Actualidad

Reducción del daño

10 de octubre de 2016

Las personas que se inyectan drogas se encuentran entre las poblaciones clave con un mayor riesgo de contraer o transmitir el VIH. Y además están también entre los grupos con un menor acceso a los servicios de prevención, asistencia y tratamiento contra el VIH, porque con frecuencia el consumo de drogas está estigmatizado y penalizado.

Las herramientas y estrategias necesarias para mejorar la salud y la vida de las personas que consumen drogas son bien conocidas y están fácilmente disponibles. Los programas de agujas y jeringas reducen la transmisión del VIH, la hepatitis C y otros virus de transmisión hemática. La terapia de sustitución de opiáceos y otras formas de tratamiento de la drogodependencia fundamentadas en las pruebas frenan el consumo de drogas, reducen la vulnerabilidad a las enfermedades infecciosas y mejoran el uso de los servicios sanitarios y sociales.

La abrumadora cantidad de datos sobre la eficacia de la reducción del daño, incluso en cárceles y otros entornos de reclusión, es la base de un exhaustivo conjunto de intervenciones recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) para evitar la transmisión del VIH y reducir otros daños asociados al consumo de drogas. A pesar de ello, pocos países han alcanzado una cobertura suficiente de los servicios de reducción del daño.