Reportaje

Las organizaciones de carácter religioso: aliados fundamentales en la respuesta al sida para migrantes

22 de febrero de 2019

Desde el comienzo de esta epidemia del VIH, las organizaciones de carácter religioso se han encargado de proveer servicios para el VIH en los países más afectados por el virus.  El Consejo Mundial de Iglesias, ONUSIDA y otros asociados organizaron un taller de trabajo con objeto de reforzar la colaboración en los servicios del VIH para migrantes y refugiados.

Wangari Tharao, directora las secciones de investigación y organización de programas en Women’s Health in Women’s Hands, emigró de Kenya a Canadá cuando la epidemia del VIH empezó a propagarse por todo el continente africano.  Basándose en su experiencia personal, sabe perfectamente los numerosos desafíos a los que se enfrenta un migrante, en especial cuando se trata de la atención sanitaria.  El desconocimiento del idioma, la falta de atención sanitaria continua y de calidad, el hecho de no tener un seguro médico o protección social, y la ausencia de políticas sanitarias inclusivas para los migrantes, son factores que afectan a la salud y a la seguridad de estas personas que intentan asentarse en nuevos países y comunidades.

Cuando emigró de Kenya, el estigma social y la discriminación que rodean el VIH estaban muy extendidos.  A día de hoy, Tharao afirma que el estigma social sigue estando presente.  «Al ser inmigrantes, luchamos contra el VIH en silencio. El estigma y la discriminación provocados por el VIH nos crea miedo y nos hace reacios a ir a centros de atención sanitaria»:  Es importante tener en cuenta cómo proveer servicios y superar los retos que se presentan ante las personas desplazadas», declaró.

«Necesitamos entender la vida y el viaje de un migrante desde una perspectiva global e individual para poder comprender los retos a los que se enfrenta. La situación legal, documentación o el comprobante de identidad no deben ser las razones por las que se les priva de sanidad y bienestar», dijo Tim Martineau, director ejecutivo adjunto de ONUSIDA

Aunque estas organizaciones religiosas han desempeñado una función importante en la respuesta al VIH, a veces, las creencias y prácticas religiosas se han usado como pretexto para justificar las críticas, que, al final, derivan en estigma social y la discriminación. 

«Como comunidades religiosas, podemos y debemos tomar más iniciativas para apoyar a los migrantes y refugiados: tenemos que protegerlos contra el VIH y la tuberculosis; fomentar el acceso a la atención sanitaria y la prevención, y, además, reducir el estigma social, la discriminación y la violencia», afirmó Olav Fykse Tveit, Secretario General del Consejo Mundial de Iglesias.

En el taller se mostraron muchos ejemplos de organizaciones de carácter religioso que proveen servicios para acoger, proteger, integrar y promover los derechos de los migrantes, refugiados y personas desplazadas.  Las mezquitas, iglesias y comunidades religiosas ofrecen redes de apoyo que pueden ser el punto de entrada a una nueva sociedad para un refugiado, una persona migrante o desplazada. 

«La gente confía en los grupos religiosos y esa es la base en la que nos apoyamos para ofrecer servicios comunitarios, difundir mensajes para la prevención contra el VIH y proporcionar tratamiento y servicios de atención sanitaria», alegó Michael P. Grill, director del programa de formación internacional sobre el VIH en el ejército, que forma parte del plan para la prevención del VIH del Departamento de Defensa de Estados Unidos. 

En el seminario que se celebró durante los días 20 y 21 de febrero en Ginebra, Suiza, los participantes establecieron los aspectos esenciales de una hoja de ruta para que las organizaciones de carácter religioso refuercen su participación y, a su vez, amplíen su labor en la respuesta al VIH y en los servicios que ofrecen a migrantes y refugiados.  Para llevar a cabo todo lo anterior, se tomarán como punto de partida los compromisos acordados en la Declaración Política sobre el VIH y el Sida de las Naciones Unidas de 2016 y en la Declaración Política sobre la Tuberculosis de 2018 de las Naciones Unidas. Además, se defenderán todos los compromisos del Pacto Mundial sobre Migración en relación con el derecho a la sanidad.