Las organizaciones confesionales han desempeñado un papel esencial en la respuesta al VIH desde el inicio de la epidemia hace más de 35 años. Muchas organizaciones confesionales han prestado servicios contra el VIH eficaces y de gran calidad, que han complementado a los programas nacionales de salud pública en los países más afectados por el VIH. Su posición de confianza en el seno de las comunidades les permite prestar unos servicios y una ayuda que van más allá del alcance de muchos sistemas sanitarios del sector público.

El compromiso de la comunidad religiosa es fundamental para lograr los objetivos de respuesta acelerada de ONUSIDA y el Objetivo de Desarrollo Sostenible de poner fin a la epidemia de sida para 2030. Los países, las comunidades religiosas y otros socios reafirmaron su compromiso con esos objetivos durante la Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas para Poner Fin al Sida celebrada en Nueva York en junio de 2016. Los países adoptaron una Declaración Política para Poner Fin al Sida y la comunidad religiosa hizo un llamamiento para garantizar que nadie quede olvidado.

En el llamamiento a la acción, los líderes religiosos prometieron actuar de manera importante y sostenida durante los próximos cinco años en cuatro áreas concretas: reducción del estigma y la discriminación, aumento del acceso a los servicios para el VIH, defensa de los derechos humanos y garantía de tratamiento para los niños. Hicieron un llamamiento a que todos los líderes religiosos se unieran a ellos.

A fin de ofrecer una oportunidad para fortalecer las relaciones y forjar nuevas colaboraciones, la Alianza Ecuménica de Acción Mundial del Consejo Mundial de Iglesias, en colaboración con ONUSIDA, el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del Sida y el Grupo de Trabajo Interagencial de las Naciones Unidas sobre Religión y Desarrollo, organizaron un desayuno de plegaria ecuménica en los actos paralelos a la 71ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.

Los participantes fueron líderes religiosos de una gran variedad de religiones. Todos ellos acordaron respaldar un esfuerzo coordinado de las organizaciones confesionales en la respuesta al VIH. Se reiteró el  llamamiento a la acción emitido en junio y se celebraron debates sobre una gran variedad temas que se tradujeron en numerosas y sólidas recomendaciones de seguimiento y compromisos para la acción durante los próximos cinco años con el fin de garantizar una respuesta acelerada basada en la fe para poner fin a la epidemia de sida para 2030.