Reportaje

Cambiando el curso de la epidemia del VIH en Tailandia

17 de enero de 2020

Amanece una mañana como otra cualquiera en el Centro de Investigación del Sida de la Cruz Roja Tailandesa, una organización de la sociedad civil que trabaja bajo el amparo de la Sociedad de la Cruz Roja Tailandesa. En un edificio en pleno corazón de Bangkok, las enfermeras, los médicos, los asesores y los educadores inter pares están ocupados con su quehacer diario, suministrando los servicios para el VIH a las 200 personas que diariamente acuden a la Clínica Anónima de la Cruz Roja Tailandesa para realizarse los controles médicos, las pruebas del VIH y recibir los servicios para la prevención del VIH, entre los que se encuentran la administración de preservativos y de profilaxis preexposición (PrEP).

A sus 35 años, Praphan Phanuphak, director del centro que él mismo cofundó en 1989, descubrió el primer caso de VIH en Tailandia. «Fue algo accidental. Me derivaron a un paciente para que yo lo tratara e investigara el motivo por el que tenía una infección cutánea por hongos que era muy recurrente», recuerda. «En febrero de 1985, este mismo paciente ingresó con una neumonía por Pneumocystis.  Y ese mismo mes nos mandaron al hospital a otro hombre con una infección criptocócica generalizada. A ambos se les diagnosticó VIH. Desde entonces, llevo todos estos años dedicándome en cuerpo y alma a tratar a las personas que viven con el VIH y a desarrollar soluciones para expandir el acceso a los servicios del VIH en el país».

El Sr. Praphan es consciente de que, durante los primeros años del VIH, la respuesta tailandesa al virus tuvo que enfrentarse a importantes desafíos. Por aquel entonces, las leyes tailandesas obligaban a los hospitales a comunicar al ministerio de Salud Pública los nombres de las personas a las que se había diagnosticado el VIH, lo cual contribuyó a aumentar el estigma y la discriminación contra las personas que viven con el VIH. En respuesta a ello, la Cruz Roja Tailandesa abrió la Clínica Anónima Cruz Roja Tailandesa, el primer centro anónimo en Asia, y recomendó al Gobierno tailandés suprimir la mencionada ley de informes. La Clínica Anónima continúa siendo el centro más conocido que realiza pruebas voluntarias del VIH en el país.

«Hasta principios del año 2000, los medicamentos antirretrovirales no estaban disponibles en los centros sanitarios públicos tailandeses, y muchas de las personas que vivían con el VIH no podían permitirse adquirirlos», apuntaba el Sr. Praphan. Añadió, además, que en 1996 el Centro de Investigación del Sida de la Cruz Roja Tailandesa fue el primero en suministrar medicamentos antirretrovirales gratuitos  como parte de los ensayos clínicos en el marco del acuerdo de colaboración  para la investigación sobre el VIH entre Tailandia, Australia y los Países Bajos.

«Tras años de desesperanza, por fin llegó el momento de poder mirar hacia adelante y ver la luz. Por esa razón, quiero darle las gracias a Su Alteza Real la Princesa Soamsawali, quien nos apoyó abriendo en 1996 un fondo para la prevención de la transmisión maternoinfantil del VIH. Y aquello fue ya mucho antes de que el Gobierno de Tailandia comenzara su gran programa de prevención», recalcó el Sr. Praphan.

La respuesta al sida en Tailandia ha ido cambiando enormemente con el paso de los años. En el año 2006, Tailandia integró sus servicios para el VIH, incluyéndose aquí la terapia antirretroviral, en su plan de cobertura sanitaria universal. Desde 2014, Tailandia está suministrando la terapia antirretroviral a todo el mundo independientemente de su conteo de células CD4. Hoy todos pueden acceder al tratamiento de manera gratuita, y a las personas que viven con el VIH se les ofrece la medicación inmediatamente después del diagnóstico.

Sin embargo, también son muchas las personas que empiezan su terapia antirretroviral ya tarde. «Nosotros disponemos de los medicamentos, pero mucha gente no obtiene su diagnóstico lo suficientemente rápido», advirtió el Sr. Praphan. A pesar del enorme progreso alcanzado, la epidemia del VIH aún no está erradicada en Tailandia. El VIH sigue concentrándose entre los grupos de población clave: casi el 50 % de las nuevas infecciones registradas en 2018 se produjeron entre hombres gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. El bajo acceso a las pruebas del VIH entre los grupos de población clave se relaciona con la aceptabilidad de los servicios y el estigma y la discriminación, los cuales obstaculizan el acceso al diagnóstico, la prevención y el cuidado del VIH.

«Por nuestra experiencia, la mejor forma para detectar y diagnosticar a tiempo a las personas que viven con el VIH consiste en ayudar a los grupos de población clave a llegar a sus iguales y traerlos a los centros sociales dedicados al VIH, donde se les pueden realizar las pruebas para conocer su estado serológico», explica el Sr. Praphan, quien defendió con éxito la idea de modificar la ley tailandesa para poder certificar a proveedores no profesionales de los grupos de población clave con el fin de que puedan ser ellos quienes administren un buen número de servicios para el VIH.

El Centro de Investigación del Sida de la Cruz Roja Tailandesa se ocupa fundamentalmente de llevar a cabo proyectos piloto con el objetivo de obtener pruebas a partir de las que informar a los planificadores y los legisladores nacionales. Las pruebas proporcionan una base para la aceptación nacional y permiten llevar las innovaciones a escala nacional.

El centro, que se ha convertido en un referente líder en lo que concierne al acercamiento a los grupos de población clave, lleva desde 2014 ofreciendo profilaxis preexposición a todas las personas que corren un riesgo sustancial de contraer el VIH, a través de proyectos como el Princess PrEP Programme . En octubre de 2019, Tailandia introdujo la profilaxis preexposición entre el paquete de beneficios de la cobertura sanitaria universal, en lo que se consideró una fase piloto de los esfuerzos que se estaban haciendo por llevar la profilaxis previa a la exposición a la población de todo el país.

El Sr. Praphan considera que los legisladores y los implementadores de programas deberían comprender que «no podemos continuar trabajando como hasta ahora. En Asia y en el Pacífico, muchos países todavía son escépticos o conservadores en cuanto a la necesidad de promover los enfoques necesarios para cambiar el curso de la epidemia del VIH». Él tiene claro que la región no puede alcanzar para 2020 los objetivos de 90-90-90 si seguimos avanzando al ritmo actual. «Necesitamos empezar a pensar desde una nueva perspectiva y fijarnos en lo que otros países están haciendo, lo cual nos puede servir como modelo. Así es como podemos recorrer más rápido el camino para acabar con el sida como amenaza para la salud pública».