Reportaje

Atravesar ríos y selvas para llegar a los pueblos indígenas de las zonas más remotas de Brasil

10 de enero de 2019

La trabajadora sanitaria indígena Jijuké Hukanaru Karajá trabaja como enfermera en el distrito sanitario indígena de Araguaia, que toma su nombre de uno de los principales ríos de Brasil, situado en la cuenca oriental del Amazonas. Lleva muchos años trabajando con los pueblos indígenas, yendo y viniendo de las ciudades a los pueblos brasileños para proporcionar servicios sanitarios fundamentales. La Sra. Karajá se siente muy orgullosa de formar parte del sistema sanitario indígena de Brasil, tal y como hiciera su padre.

“He trabajado en la ciudad y en mi pueblo indígena, con mi propia gente, y es sumamente gratificante poder ayudarles de esta forma”, afirma.

La Sra. Karajá cree que el hecho de ser indígena facilita la comunicación al minimizar el choque cultural. Aunque la prevalencia del VIH y la sífilis sigue siendo baja entre los pueblos indígenas de Brasil, teme que la creciente interacción con las ciudades cercanas cambie ese hecho.

Los servicios sanitarios indígenas, establecidos en 2010, atienden a todas y cada una de las comunidades indígenas, por remoto que sea su emplazamiento. Un equipo formado por 800 médicos, enfermeros, técnicos de atención sanitaria, psicólogos, asesores y personal sanitario indígena trabajan sin descanso y cubriendo enormes distancias. Realizan pruebas de detección del VIH, la sífilis y otras infecciones de transmisión sexual. De acuerdo a la Sra. Karajá, las comunidades indígenas los reciben con los brazos abiertos.

“Las pruebas siempre se realizan después de una serie de charlas y talleres sobre la prevención del VIH y otras infecciones de transmisión sexual que se llevan a cabo en los pueblos, por lo que todo el proceso fluye con naturalidad”, explica. Si el resultado a la prueba del VIH de alguien es positivo, puede contar con asesoramiento inmediato. Cabe destacar que, en el contexto de este sistema único, los esfuerzos de la respuesta al VIH también incorporan las creencias culturales.

Hace una década, un innovador proyecto iniciado por Adele Benzaken que, por aquel entonces, era investigadora en Fundação Alfredo da Matta de Manaos, recibió financiación de la Fundación Bill y Melinda Gates para realizar pruebas a más de 46 000 indígenas en sus propias comunidades. Las actividades se centraron principalmente en los estados de Amazonas y Roraima, dos zonas selváticas y remotas donde viven más de la mitad de los pueblos indígenas de Brasil. Las prioridades incluían poner fin a la violencia de género y evitar que los niños nacieran con sífilis congénita y VIH.

“Antes del proyecto, esta población indígena apenas tenía acceso a cualquier clase de diagnóstico, tratamiento o prevención”, rememora la Sra. Benzaken, quien hoy en día dirige el Departamento Nacional de ITS, Sida y Hepatitis Vírica del Ministerio de Salud de Brasil. “Eran vulnerables y no tenían acceso a los programas”.

En 2012, las pruebas rápidas se establecieron como política pública tanto para la población general como para la población indígena de Brasil. En cinco años, la distribución de pruebas rápidas del VIH a los 34 distritos sanitarios indígenas en funcionamiento prácticamente se triplicó hasta alcanzar las 152 000 en 2017 y, ese mismo año, la distribución de pruebas rápidas de la sífilis ascendió a más del doble, por encima de 65 000.

Los trabajadores sanitarios viajan en barco, por carretera y a pie por territorios inmensos para concienciar y hablar sobre los métodos de prevención, como los preservativos.

En Brasil viven cerca de 900 000 indígenas, y sus territorios representan más del 12% del país. En total, el país cuenta con 305 grupos étnicos que hablan 274 idiomas diferentes. De ellos, el más numeroso es el de los ticuna.

Vinicios Ancelmo Lizardo (o Pureenco, en su nombre indígena original de Avaí) trabaja como sanitario sobre todo en el estado de Amazonas. “Para ayudar a mi pueblo tengo que hacerles comprender la verdadera importancia que la salud tiene para ellos”, menciona. Antes de explicar en su propio idioma la prevención del VIH a un grupo de ticunas, les habla sobre el amor, el sexo y la libertad y, mientras les enseña cómo se debe utilizar un preservativo masculino (con la ayuda de un consolador auténtico), les hace reír.

El Sr. Lizardo admite que sortear las barreras culturales y tender puentes entre la ciencia y la tradición representa todo un desafío. Sin embargo, sabe muy bien que el aislamiento de la mayoría de las comunidades indígenas no puede continuar, y es por ello que hay que evitar que queden excluidas.