Reportaje

Sin una financiación sostenible, la respuesta al sida fallará

26 de septiembre de 2019

Esta semana, la Asamblea General de las Naciones Unidas se comprometió a lograr la cobertura sanitaria universal para 2030. Del mismo modo, prometió acelerar los esfuerzos para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluyendo el de erradicar el sida, para 2030. Estos compromisos son precisamente los que nos demuestran que hay una voluntad política de responder a la mayor crisis a la que se ha enfrentado el mundo.

En 2016, la Asamblea General acordó, en la Declaración política para poner fin al sida, una ampliación continua de la inversión en la respuesta al sida en los países de bajos y medianos ingresos que ascendiera, al menos, a los 26 mil millones de dólares estadounidenses para 2020. A finales de 2018, sin embargo, únicamente estaban disponibles 19 mil millones de dólares estadounidenses (en dólares estadounidenses constantes en 2016). Y lo que es peor, 19 mil millones de dólares estadounidenses suponían casi mil millones menos de dólares estadounidenses que el año anterior.

En vez de aumentar paulatinamente, la financiación global para el VIH va descendiendo. El compromiso político simplemente no concuerda con la financiación requerida para hacer realidad la idea de erradicar el sida. A poco menos de un año de alcanzar la fecha de 2020 prevista para el objetivo de 26 mil millones de dólares estadounidenses, la financiación para la respuesta al sida ha caído en 7 mil millones de dólares estadounidenses. Este descenso resulta particularmente alarmante porque sabemos que la respuesta al sida salva vidas, por lo que invertir en la respuesta al sida es una gran inversión.

 

«El mundo no puede permitirse una recaída en su inversión en la respuesta al sida», enfatizó Gunilla Carlsson, Directora Ejecutiva en funciones de ONUSIDA. «Los países han de cumplir su promesa de aumentar gradualmente la inversión en la respuesta al VIH si el mundo quiere cumplir sus obligaciones con los más vulnerables y en desventaja».

La caída en la financiación se ha visto en todos los sectores en 2018: recursos nacionales (un declive de un 2 %), el Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria (Fondo mundial) (un descenso de un 20 %, que viene explicado por fluctuaciones en su ciclo de subvención de tres años), otros canales multilaterales (una caída de un 2 %), los programas bilaterales del Gobierno de los Estados Unidos de América (una reducción de un 3 %), los programas bilaterales de otros países donantes (un 17 % menos), organizaciones filantrópicas (una reducción de un 18 %) y otras fuentes internacionales (un 4 % de descenso).

Los países de bajos y medianos ingresos se están autofinanciando cada vez más su respuesta al sida. Entre 2010 y 2018 los recursos nacionales invertidos por los países de bajos y medianos ingresos en su respuesta al sida han aumentado en un 50 %, mientras que las inversiones internacionales lo han hecho en tan solo un 4 %.

La financiación nacional en 2018 en los países de bajos y medianos ingresos representó el 56 % de los recursos de financiación totales, si bien las regiones variaban considerablemente unas de otras. En África oriental y meridional, que es la región con la tasa más alta del VIH, un 59 % de los recursos procedían de donantes en 2018, lo cual conduce a una subida del 80 % si apartamos a Sudáfrica del análisis. Entre 2010 y 2018 todos los grandes donantes excepto Estados Unidos redujeron sus contribuciones directas bidireccionales a la respuesta al sida de otros países.

Este mes de octubre se presenta como un momento fundamental para la financiación y el VIH. El próximo 10 de octubre, los Gobiernos y otros socios se reunirán en Lyon, Francia, para la sexta conferencia internacional de reposición de fondos del Fondo Mundial.  En su intento por conseguir, al menos, 14 mil millones de dólares estadounidenses para la respuesta contra el VIH, la tuberculosis y la malaria para 2020-2022, el Fondo Global calcula que, si sus programas están completamente financiados, se logrará salvar 16 millones de vidas, una estimación realizada a partir de los 27 millones de vidas salvadas desde su inicio en 2002.

«Insto a los países a financiar plenamente el Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria en su próxima reposición. La vida de 16 millones de hombres, mujeres y niños depende de ello», insistió la Sra. Carlsson.

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