Reportaje

Enfoques innovadores y potenciados por las personas para poner fin a las muertes por tuberculosis

25 de marzo de 2020

Urge acercar a las comunidades programas efectivos y de calidad en materia de prevención, tratamiento y cuidado para la tuberculosis. Estos esfuerzos implican capacitar a las comunidades para que empiecen a utilizar servicios para la tuberculosis innovadores y basados en la comunidad, los cuales han demostrado tener un alto impacto y ser muy rentables.

Ha habido una movilización mundial sin precedentes para ayudar a los países a poner fin a la epidemia de la tuberculosis. Gracias a estos esfuerzos se logró que el tratamiento para la tuberculosis llegara a otros 7 millones de personas más en 2018, y desde el año 2010 también se ha conseguido reducir en un 52 % el número de muertes relacionadas con la tuberculosis entre las personas que viven con el VIH.

Se ha avanzado mucho hacia el objetivo que se fijó en la Reunión de alto nivel de las Naciones Unidas sobre la lucha contra la tuberculosis: conseguir que 6 millones de personas que viven con el VIH tengan acceso a los servicios de prevención de la tuberculosis para el año 2022. En 2018 1,8 millones de personas seropositivas iniciaron un tratamiento para la prevención de la tuberculosis, el cual reduce el riesgo de desarrollar tuberculosis activa.

Sin embargo, aún hay grandes cuestiones que resolver. Durante el año 2018, la tuberculosis se cobró 1,5 millones de vidas, entre ellas las de 251 000 personas que viven con el VIH, lo que representa un tercio de las 770 000 muertes de ese año relacionadas con el sida. En el mundo hay alrededor de 10 millones de personas con tuberculosis, y entre ellas un 9 % está coinfectado con el VIH. Aún estamos muy lejos de alcanzar el objetivo mundial de reducir las muertes por tuberculosis entre las personas que viven con el VIH en un 75 % para finales de 2020. Si bien en 2018 el número aproximado de nuevos casos de tuberculosis entre las personas que viven con el VIH era de 862 000 personas, solo el 56 % de todos ellos sabía que tenía tuberculosis. Menos de la mitad de las personas que viven con el VIH y que comenzaron con la terapia antirretrovírica en 2018 señaló haber empezado también un tratamiento preventivo para la tuberculosis.

Son cruciales, y se necesitan cada vez más, los enfoques centrados en las personas y basados en las comunidades que acercan cada vez más los servicios a quienes más los necesitan. Por ejemplo, como alternativa al tratamiento diario de seis meses de duración que se está poniendo en marcha en algunos países y que obliga a los pacientes a acudir a los centros de atención sanitaria para ser controlados por profesionales, el tratamiento directamente observado (DOT), muchos programas se están probando con tecnologías de adherencia digital.

El enfoque de la caja de medicación monitorizada consiste en que las medicinas del paciente deben estar una caja, y se envía a los centros sanitarios una señal cada vez que un paciente abre la caja para tomar sus medicinas para la tuberculosis. El método del vídeo DOT implica que los pacientes deben grabarse a sí mismos y enviar a diario a su centro sanitario un vídeo con una actualización de los medicamentos.

Estas tecnologías son fáciles de usar, reducen la cantidad de tiempo que las personas deben apartarse de sus actividades habituales y minimizan también los costes derivados del transporte diario a las clínicas. Dan autonomía a las personas y las capacitan para ocuparse de su tratamiento y su salud en casa, al tiempo que siguen muy supervisadas para garantizar así la adherencia al tratamiento. Gracias a estos avances, se facilita también el acceso a los grupos más vulnerables y se consigue reducir el estigma.

La prueba de lipoarabinomanano en orina de flujo lateral (LF-LAM) es un test rápido recomendado por la Organización Mundial de la Salud que permitirá un cambio radical a la hora de detectar la tuberculosis activa en personas que viven con el VIH. Gracias a esta técnica, la prueba se puede realizar a niños y adultos en instalaciones sanitarias y centros de la comunidad. Hasta la fecha, sin embargo, solo siete de 30 países con una gran carga están implementando los test LF-LAM.

Gracias a nuevas políticas y reducciones en el precio, cada día se encuentran también más disponibles tratamientos para la tuberculosis más breves, como la pauta de administrar rifapentina con isoniazida semanalmente durante tres meses. Se trata de terapias con menos efectos secundarios que los tratamientos largos y con las que aumentan las tasas de no abandono de la medicación. Las comunidades desempeñan un papel clave a la hora de apoyar a las personas que viven con el VIH a iniciar y terminar su tratamiento preventivo para la tuberculosis, supervisar los efectos secundarios y buscar ayuda en cuanto aparecen los primeros síntomas de tuberculosis.

«Especialmente en este momento que coincide con el brote de COVID-19, hemos de avanzar hacia modelos innovadores que permitan a las personas continuar sus cuidados en casa. Esto significa que hemos de velar por la calidad y apoyar el que las personas puedan acceder de manera virtual, por teléfono y en la comunidad. Implica modelos de prestación de servicios que reconozcan y respondan a las dificultades diarias presentes en las vidas de las personas y que pongan directamente en sus manos las herramientas para alcanzar el éxito. Capacitemos a las personas para estar conectadas, continuemos cuidándolas y velando por su acceso a apoyos adicionales, entre los que están las instalaciones, en los casos en que más importan», señala Shannon Hader, Directora Ejecutiva Adjunta del Programa de ONUSIDA.

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