Sra. Sozi.

Dado su cargo, está entusiasmada por la energía positiva que hay en la región, aunque todavía queden muchos desafíos por afrontar. "Queda mucho camino por delante para detener las nuevas infecciones por el VIH, conseguir que aún más personas tengan tratamiento y que continúen con este, lo que supone, además, hacer pruebas de VIH a un número mayor de adolescentes, niños y adultos, incluidas las poblaciones clave”, dijo. Añadió que otro gran problema es abordar la desmesurada violencia sexual que hay, que conduce, en parte, a que haya un número mayor de nuevas infecciones por el VIH entre las niñas y mujeres jóvenes.

"En este caso, una respuesta biomédica no será de ayuda. Necesitamos cambiar la manera en la que se cuenta con los núcleos familiares, la policía y el sistema legal, además de conseguir dirigentes religiosos, mujeres activistas, organizaciones no gubernamentales y hombres que se involucren para conseguir cambiar la situación”, afirmó la Sra. Sozi. Se formó como médico en Uganda y admite que su trayectoria profesional la ha impulsado mucho más allá de lo que ella se esperaba.

"El Programa de liderazgo de las mujeres de ONUSIDA me ha empoderado para convertirme en líder y asegurarme de que podría tener a mi cargo a un personal mayor y diverso, así como que dispondría de los recursos necesarios y seguir siendo técnicamente fuerte”, comentó.

Los cuatro años durante los que trabajó como Directora para China de ONUSIDA, antes de su último traslado a Sudáfrica, resultaron ser muy enriquecedores a nivel profesional y personal. "Pasamos un tiempo maravilloso en el país, como una familia, y es una experiencia muy diversa en todos los sentidos”, describió. El compromiso del gobierno y la sociedad civil para trabajar en la epidemia fue estimulante y desafiante.

Uno de sus logros más grandes en Asia fue su contribución para conseguir un diálogo sobre salud entre China y África. "Para que mí, apoyar el diálogo Sur-Sur sobre la cooperación para la salud entre China y África significó mucho”, manifestó la Sra. Sozi. "Veo que conseguí facilitar el cambio”.