Reportaje

Entrevista con el Dr. Peter Piot, director ejecutivo fundador de ONUSIDA

28 de noviembre de 2008

MIRAR HACIA ADELANTE. “LEVÁNTATE, DEFIÉNDETE, NO ABANDONES LA LUCHA”

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Fotografía: ONUSIDA/Girardin

Al concluir el año 2008, el Dr. Peter Piot, director ejecutivo fundador de ONUSIDA, dejará su cargo después de dirigir la organización desde su nombramiento en 1994. Reflexionó sobre los hitos pasados y los desafíos futuros en una entrevista con John Donnelly:

¿Cómo se siente en la víspera de su partida?
Peter Piot: Pensé que los últimos meses iban a ser muy tranquilos. (Risas). Subestimé un poco la situación. Pero mi principal objetivo ha sido garantizar para el año próximo. Siempre es un desafío.

Cuando repasa su paso por ONUSIDA, ¿cuáles considera que son los tres avances más importantes?

PP: El primero fue en 1996, cuando se descubrió el tratamiento y se comenzó a ofrecer, igual importancia reviste la gran reducción en el precio de los antirretrovíricos que sucedió después.Ambos son hitos muy importantes.

El segundo fue el Período Extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida en 2001. Fue un momento decisivo. Después de eso, se creó el Fondo Mundial (para la Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria); los presidentes y primeros ministros se hicieron cargo de la respuesta en muchos países; el sida llegó a ser un asunto prioritario en el mundo. Ya no era sólo un tema para los ministros de salud. Se discutió en lugares donde uno discute los asuntos realmente importantes.

Y lo tercero, supongo, es el hecho de que el dinero que gastamos el año pasado en el sida alcanzó los 10 mil millones de dólares estadounidenses. Es una movilización de recursos formidable. Una parte muy importante de esto es el papel trascendental de las personas que viven con el VIH. El dinero es el resultado de la combinación de este activismo y el trabajo político simbolizado en el período de sesiones de la Asamblea General.

¿Puede describir un momento en el que recibió datos epidemiológicos que lo asustaron?

PP: Fueron muchos. Mi experiencia más reciente fue cuando vi los datos últimamente en aumento del VIH en las poblaciones homosexuales de Asia. Fue exactamente lo que vimos en Occidente a principios de la década de los años ochenta. Vi lo mismo con los usuarios de drogas inyectables en Europa Oriental hace unos 10 años. Y cuando estaba trabajando en África central, en el ex Zaire, a mediados de la década de los años ochenta, Sudáfrica tenía una prevalencia menor que el 2%. Luego, unos años después, vimos que subió por las nubes y dijimos: “Es increíble”. Ha habido muchos momentos como éste. Es algo que creo que debemos tener en cuenta cuando pensamos en el futuro de esta epidemia. El virus continuará sorprendiéndonos. Por eso, soy muy escéptico cuando la gente opina de Asia: “Oh, se mantendrá limitado a poblaciones concentradas”. Quizás sí, quizás no. No lo sabemos.

¿La lucha contra el sida fortaleció o debilitó los sistemas de salud?

PP: No hay absolutamente ninguna prueba que haya visto que socave los servicios de salud. En todo caso, sin dudas fortaleció ciertos servicios, como los laboratorios. Los gobiernos ambiciosos se asegurarán de que los fondos específicos para la enfermedad se utilicen para fortalecer la capacidad local. La epidemia del sida en sí misma ha agobiado a los sistemas de salud. También, por primera vez, obtuvo el dinero para reforzar el personal sanitario, por ejemplo, en Malawi, donde incluso construyeron dispensarios con fondos del sida. Etiopía es otro ejemplo. Tienen un gobierno fuerte y un ministro de salud fuerte que ha estado utilizando los fondos del sida para construir dispensarios rurales. Pero tampoco olvidemos que si hubiéramos esperado hasta que los servicios sanitarios se arreglaran antes de introducir el tratamiento antirretrovírico, como muchos sugirieron, aún no habríamos llegado a ningún lado con la terapia antirretrovírica y millones habrían perecido.

¿Qué es lo que lo preocupa más acerca de la respuesta a la epidemia hoy día?

PP: Lo que realmente me preocupa es que si bien hemos logrado un progreso mensurable en el acceso al tratamiento, no tenemos el mismo impacto en lo que respecta a la prevención del VIH. ¿Es porque necesitamos más tiempo o porque no vamos por el camino correcto? En lo personal, cada vez creo más que necesitamos trabajar con los profesionales que se ocupan del marketing de empresas de creación de marcas, son gente que sabe cómo influir en el comportamiento de las personas. La prevención del VIH es lo que exigirá un estímulo extra.

Usted reconoció un déficit anual de USD 10 mil millones en la lucha contra el sida. ¿Cuál es su mejor argumento para aumentar el aporte de fondos?

PP: El argumento número uno es que la financiación para el sida funciona, salva vidas y demuestra altos rendimientos de las inversiones. Las necesidades están allí. Tomemos el tratamiento: cerca de cuatro millones de personas reciben hoy antirretrovíricos, pero hay otros ocho millones que los necesitan. Además, estamos mucho mejor equipados para gastar el dinero que antes. En un principio, había que desarrollar sistemas, crear laboratorios, capacitar gente. La entrega de mercancías ahora es más económica porque hemos hecho las inversiones iniciales.

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Fotografía: ONUSIDA/ Girardin
¿De qué manera la crisis financiera mundial incide en los programas?

PP: Si disminuye el financiamiento, los rendimientos de las inversiones serán mucho menores. Posponer las medidas no hace más que engrosar la cuenta después. Me inquieta ahora que los gobiernos decidan recortar el sector social primero. Es lo que a menudo sucede en tiempos de depresión económica. En Japón, después de la crisis financiera de 1990, recortaron la asistencia para el desarrollo en un 60%. Y sin Ayuda Oficial para el Desarrollo, sin el Fondo Mundial, los países más pobres y los más afectados por el sida no podrán activar sus programas contra el sida. En los países en vías de desarrollo, los gobiernos pueden tener menos ingresos. Pueden tener menos remesas de dinero, menos inversiones privadas directas. Eso significa que habrá más personas vulnerables y podría ocasionar un incremento del comercio sexual. No sabemos si esto va a suceder. Pero es algo que me preocupa mucho.

Con frecuencia se describe como un activista. ¿Cómo evalúa el desempeño de los activistas durante los últimos años? ¿En qué han tenido éxito? ¿En dónde han fracasado?

PP: Creo que los activistas han gozado de un éxito tremendo en cuanto al tratamiento, la sensibilización y la movilización de fondos, en particular el Fondo Mundial. En esto pienso que fue excelente. Pero, en lo que respecta a los activistas y su trabajo para la prevención, pues bien, el grupo Treatment Action Campaign en Sudáfrica está haciendo prevención, pero constituyen una excepción.

¿Cómo se hace para no hablar de política en los debates sobre prevención?

PP: No es posible, tampoco tiene nada de malo. Tiene que ver con las elecciones fundamentales en la sociedad y en la vida. Pensar que podríamos tener una sociedad que sea completamente razonable acerca de estas cosas es una ilusión y quizás no esté bien… Uno necesita tener un conjunto de valores y principios que guíen las políticas, y es allí donde automáticamente se habla de política cuando se trata de sida. La clave es asegurarse de que sea buena política, la clase de política donde, hasta donde sea posible, si existen pruebas científicas, esas pruebas se usen para salvar vidas. Aún hay países en los que la reducción del daño en el trabajo con consumidores de drogas está en contra de la ley. Eso es una mala política.

¿Qué cosas van a ser particularmente difíciles en el trabajo de prevención en el futuro?

PP: En Asia y Europa oriental, tenemos que comenzar a mirar más allá de los profesionales del sexo y los consumidores de drogas, y cómo se podría progresar para llegar a la población en general. Y en segundo lugar, en un número creciente de países del África oriental y meridional, la mitad de todas las infecciones se producen en parejas estables. ¿Cómo resolvemos esto? Es una situación que nos obliga a revisar nuestros enfoques. Además, necesitamos ayuda de las empresas para profesionalizar la prevención del VIH.

¿Cuál será la función de los estudios de las vías de transmisión que detectan los lugares en los que presumiblemente se producen las nuevas infecciones?

PP: Serán muy útiles porque no siempre sabemos lo que está pasando. Podemos estar basando nuestro trabajo de prevención en un lugar donde la epidemia estaba cinco años atrás. Puede haber cambiado, o puede no haber cambiado. Mi interés no es sólo que tengamos buenos estudios, sino que los estudios se usen. En Lesotho, estudios similares provocaron cambios. En tierra tailandesa, están tratando de cambiar el enfoque de la prevención sobre la base de los nuevos datos; y en China, los estudios están dirigiendo la atención a los varones homosexuales. Lo más difícil será en países con epidemias generalizadas, cómo interpretar la información. Si el VIH está en parejas casadas o estables, pues bien, el número de personas es muy alto, ¿cómo se hace en estos casos?

En su discurso en la Conferencia Internacional sobre el Sida en la Ciudad de México, citó la canción de Bob Marley “Levántate, defiéndete, no abandones la lucha”. Luego dijo: “Eso es lo que haré”. ¿Qué hará usted?

PP: Aún no lo sé. Tomaré una cátedra en el Imperial College de Londres, Reino Unido, y continuaré trabajando con el sida, pero como ciudadano y miembro de la comunidad. Necesito un tiempo para estudiar qué haré en el futuro. Pero sin duda alguna quiero trabajar en distintas disciplinas. Como dijo Bob Marley: "Tenemos voluntad propia”.