Reportaje

La preparación, la proactividad y la velocidad son elementos clave para hacer frente a las emergencias humanitarias

15 de agosto de 2019

El ciclón Idai golpeó Mozambique y la zona este de Zimbabwe a mediados de marzo; sin duda, aquella catástrofe no pudo haberse producido en un momento peor. Un mes antes, Zimbabwe había hecho un llamamiento de emergencia para ayudar a los 5,3 millones de personas afectadas por la crisis económica que estaba teniendo lugar. Además, las escasas precipitaciones habían arruinado todas las cosechas. Las repentinas lluvias intensas y el viento lo convirtieron todo en un caos. Trescientas personas fallecieron, cientos y cientos desaparecieron y 40 000 lugareños perdieron sus casas. La inseguridad alimentaria, junto con la falta de servicios básicos, incluida la atención sanitaria, se disparó en la provincia de Manicaland, la más asolada por el ciclón.

Para Mumtaz Mia, directora nacional de ONUSIDA en Zimbabwe en ese momento, lo más urgente era garantizar que las personas que vivían con el VIH, entre ellas las mujeres embarazadas que estaban participando en programas para la prevención de la transmisión maternoinfantil del VIH, tuvieran acceso al tratamiento para el VIH.

«En Zimbabwe, donde las emergencias no son un fenómeno nuevo, las personas que vivían con el VIH fueron dejadas a su suerte cuando el temporal arrasó con sus medicamentos», dijo.

Para ella, la preparación  es fundamental. «Para la respuesta al sida, debemos anticiparnos a cualquier trastorno que una situación de emergencia pueda ocasionar en los servicios».

Nacida en Malawi, la Sra. Mia se ha enfrentado a sequías e inundaciones a lo largo de toda la zona este y sur de África. También pasó un tiempo en Kenia sofocando el conflicto posterior a las elecciones y durante cinco años trabajó para ONUSIDA en Sudán del Sur antes de trasladarse para su misión en Zimbabwe.

Recuerda cómo la oficina nacional de ONUSIDA se reunió con el Gobierno, la sociedad civil, los donantes y otros interesados para establecer una acción inmediata. Enseguida todos ellos se encargaron de garantizar que las necesidades específicas del VIH quedaran también integradas en la respuesta a la emergencia. Ello implicaba coordinarse con los copatrocinadores de ONUSIDA, el ministerio de Salud y Atención a la Infancia y el Consejo nacional para el sida y el VIH con el fin de asegurar la distribución de la terapia antirretroviral y los preservativos, la ayuda alimentaria para las personas que vivían con el VIH y los partos seguros para las mujeres embarazadas. También instauraron medidas para evaluar y abordar las necesidades adicionales en materia de salud y VIH surgidas como consecuencia del desastre.

Casi 150 000 personas VIH-positivas residían en los distritos afectados por el ciclón, y alrededor de un 83 % de ellas estaban teniendo acceso a la terapia antirretroviral. Durante la crisis, la mayoría de estas personas tuvieron que interrumpir su tratamiento.

«Cuando no se cuenta con un plan y unas directrices claras respecto a la acción que se ha de emprender en situaciones de emergencia, se malgastan días y semanas muy valiosos tratando de ver qué hacer», señala la Sra. Mia.

Así mismo, considera que, para actuar más rápidamente en caso de emergencia, se debería disponer de planes de contingencia interinstitucionales en los que cada agencia tuviera asignadas sus funciones específicas. «Para orientar a las oficinas nacionales y sus directores, es fundamental utilizar pautas sencillas y claras con relación  a las acciones que ONUSIDA requiere en situaciones de emergencia y el impacto que estas pueden tener sobre el VIH», explicaba. Además, continuó, «es importante destinar los recursos económicos, de manera que se pueda acceder al dinero y utilizarlo en el mismo momento».

Practica yoga para sobrellevar mejor los periodos de estrés y alaba a su marido, quien siempre le presta su apoyo.  «Durante las épocas más caóticas, en casa tratamos de llevar una vida aparentemente normal», dice, aunque confiesa que a menudo no es nada fácil. En todo momento, Mia vive centrada en las personas que necesitan su ayuda. «Mi puerta siempre está abierta. Escucho sus historias y ello me da una perspectiva para seguir adelante». Por eso es por lo que, insiste, en momentos de necesidad no puedes fallarle a la gente. «La velocidad es esencial».

La directora nacional de ONUSIDA para la República Bolivariana de Venezuela, Regina López de Khalek, se muestra de acuerdo con ella. «Ante una emergencia humanitaria hay que actuar muy rápido para salvar vidas. Esto supone que hay que reinventar los quehaceres diarios y centrarse únicamente en la crisis», se reafirma.

En su caso, se ocupa del impacto que la crisis política y económica, que afecta a más del 80 % de la población, está teniendo en las personas que viven con el VIH o que están afectadas por el virus.  La inflación ha explotado en la República Bolivariana de Venezuela y ha hecho que los alimentos básicos queden fuera del alcance de las personas. La escasez ha invadido todo el país, y la medicina no es una excepción. Desde mayo de 2019, el país está recibiendo «ayudas humanitarias» que facilitan la distribución de medicamentos y de pruebas rápidas para la sífilis y el VIH. Con la ayuda de organizaciones internacionales no gubernamentales, se han repartido en el país casi 60 toneladas de medicamentos que salvan vidas. ONUSIDA también se involucró con el país y trabajó para recibir fondos de emergencia de otras organizaciones socias.

Hace muy poco ONUSIDA, el Fondo de Población de las Naciones Unidas y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados han aunado esfuerzos para juntos ayudar a las personas afectadas por el estigma, la discriminación y la violencia sexual. Esto incluía distribuir kits para la profilaxis posexposición, ofrecer una respuesta médica urgente para las personas expuestas al VIH y facilitarles el acceso a los servicios sanitarios, e introducir pruebas del VIH en las unidades de maternidad, así como apoyar a la sociedad civil.

Para la Sra. López de Khalek, la diferencia se marca trabajando sobre el terreno con otras agencias de las Naciones Unidas y sus socios. Y es que, explica, «trabajar codo con codo no es solo lo lógico y coherente, sino que permite que la respuesta al sida ocupe un lugar relevante en una situación humanitaria».

Por ello, recomienda seguir las directrices elaboradas por el Grupo de trabajo en materia del VIH en situaciones humanitarias del Comité Permanente entre Organismos, pero sin pasar por alto el contexto local y nacional. «Conozco y comprendo bien la situación del país en el que estás —decía—, porque, aunque las emergencias podrían parecer iguales, cada crisis incorpora las particularidades del país en el que se produce». Y hay que ser proactivos. «Hay que actuar en consecuencia por adelantado, de manera que no sea solo reaccionar», apuntó.  En su opinión, es vital establecer relaciones, colaborar y comprometerse con los demás. Hay que elaborar una respuesta integral para que, en caso de emergencia, tú y las personas a las que has ido a  ayudar no quedéis atrás.

Simone Salem se hace eco de este mismo mensaje. «El principal activo que me ha ayudado a responder ante las emergencias siempre ha sido el número de contactos que he ido teniendo en todos los países, así como las buenas relaciones que mantengo con personas influyentes que han sido capaces de ayudarme», confesó la asesora de movilización comunitaria de ONUSIDA en las regiones de Oriente Medio y el Norte de África.

Añadió también que, cuando empiezas a actuar y prestas una ayuda concreta, las personas confían en ti y buscan tu apoyo.

La Sra. Salem describe su trabajo en Irak, Libia y la República Árabe Siria como una experiencia que te cambia la vida. «Cada vez que ayudo a una persona, me doy cuenta de la importancia que tiene mi trabajo y de lo importantísimo que es estar siempre alerta a las necesidades de la gente», piensa en voz alta la egipcia.

Recientemente ayudó a personas a migrar o huir de sus hogares para tener acceso a tratamiento y asesoramiento para el VIH. Con la ayuda de activistas y redes regionales, contribuyó a la evacuación de las lesbianas, los gais, los bisexuales y las personas transgénero (LGBT) que habían sido el blanco de la violencia.

En tiempos de crisis, admira la solidaridad que surge y se multiplica a todos los niveles. Por ejemplo, no hace mucho los tunecinos ofrecieron a los libios un excedente de tratamiento para el VIH. Lo mismo sucedió cuando el conflicto sirio. En esa ocasión, fueron los libaneses los que donaron medicamentos.

Con el tiempo, ha ido aprendiendo a cada vez tomar mejores decisiones. ¿Su secreto? «Escuchar lo que se dice, y también aquello que no se está diciendo, cuando se analizan situaciones complejas», explica la Sra. Salem.

Para ella no se trata de una cuestión de género, sino de personalidad, aunque sí cuenta que las mujeres y las personas vulnerables iban a ella porque pensaban que les brindaría más apoyo. Solo siente pesar cuando no puede ayudar a alguien. «Es muy duro».

Explica que escucha a la gente con el corazón.  Le tocó el corazón cuando los jóvenes del colectivo LGBT se acercaron a ella para decirle que sus reconfortantes palabras les habían dado esperanzas.

«Aquello tuvo un enorme valor para mí y eso es justo lo que me hace seguir», confiesa la Sra. Salem. «Exijo y exijo hasta que la gente es tratada con justicia y compasión».

Grupo de trabajo en materia del VIH en situaciones humanitarias del Comité Permanente entre Organismos

Seguridad y asuntos humanitarios