Reportaje

Es el momento de marcar un antes y un después en el cáncer de cuello uterino

04 de febrero de 2019

Con la vacuna para el virus del papiloma humano, el cáncer de cuello uterino se puede prevenir. Además, si se detecta y trata pronto, puede curarse. Entonces, ¿por qué tantas mujeres siguen desarrollándolo y falleciendo por su causa?

En 2018, se calcula que hubo 570 000 nuevos casos de cáncer de cuello uterino y que, en todo el mundo, causó la muerte de 311 000 mujeres. Tal y como ocurre con el VIH, el cáncer de cuello uterino es una enfermedad a la que contribuyen significativamente las desigualdades sociales, económicas y políticas. La mayor incidencia, el 80% de los casos y el 90% de las defunciones relacionadas, se produce en los países de ingresos más bajos.

Si no se amplían urgentemente los esfuerzos de prevención, realización de pruebas y tratamiento del cáncer de cuello uterino, los expertos estiman que para 2040 la tasa de muertes podría incrementarse en un 50% respecto a 2018.

El VIH y el cáncer de cuello uterino están estrechamente relacionados. El cáncer de cuello uterino es el cáncer más común entre las mujeres que viven con el VIH. Dichas mujeres tienen hasta cinco veces más probabilidades de desarrollar un cáncer de cuello uterino invasivo que el resto. En el África subsahariana, este tipo de cáncer es el que provoca la muerte de más mujeres.

Pese a que los riesgos que afrontan en relación al cáncer de cuello uterino son mayores, muchas mujeres que viven con el VIH carecen de acceso a pruebas o tratamiento regulares. En 2016, un estudio realizado en Malaui mostró que tan solo se les había realizado pruebas del cáncer de cuello uterino al 19% de las mujeres de 30 a 49 años que vivían con el VIH. De acuerdo a la investigación, solo se habían realizado pruebas de detección de la enfermedad al 2% de las mujeres más pobres que vivían con el VIH.

“Es inaceptable que en el mundo estén muriendo mujeres a causa del cáncer de cuello uterino porque no tienen acceso a vacunas, pruebas y tratamientos que salvan vidas”, denunciaba Ani Shakarishvili, asesora especial de ONUSIDA. “Salvamos la vida de una mujer asegurándonos de que disponga de tratamiento antirretrovírico para el VIH y, al final, muere de cáncer de cuello uterino. Los servicios tienen que estar integrados y disponibles para todo el mundo, sin excepción”. 

Coordinar las pruebas del cáncer de cuello uterino y los servicios para el VIH es rentable y salva vidas. ONUSIDA está trabajando junto con el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del Sida y el Instituto George W. Bush para incorporar las pruebas y la asistencia para el cáncer de cuello uterino en las clínicas donde las mujeres ya acceden a los servicios para el VIH de ocho países del África subsahariana. El objetivo de esta colaboración es el de reducir la incidencia del cáncer de cuello uterino en un 95%.

La Organización Mundial de la Salud anunció recientemente que acelerará sus esfuerzos mundiales por eliminar el cáncer de cuello uterino como problema global de salud pública, y que seguirá desempeñando un papel fundamental, que incluye el desarrollo de una estrategia general para dicha eliminación, iniciativa que ONUSIDA celebró encarecidamente. 

“Al igual que en la respuesta mundial al sida, debemos abordar la prevención y tratamiento del cáncer como una oportunidad para alcanzar una amplia coalición que reclame su derecho humano, fundamental y universal a la salud”, añadió la Sra. Shakarishvili.

El 4 de febrero, Día Mundial contra el Cáncer, ONUSIDA reafirmará su apoyo al llamamiento global a la acción para eliminar el cáncer de cuello uterino y abordar las desigualdades mediante la concienciación y el incremento del acceso a la prevención, detección y tratamiento para las niñas y mujeres en riesgo, incluidas las niñas y mujeres que viven con el VIH.