Reportaje

Unirnos para abordar el coste de la desigualdad

15 de diciembre de 2020

«Mi negocio se ha visto afectado negativamente por el coronavirus. Antes de él, vendía al menos diez cartones de huevos a la semana. En el momento álgido de la pandemia, tenía suerte si podía vender dos», se lamentaba George Richard Mbogo, que vive con el VIH, tiene dos hijos y es dueño de un negocio de pollos, huevos y patatas fritas en Temeke, un distrito del sur de Dar es Salaam, República Unida de Tanzanía.

La crisis de la COVID-19 ha tenido repercusiones negativas en los medios de vida de las personas que viven con el VIH en la República Unida de Tanzanía, lo que ha exacerbado los retos a los que se enfrentan. Estos incluyen la prestación de servicios relacionados con el VIH y las cada vez mayores desigualdades sociales y económicas.

«El coronavirus ha sido una época muy complicada. He vivido con mucha preocupación y estrés. Conducir un boda boda (una motocicleta que sirve como taxi) requiere meterse entre multitudes y trabajar de cerca con personas. Ha sido difícil no caer en la ansiedad y la depresión al conciliar recibir el tratamiento contra el VIH y mi trabajo. Hubo momentos en los que pensé en dejar de tomar mi medicina, pero no lo hice», dijo Aziz Lai, un motociclista que también vive en Dar es Salaam. 

A pesar de que los más afectados por las pandemias simultáneas de VIH y COVID-19 están siendo los más pobres y los más vulnerables, mediante la movilización nacional de recursos, la crisis de COVID-19 ha creado una oportunidad para que los asociados se movilicen en apoyo a las comunidades a las que proveen servicios.

Los esfuerzos conjuntos por parte del gobierno, los asociados para el desarrollo —incluidos el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del Sida, USAID Y ONUSIDA—, el Consejo Nacional Tanzano de Personas que Viven con el VIH y el Sida (NACOPHA) y los activistas de la comunidad han desempeñado un papel clave a la hora de responder a la COVID-19, proporcionando información, servicios, protección social y esperanza a las personas que viven con el VIH durante estos tiempos difíciles sin precedentes.

Una de estas iniciativas es Hebu Tuyajenge, dirigida por NACOPHA y financiada por USAID, que se centra en aumentar la utilización de los servicios de pruebas del VIH, tratamiento y planificación familiar entre adolescentes y personas que viven con el VIH, fortaleciendo así los medios de acción de las organizaciones y las estructuras de la comunidad, y haciendo el entorno más propicio para la respuesta al VIH a través del empoderamiento de las personas que viven con el VIH.

Caroline Damiani es una madre soltera con tres hijos que vive con el VIH y se gana la vida criando pollos y patos. «Hebu Tuyajenge nos proporcionó equipo de protección personal, desinfectantes, jabón y cubos, así como educación acerca de la COVID-19 y cómo cuidarnos a nosotros mismos para mantenernos sanos durante la pandemia», explicó.

Mediante los servicios comunitarios que complementan la atención basada en los centros sanitarios, se ha conectado con las personas que viven con el VIH y se ha hecho que sigan recibiendo tratamiento durante la crisis a través de servicios para el VIH entre iguales cruciales.

Según Elizabeth Vicent Sangu, que lleva 26 años viviendo con el VIH, sus «cifras» hablan por sí solas.

«Durante mi seguimiento comunitario he llevado a 80 personas de vuelta a la clínica para hacerse un recuento de linfocitos CD4, inspirado a 240 personas a hacerse pruebas, denunciado 15 casos de violencia de género y proporcionado educación a 33 grupos, incluidos de jóvenes y congregaciones religiosas», explicó, rebosante de orgullo.

NACOPHA ayudó a la Sra. Sangu a aceptar su estado y la ayudó en su camino hacia su propio empoderamiento.

«Desde que me convertí en una promotora del tratamiento para Hebu Tuyajenge he recibido ayuda con la iniciativa empresarial y la educación acerca del VIH. Me he convertido en una profesora para otros. He vuelto valientes a otros a la hora de vivir con el VIH y realizarse pruebas», aseveró.

La asociación entre los promotores de la comunidad y los centros sanitarios ha tenido buenos resultados.

«Tanto nosotros como nuestros pacientes teníamos miedo en un principio, pero, gracias a la información y la educación, las cosas mejoraron. Nos centramos en proporcionar información cada hora y cada día a los pacientes acerca del coronavirus y nos aseguramos de que las personas practicaran un distanciamiento social seguro», afirmó Rose Mwamtobe, doctora del Centro de Atención Médica y Tratamiento Tambukareli, en Temeke.

«La COVID-19 nos está mostrando de nuevo el coste de la desigualdad, no solo en la República Unida de Tanzanía, sino a escala mundial. La salud mundial, incluyendo la respuesta al sida, esta interconectada con los derechos humanos, la igualdad de género, la protección social y el crecimiento económico», dijo Leopold Zekeng, director nacional de ONUSIDA en la República Unida de Tanzanía.

«La clave para acabar con el sida y la COVID-19 es que todos los asociados se unan, a nivel nacional y mundial, para asegurar que no dejamos atrás a nadie», añadió.