Declaración de prensa

La directora ejecutiva de ONUSIDA insta a la acción para cambiar el rumbo de la violencia contra las mujeres, las niñas y el VIH

«Acabar con la violencia de género requiere un enfoque integral que implique a toda la sociedad y a todos los Gobiernos. Sin embargo, estoy convencida de que, si al menos los responsables de la toma de decisiones impulsan estas acciones clave, todos saldremos ganando. Habrá menos violencia contra las mujeres y las niñas, y menos mujeres y niñas que contraigan el VIH o que se vean afectadas por las grietas en el acceso y la adherencia al tratamiento antirretroviral. Debemos revolucionar la forma de trabajar en la respuesta al sida y  situar la igualdad de género y los derechos de las mujeres en el centro. No hay lugar para la complacencia o la aceptación de la violencia de género si queremos poner fin al sida como emergencia de salud pública para 2030 y hacer así realidad los Objetivos de Desarrollo Sostenible», destacó Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA.

Una de cada tres mujeres y adolescentes de todo el mundo sufre violencia física o sexual por parte de sus maridos, parejas masculinas o extraños. Esta violencia se produce en sus hogares y barrios, que son los lugares en los que deberían sentirse más seguras. Y en esta horrenda estadística no se incluye a los millones de mujeres y niñas que se enfrentan a multitud de otras formas de violencia de género y prácticas perjudiciales. Durante la COVID-19, las denuncias de violencia dentro de la pareja, matrimonio infantil y forzado, mutilación genital femenina y violencia sexual no han hecho más que aumentar.

Para las mujeres y las niñas que viven con el VIH, se ha multiplicado el riesgo de ser objeto de violencia por parte de sus parejas, familias y comunidades o al ir a buscar servicios. Entre sus muchas consecuencias y costes, la violencia de género socava esos logros tan arduamente ganados en la prevención del VIH y la erradicación del sida como emergencia de salud pública.

En los países con una alta prevalencia del VIH, la violencia dentro de la pareja puede aumentar las probabilidades de que las mujeres contraigan el VIH hasta en un 50 %. La violencia o el miedo a ella bloquean el acceso de las mujeres a los servicios y su capacidad para negociar el uso del preservativo con los autores, revelar su estado serológico o permanecer en tratamiento contra el VIH. 

Muchas mujeres que viven con el VIH también sufren discriminación y la violación de sus derechos sexuales y reproductivos en los centros sanitarios. Las trabajadoras sexuales, las mujeres consumidoras de drogas y las personas bisexuales y trans se enfrentan a riesgos excepcionalmente altos de contraer el VIH y sufrir violencia de género y agresiones sexuales, todo ello impulsado por el estigma, la discriminación y la criminalización relacionados con el VIH.

 

Cinco acciones clave

En línea con la Declaración política de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el VIH y el sida: Acabar con las desigualdades y estar en condiciones de poner fin al sida para 2030, la Sra. Byanyima insta a los Gobiernos, las agencias de las Naciones Unidas, los donantes, los proveedores de servicios y todas las partes interesadas en la respuesta al VIH a abordar de forma inmediata y sistemática las relaciones entre el VIH y la violencia contra las mujeres y las niñas, en toda su diversidad, lo que incluye:

  1. Adoptar lo básico: como mínimo, los países deben cumplir con las normas internacionales para la prestación de servicios sanitarios a las mujeres y las niñas que viven con el VIH o tienen un mayor riesgo de contraerlo. Para esto es necesario integrar medidas de prevención y respuesta a la violencia de género en todos los servicios para el VIH, incluidas las mujeres de los grupos de población clave, y garantizar la protección de la salud y los derechos sexuales y reproductivos.
  2. Prevención temprana del VIH y de la violencia de género: trabajar con adolescentes y niños para abordar las normas de género dañinas, invirtiendo en una educación y en intervenciones que transformen los aspectos relativos al género, incluida la educación integral sobre sexualidad. Es necesario inculcar valores de respeto por la autonomía corporal, el consentimiento sexual, las citas seguras y el uso de preservativos como norma, y que se garantice una tolerancia cero a la violencia de género y al estigma y la discriminación por el VIH en las escuelas.
  3. Ir más allá de implicar a los hombres para que busquen servicios para el VIH: impulsar los programas para el VIH que involucran a hombres y niños para que incorporen enfoques que transformen los aspectos relativos al género y desafíen las masculinidades dañinas que alimentan tanto la pandemia del VIH como la violencia contra las mujeres y las niñas. Los hombres y los niños deberían adquirir compromisos en lo referente a las pruebas del VIH y la adherencia al tratamiento, junto con los esfuerzos para garantizar el respeto de la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y sus derechos a no sufrir violencia de género.
  4. Poner fin a la impunidad para la violencia contra las mujeres y las niñas que viven con el VIH: acelerar las reformas legales y hacer cumplir los derechos humanos de todas las mujeres para que vivan sin violencia, independientemente de su estado serológico o de cualquier otro motivo, y acabar con el uso excesivo de leyes penales que se dirigen o afectan desproporcionadamente a las mujeres por su sexualidad, actividad sexual, estado serológico, género o consumo de drogas. Ampliar la alfabetización legal y de derechos humanos entre las mujeres y las niñas que viven con el VIH o que corren el riesgo de contraerlo, para que conozcan sus derechos, sepan dónde buscar ayuda legal y puedan acceder a la justicia. Esto garantizará que los mecanismos de reclamación y reparación de la violencia de género y las violaciones de los derechos reproductivos sean accesibles en todos los servicios sanitarios y de otro tipo.
  5. Invertir en el liderazgo de las mujeres para cambiar el rumbo tanto en lo que respecta al VIH como a la violencia de género: establecer mecanismos para la participación significativa y el liderazgo de las mujeres y las niñas que viven con el VIH y están en riesgo de contraerlo, en toda su diversidad, en la toma de decisiones para responder a las dos pandemias: la de sida y la de la violencia contra las mujeres y las niñas. Para esto es necesario invertir en el liderazgo feminista y en las intervenciones basadas en la comunidad para el VIH dirigidas por mujeres, y valorar sus experiencias y conocimientos como parte esencial de una respuesta eficaz al VIH.

 

ONUSIDA

El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) lidera e inspira al mundo para hacer realidad su meta global de cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el sida. ONUSIDA aúna los esfuerzos de 11 organizaciones de las Naciones Unidas (ACNUR, UNICEF, PMA, PNUD, UNFPA, UNODC, ONU Mujeres, OIT, UNESCO, OMS y Banco Mundial) y trabaja en estrecha colaboración con asociados mundiales y nacionales para poner fin a la epidemia de sida para el 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Obtenga más información en unaids.org y conecte con nosotros a través de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

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