Reportaje

Las madres que viven con el VIH en China alzan la voz

06 de mayo de 2016

Cuando el tren se paró en la estación de Beijing, Mei Zi sintió que se le iba a salir el corazón. Había viajado a la capital desde un pequeño pueblo cerca de Shenzhen, al sudeste de China. Era el invierno de 2009 y Mei Zi estaba a punto de ver por primera vez al hombre con el que planeaba casarse.

"Siempre recordaré el emocionante y emotivo momento en el que nos conocimos", cuenta Mei Zi. "Me recogió en la estación de trenes. Me había comprado una chaqueta de plumas roja."

Mei Zi conoció a su marido por Internet; en un chat para personas que viven con el VIH.

"Tras enterarme de que era seropositiva en 2007, pensé que nunca más volvería a ser feliz", dice Mei Zi, quien ha preferido no utilizar su nombre real en esta historia. Poco después de casarse, se quedó embarazada. "Por aquel entonces, se me había diagnosticado VIH y hepatitis C y mi marido también vivía con el VIH", nos explica. "Por ello, decidí abortar y no tener hijos en el futuro."

Sin embargo, en marzo de 2014, se quedó embarazada otra vez. En esa ocasión, estaba recibiendo atención médica por parte del centro de atención de ETS y sida del hospital You'an de Beijing y el director Sun Lijun consiguió quitarle el miedo. El médico dijo que, si tomaba medicamentos antirretrovíricos, Mei Zi podría prevenir la transmisión del VIH a su bebé. Además, también existía un tratamiento eficaz para la hepatitis C.

"La ayuda y el apoyo del médico me animaron a continuar con el embarazo", cuenta Mei Zi.

A los seis meses de embarazo, sus niveles de ácido biliar aumentaron hasta suponer un gran peligro, por lo que la hospitalizaron.

"Durante todo el proceso, ni los médicos, ni las enfermeras del hospital You'an me discriminaron o me hicieron sentir diferente", explica Mei Zi. "Estaba realmente conmovida."

A la 34ª semana, el médico le dijo que, un día después, tendrían que practicarle una cesárea. Mei Zi dio a luz a un niño en noviembre de 2014. Nació libre de VIH y pesó 2,2 kilogramos.

"No habla mucho, por lo que todo el mundo lo llama el Ángel Tranquilo", nos cuenta Mei Zi. "Creo que mi Ángel Tranquilo es un regalo de Dios. Cuando se porta mal, no le hago caso para provocarle un poco y, entonces, corre a refugiarse en mis brazos."

Mei Zi es una de las 15 madres que viven con el VIH en China que han compartido sus historias tras haber conseguido dar a luz a un niño sano. Sus testimonios y fotografías aparecen en dos libros, Mi hijo y yo  y El poder de las mujeres, que se presentaron el 6 de mayo en un evento en el hospital Ditan de Beijing. El evento fue organizado por la Red de mujeres contra el sida en China y el Centro Lazo Rojo de Beijing.

La mujeres que viven con el VIH en China, con frecuencia, están sometidas a una doble presión a la hora de ser madres. Por un lado, a causa de la sociedad y, por otro, a causa del miedo de quedarse sin hijos ante el riesgo de transmitir el virus a sus bebés. Gracias al tratamiento antirretrovírico, este riesgo se ha reducido notablemente.

El primer programa de prueba para prevenir la transmisión maternoinfantil del VIH en China se puso en marcha en 2001 en el condado de Shangcai, provincia de Henán, y se extendió a todo el país. Según las estimaciones del gobierno, el 82,6% de las madres que viven con el VIH recibía tratamiento antirretrovírico en 2014 y la transmisión maternoinfantil había pasado de un 34,8% en la década anterior a un 6,1%. En 2010, el gobierno amplió el programa de prevención de la transmisión maternoinfantil del VIH e incluyó la prevención de la sífilis y la hepatitis B, que también pueden transmitirse de la madre al hijo durante el embarazo y el parto.

Las mujeres que aparecen en el libro provienen de distintas partes de China y la mayoría de ellas estaban contando sus historias por primera vez. Una de ellas es Tang Juan (tampoco es su nombre real), que es madre de una niña de ocho años. Fue la primera persona que recibió tratamiento para prevenir la transmisión del VIH a su bebé, en Xiangfang (provincia de Hu Bei).

Y tenía un mensaje para las demás mujeres que viven con el VIH: "quiero que sepáis que hay esperanza. No os rindáis y sed valientes."

ONUSIDA, ONU Mujeres y la embajada del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte apoyaron la creación de los libros y sus representantes participaron en la presentación.

Catherine Sozi, directora nacional de ONUSIDA para China, dijo: "estas historias son la prueba de que las mujeres que viven con el VIH pueden dar a luz a bebés sanos libres de VIH siempre y cuando tengan acceso a servicios sanitarios respetuosos que garanticen que reciben un tratamiento a tiempo y que se les apoya durante su embarazo y tras el parto."

Mientras que algunas mujeres que aparecen en los libros denunciaron que habían sufrido discriminación por parte de los trabajadores sanitarios, muchas compartieron la experiencia positiva de Mei Zi.

Cheng Hang, secretaria del Centro Lazo Rojo de Beijing, dijo: "el Centro Lazo Rojo de Beijing está comprometido con la labor de apoyar a las personas que viven con el VIH y garantizar que todas son tratadas con dignidad."