Reportaje

ONUSIDA: todo lo que hacemos es para ayudar a las personas para las que trabajamos

29 de marzo de 2018

“Asociaciones, asociaciones y más asociaciones; es lo que a mí me motiva para despertarme cada mañana” dice Inge Tack, que lleva ya varias asociaciones a sus espaldas.  Cuando entró en ONUSIDA, en 1999, comenzó a trabajar en una nueva iniciativa que consistía en conseguir la aprobación de los gobiernos, el sector privado, las Naciones Unidas y las diferentes comunidades: la Asociación Internacional contra el Sida en África. Después se trasladó a Uganda, donde trabajó como asesora técnica ayudando a la comisión nacional sobre el sida con sus diferentes grupos de países representados. Más tarde, Tack se dirigió a la oficina regional de ONUSIDA en África Occidental para convertirse en asesora de asociaciones.

Tal y como lo cuenta, viajó a muchos de los 19 países que constituyen esta región donde viajar no le era nada fácil. Sin embargo, y a pesar de todo, le encantó su trabajo. “Haber prestado apoyo a las delegaciones nacionales y haber sido negociadora y conciliadora a nivel regional para los gobiernos, las comunidades económicas regionales, los donantes y las personas que viven con el VIH en un ambiente lleno de retos ha sido una increíble experiencia de aprendizaje”, decía Tack. Además, añadía que ganarse la confianza de los demás fue la clave. Para ella, fue un verdadero placer desempeñar el papel que tenía porque, como bien explicaba, la neutralidad y la experiencia con las que cuenta ONUSIDA hacían que ir a la oficina por el VIH mereciese la pena.

En 2012, Tack comenzó a trabajar como Directora Nacional de ONUSIDA en Gabón, lo que le permitió centrarse en un solo país. Según describe, ella era la responsable de un pequeño grupo con un enorme campo de acción para desempeñar su trabajo. La variedad la emocionaba.

“Nunca he tenido un mal día en Gabón”, decía mientras describía un día típico en el que, como cualquier otro, habría ido al palacio presidencial por la mañana, habría tenido un taller de trabajo de VIH a primera hora de la tarde y, después, una reunión para debatir temas de sanidad con los inversores.

No obstante, a parte de las asociaciones, consiguió forjar vínculos reales con las personas.

“Al fin y al cabo, todo esto es por ellos, para darles esperanza y animarles a ayudar a los demás”, decía Tack. Hay muchos jóvenes que tienen oportunidades limitadas; por eso, se convirtió en una especie de animadora para ellos.


Hubo un caso en el que una madre joven que vivía con el VIH se acercó a su oficina y le dijo que no podía seguir así. En ese momento, Tack pensó que aquella mujer podría compartir su historia con otras jóvenes; “me sorprendió la manera en que contaba su historia y conectaba con la gente”, afirmaba. Poco a poco, pero con paso firme, aquella joven mujer fue ganando confianza. Por su parte, la delegación de Gabón ayudó a construir una red de jóvenes que vivían con el VIH para concienciar sobre la prevención del VIH y también para orientar a las personas que se sumaban al tratamiento. “¿Y sabéis qué?”, preguntaba sonriente.  “Esta mujer ahora es trabajadora comunitaria de la salud. Por su trabajo, percibe un salario procedente de la delegación de la alcaldía local”, continuó

El nuevo puesto de trabajo de Tack en el Departamento de Colaboración y de Recaudación la volvió a llevar a Ginebra (Suiza), más cerca de su país natal, Bélgica. La recaudación la ha cambiado tan drásticamente que quiere volver a la sede central y renovar sus competencias. Tack cree que lo importante es adjudicar los fondos a los países que lo necesitan y que ONUSIDA tiene que innovar en materia de recaudación. Mirando por encima del ordenador, decía lo siguiente: "Cuando siento que controlo una habilidad lo suficientemente bien, la puedo poner en práctica a nivel nacional”.

ONUSIDA trabaja en 79 delegaciones nacionales, seis delegaciones regionales y en la sede central de Ginebra. También tiene oficinas de enlace en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York y en Washington D. C. (Estados Unidos de América), y en la Unión africana en Addis Ababa (Etiopía). Los casi 700 de empleados que trabajan en plantilla proceden de 123 países diferentes; el 60 % de ellos trabajan in situ.

Bilali Camara comenzó a trabajar como asesor regional de monitorización y evaluación en ONUSIDA en 2008 en Trinidad y Tabago. “Tuve que crear una red sólida en los distintos niveles nacionales que hay en el Caribe”, afirmaba Camara. Según explicaba, para ello, fue necesario compartir experiencia y usar la resolución de conflictos. Cuando se mudó a Angola para trabajar como director nacional, sus redes estaban formadas por menos personas, pero trabajó sin descanso para construirla. Concretamente, está orgulloso de haber puesto en contacto a un entrenador de baloncesto con un director de radio para mandar mensajes de cero discriminación. Para la próxima campaña, ha pedido que participe a un músico famoso, concretamente, a un cantante transgénero. El resultado ha sido que, según Camara, llegaron a miles de personas con sus mensajes de sensibilización del VIH.

Además, volvió a repetir este esfuerzo cuando comenzó a trabajar como director nacional en Nigeria. En aquel momento, explicaba que el verdadero motor era reducir el número de bebés que se infectaban con el VIH. Hay muy pocas mujeres que conociesen su estado serológico y, por eso, sus bebés se perdían en el sistema de servicios para el VIH. Según Camara, “tenemos que llegar a las personas y la mejor forma de hacerlo es contactando con ellos por teléfono”. ONUSIDA Nigeria se ha asociado con una compañía de telecomunicaciones y ahora millones de personas reciben mensajes de texto de prevención del VIH. Camara añadía que “con este impulso, las pruebas del VIH se convirtieron en parte del lote de servicios de atención prenatal en el país”.

Además, dijo que lo que le anima a seguir adelante es la cantidad de gente que valora los esfuerzos de ONUSIDA.

Sin embargo, Camara ya no está: ahora le han nombrado director nacional de ONUSIDA en la India. Lo que le ha llevado tan lejos es el nivel de implicación de los grupos de población clave en la respuesta al sida. “El nivel de participación aquí me ha impresionado enormemente”, decía. “Cuando se trata de sanidad pública, las comunidades llevan la voz cantante, y esto es un síntoma del éxito”, añadía.

El éxito le llegó a Andrea Boccardi cuando comenzaba como doctora experta en obstetricia y ginecologíay aconsejaba en las operaciones de mantenimiento de la paz del ejército uruguayo. Fue en este momento cuando comenzó a aprender sobre las políticas y la programación del Departamento de Operaciones de Mantenimiento de Paz de las Naciones Unidas en materia de VIH. Ahora, se centra especialmente en casos de violencia de género y en la erradicación de la discriminación.

“Es un sueño hecho realidad”, decía. “Ahora tengo la oportunidad de aplicar la visión de ONUSIDA de cero discriminación en los sistemas de atención sanitaria”, comentaba. Si entramos en su oficina, podemos ver que sus paredes están forradas de certificados y de fotografías de Uruguay, Panamá y Ginebra. Nos explicaba lo privilegiada que se sentía por haberse movido tanto por el mundo y entre los distintos departamentos.

En el año 2003, ONUSIDA la contrató como Asesora de Seguridad y Respuesta Humanitaria en materia de VIH en América Latina. Aquí fue donde acabó su carrera como médico militar. Ahora, recuerda cómo de útil le resultó todo lo que aprendió cuando se entrenó para trabajar en el despliegue que hicieron los cuerpos de mantenimiento de paz de la ONU en Haití y el Congo.


Dos años más tarde, la trasladaron a Panamá. Allí, Boccardi contribuyó en la apertura de la delegación regional de ONUSIDA y trabajó en programación y apoyo técnico. “Estuve mucho tiempo intentando asegurarme de que llegábamos a la cima de los derechos humanos, de la prevención, del tratamiento y del acceso universal a la sanidad”, decía mientras suspiraba por todo lo que aquello significaba.

Cuando llegó el momento de rotar, Boccardi dijo que ella quería ir más allá de las políticas y trabajar en la agenda de prevención mundial de ONUSIDA para que los cambios se produjesen de verdad. No hubo ningún contratiempo tras su traslado hacia la sede central de Ginebra. Sin embargo, cuenta cómo sus hijas lo pasaron peor con los deberes en francés y cómo les gustaba la independencia de la que disfrutaban con los sistemas de transporte de bus y tren suizos.

En los últimos 10 años, alrededor de 500 miembros del personal han participado en actividades de movilidad, y más de 400 han sido reasignados a diferentes destinaciones. Un total de 30 miembros del personal se trasladará a nuevos puestos de trabajo en 2018.

Después de haber trabajado en prevención, Boccardi comenzó a colaborar con el Equipo de Derechos Humanos y Género.

Boccardi afirma que las palabras en español “líder, guía, amiga”, que están grabadas en la pequeña rana dorada precolombina que hay en su mesa, se han convertido en su lema de vida para mantener en equilibrio el trabajo, la familia y los amigos.


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