ONUSIDA insta a aumentar el gasto en salud y protección social como parte esencial de la respuesta económica a la crisis de la COVID-19

17 de abril de 2020

Discurso de Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA, con relación a la respuesta económica a la COVID-19, pronunciado durante un evento online celebrado el 16 de abril de 2020 y copatrocinado por el Global Development Policy Center y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.

La COVID-19 está matando a personas. Sin embargo, la magnitud y las consecuencias de la pandemia son las creadas por el hombre.

No era inevitable el que con la enfermedad se hayan perdido miles de vidas y echado a perder millones de medios de subsistencia. Todas estas pérdidas a las que nos seguimos enfrentando son el resultado de la enorme desigualdad para la que hemos programado nuestra economía mundial.

La pronunciada pendiente de las curvas de mortalidad, la profundidad de las pérdidas económicas y las revueltas sociales que se han visto en distintos países no son sino las consecuencias de nuestras elecciones políticas, una función del modelo económico que nosotros mismos hemos creado.

La COVID-19 ha empujado al mundo a la recesión. El Fondo Monetario Internacional ya nos está advirtiendo de que este gran confinamiento será peor que la crisis financiera que todo el mundo atravesó en el año 2008. Según las previsiones de la Organización Internacional del Trabajo, la enfermedad del coronavirus acabará con el equivalente a 195 millones de puestos de trabajo a jornada completa.

Como bien aprendimos de la epidemia del VIH, las epidemias causan estragos en un mundo desigual. Alimentan las desigualdades ya existentes y golpean con fiereza a los más vulnerables y marginados, a todos aquellos que no tienen acceso a la atención sanitaria, que no disponen de ninguna red que les aporte seguridad, a quienes no se les reconoce el derecho a tener una baja por enfermedad y a las personas que carecen de agua con la que limpiarse las manos. Precisamente las epidemias abaten antes, y con más crueldad, a aquellos a los que se les niega el derecho a la salud.

Cuando los Gobiernos dan prioridad a los sistemas de atención sanitaria privados frente a la atención sanitaria universal financiada con fondos públicos, están eligiendo. Están diciendo que el derecho a la salud se convierte en un privilegio para los pocos que pueden permitírselo. Y entonces, cuando la epidemia azota, esa elección se convierte en una decisión sobre a quién hay que permitir vivir y a quién se debe dejar morir. En ese momento quienes disfrutan del privilegio de acceder a la atención sanitaria consiguen vivir, mientras que a los demás no les queda más que morir.

Los Gobiernos han de invertir en la protección social universal. En las comunidades pobres presentes en todo el mundo, a menudo escuchamos: «Si no podemos trabajar, moriremos de hambre antes de contraer la enfermedad del coronavirus». Se trata de una elección que nadie tendría que hacer. Esta crisis sanitaria se está convirtiendo a pasos agigantados en una crisis también alimentaria.

En toda nuestra economía, observamos modelos empresariales que confían en mano de obra a la que no se protege. Modelos que explotan a los trabajadores y a los proveedores, que ni los apoyan ni los protegen.

La crisis climática es otra consecuencia de este amañado modelo económico que explota los ecosistemas de los que dependemos. Y de nuevo son los más pobres, los menos responsables de los abusos, quienes mayor varapalo reciben. Ahora mismo en el Pacífico, las personas no están solo luchando contra la COVID-19, sino que siguen recuperándose de las secuelas del ciclón Harold.

Nada de todo esto es accidental. Cada pequeño aspecto responde a un diseño, obedece a una intencionalidad. Al comienzo de mi discurso ya les adelanté que nuestra vida viene regida por decisiones tomadas por el hombre; no obstante, en muchos casos, estamos ante decisiones adoptadas por el sexo masculino. Me refiero a hombres que todavía dominan las salas de juntas y los pasillos del poder político, mientras son las mujeres quienes siguen asumiendo la gran responsabilidad de cuidar a otros. Mujeres que han de atender a familiares enfermos durante la pandemia o que deben andar kilómetros y kilómetros para conseguir agua potable.

Sin embargo, en esta historia no todo son sombras. Empezamos a atisbar pequeños resquicios de esperanza, vamos aprendiendo algunas lecciones. Somos cada vez más conscientes de la importancia de la salud y la protección social. Ello supone que, si queremos recuperarnos, debemos resetearnos. No podemos regresar al punto en que estábamos.

Estamos siendo testigos de cómo algunos países imponen lo que están llamando impuestos de solidaridad a las grandes empresas y a las personas con más recursos. Estamos oyendo hablar sobre la cancelación de la deuda estudiantil; la exención de tasas sanitarias, incluyéndose aquí las cuotas de usuarios, y el mayor apoyo a los cuidadores. Nos encontramos ante una nueva agenda.

Mas a nuestro alrededor otros países avanzan en dirección contraria: rebajas de impuestos para los más adinerados, paquetes de rescate para las grandes empresas sin garantía de que esos fondos se vayan a traducir en un apoyo para los trabajadores y los proveedores que trabajan sobre el terreno. Vamos viendo, por tanto, distintas señales.

Se ha de incrementar el gasto en salud y protección social. Esta pandemia debería ser el punto de partida de nuestra reconstrucción, de ahí que no debamos solo remendar con rescates.

Hemos de salir de esta crisis diferentes, reforzados, convencidos de que es imprescindible cambiar el modelo económico. Necesitamos un nuevo pacto verde mundial en el que el estímulo esté en invertir en las personas y en el planeta.

Un nuevo modelo económico que expanda la cobertura sanitaria universal y la protección social universal para todos, que impulse el trabajo digno y el cobro de sueldos dignos, y en el que las recompensas se distribuyan por toda la cadena de suministros y todas las partes interesadas se beneficien por igual. Un modelo en sintonía con el Acuerdo de París en materia de cambio climático.

Ahora tenemos la oportunidad de tomar decisiones distintas. Rezo para que todos los líderes mundiales así lo hagan.

ONUSIDA

El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) lidera e inspira al mundo para hacer realidad su meta global de cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el sida. ONUSIDA aúna los esfuerzos de 11 organizaciones de las Naciones Unidas (ACNUR, UNICEF, PMA, PNUD, UNFPA, UNODC, ONU Mujeres, OIT, UNESCO, OMS y Banco Mundial) y trabaja en estrecha colaboración con asociados mundiales y nacionales para poner fin a la epidemia de sida para el 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Obtenga más información en unaids.org y conecte con nosotros a través de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

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Las organizaciones comunitarias en Noruega aseguran la salud, la dignidad y los derechos

17 de marzo de 2020

Para la directora ejecutiva de ONUSIDA Winnie Byanyima, el trayecto en autobús de esta mañana fue muy diferente, ya que se montó en el autobús de la hepatitis en Oslo, Noruega, para saber más acerca de ProLAR, una organización que ayuda a las personas que consumen drogas. ProLAR ofrece varios servicios, entre los que se encuentran terapias de sustitución de opiáceos y pruebas del VIH y de la hepatitis C. Además, reclama activamente cambios en la política, en materia de drogas, y promueve políticas fundadas en hechos que involucren a las comunidades afectadas.

«Damos la bienvenida a las personas que consumen drogas a este espacio seguro y acogedor en el que podemos hablar , conocernos los unos a los otros y realizar las pruebas que sean necesarias», explica Ronny Bjørnestad, director ejecutivo de ProLAR.

De acuerdo con el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, aproximadamente 9000 personas que se inyectan drogas vivían en Noruega en 2019, muchos en Oslo y en Bergen, las dos ciudades más pobladas. Por ello, el Gobierno noruego presentó en 2015 un nuevo plan de acción que abordaba el consumo de sustancias y las adicciones, y que priorizaba la prevención, la intervención precoz, el tratamiento y el cuidado posterior para las personas que consumen drogas. El Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades informó de que en 2018 solo hubo seis nuevos diagnósticos entre los usuarios de drogas inyectables en Noruega.

Byanyima también visitó Sjekkpunkt, un servicio anónimo y gratuito en Oslo, dirigido a hombres homosexuales y a hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres, en el que se pueden realizar pruebas para el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual. Rolf Martin Angeltvedt, director de Helseutvalget, afirmó que «El puesto de control nunca negará la entrada a alguien que quiera hablar y realizarse la prueba , que es gratuita, anónima y rápida».

En los últimos años, en Noruega han disminuido a ritmo constante las nuevas infecciones por el VIH entre hombres homosexuales y entre los hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres. De hecho, en 2018 el método más frecuente de transmisión del VIH en Noruega fue la transmisión heterosexual.

Tras la visita a Sjekkpunkt, Byanyima se reunió con representantes de organizaciones de la sociedad civil que trabajan en Noruega para ayudar a las personas afectadas por el VIH y que viven con él. Trataron temas como el trabajo sexual, el chemsex, la tercera edad, la juventud, las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intergénero, y la migración. En Noruega, las organizaciones de la sociedad civil desempeñan un papel fundamental a la hora de abordar la epidemia de sida, ya que apoyan la prevención, el tratamiento y la atención.

«Es clave el liderazgo en redes y organizaciones dirigidas por compañeros que trabajan para ayudar a las personas afectadas por el VIH y que viven con él. Ahora más que nunca el papel de la sociedad civil es esencial para romper las barreras en la salud, la dignidad y el disfrute de los derechos humanos. Les animo a que construyan puentes con organizaciones de sociedades civiles de otras regiones del mundo, porque  debemos trabajar juntos para invertir la alarmante tendencia de reducción del espacio y de falta de financiación para la sociedad civil. De otra manera, no conseguiremos alcanzar el objetivo de poner fin a la epidemia del sida en 2030», afirmó Winnie Byanyima.

Las respuestas exitosas a la epidemia mundial sitúan a las personas en el centro

12 de marzo de 2020

El brote de COVID-19 está arrojando luz sobre la capacidad de respuesta nacional e internacional a las emergencias sanitarias. La situación actual está dejando al descubierto las brechas que existen en nuestros sistemas, nos está haciendo mostrar nuestros puntos fuertes y está aprovechando la valiosa experiencia con que ya contamos a la hora de responder a otras amenazas sanitarias como el VIH. En ONUSIDA sabemos que las personas que viven con el VIH están muy preocupadas y tienen distintas preguntas relacionadas con la aparición del virus que causa el COVID-19. Una de las lecciones más importantes que hemos de sacar de la respuesta a la epidemia del VIH es escuchar a las personas más afectadas y aprender de ellas. ONUSIDA continúa trabajando en esa línea.

Es importantísimo subrayar que actualmente no hay ninguna prueba científica de que las personas que viven con el VIH corran más riesgo de contraer el COVID-19 ni de que, en caso de contraerlo, este los afecte de peor manera. Al igual que en el resto de la población, las personas mayores que viven con el VIH o las personas que viven con el VIH y tienen problemas cardíacos o pulmonares corren más riesgo de contraer el virus y presentar peores síntomas. Como la población general, las personas que viven con el VIH deberían adoptar todas las medidas preventivas recomendadas para minimizar la exposición y prevenir la infección. Mientras el COVID-19 continúa expandiéndose por todo el mundo, será fundamental para las investigaciones que se están llevando a cabo en zonas de alta prevalencia del VIH en la población general proporcionar más datos sobre las interacciones biológicas e inmunológicas entre el VIH y el nuevo coronavirus.

Sin embargo, las medidas adoptadas para frenar el virus podrían tener efectos adversos inintencionados en las personas que viven con el VIH. Cuando el brote de COVID-19 comenzó en China, ONUSIDA realizó una encuesta entre las personas que viven con el VIH para conocer sus necesidades. El estudio de seguimiento que venimos llevando a cabo nos dice que las personas que viven con el VIH están empezando a experimentar problemas con la reposición de sus medicinas. Está situación está inevitablemente desatando una gran ansiedad. Como respuesta a ello, ONUSIDA ha estado trabajando con las redes de personas que viven con el VIH y los responsables del Gobierno para apoyar la distribución segura de medicinas a puntos de recogida. En China se ha establecido incluso un número de asistencia telefónica para que las personas que viven con el VIH puedan continuar expresando sus preocupaciones mientras el brote continúa. Junto a nuestros socios, seguiremos muy de cerca supervisando los desarrollos en las cadenas de suministros mundiales para garantizar que los suministros médicos esenciales continúen llegando a las personas que los necesitan y que la producción de ingredientes farmacéuticos activos se mantengan a un mínimo.         

ONUSIDA insta a todos los países a preparar sus respuestas al COVID-19 teniendo muy presente que las personas que viven con el VIH puedan tener un acceso seguro a sus tratamientos. Urge que los países implementen escrupulosamente las actuales pautas de tratamiento para el VIH proporcionadas por la Organización Mundial de la Salud con relación a la dispensación de medicamentos para varios meses, con el objeto de garantizar que la mayoría de las personas que viven con el VIH dispongan de medicamentos para tres o más meses. Ello ayudará a aliviar la carga de los centros sanitarios para cuando llegue el COVID-19 y permitirá a las personas mantener sus pautas de tratamiento ininterrumpidas y no arriesgarse a una mayor exposición al COVID-19 al ir a recoger sus medicinas.

Una lección básica que hemos de grabarnos a fuego y que aprendimos con la respuesta al sida es que el estigma y la discriminación no solo son negativos, sino también contraproducentes, tanto para la salud de cada persona a nivel individual como para la salud pública en su conjunto. Por eso es por lo que ONUSIDA ha apoyado y sigue apoyando todas las campañas para reducir el estigma y la discriminación a los que se enfrentan las personas afectadas por el VIH. Nunca hemos vencido ninguna amenaza sanitaria desde el estigma y la discriminación, y nuestra respuesta al COVID-19 ahora ha de guiarse por las lecciones aprendidas con la respuesta al sida. Esto incluye escuchar a las personas afectadas por el brote y establecer una confianza y comunicación entre las personas afectadas y las autoridades sanitarias, incluso antes de que aumenten las cargas de la enfermedad.

Nuestros mayores logros en la lucha contra el VIH los hemos alcanzado en países que han reducido el estigma y la discriminación, donde se ha animado a las personas a realizarse la prueba y a buscar tratamiento en caso necesario. Al escuchar los canales de comunicación recomendados por las autoridades de salud pública, prestemos atención a las personas afectadas por el COVID-19 y recurramos a su experiencia vital para fortalecer nuestra respuesta al coronavirus.  

Las muertes causadas por el COVID-19 nos entristecen a todos, y hoy quiero trasladar todo mi apoyo a las familias y los seres queridos de las personas fallecidas. Mas si somos inteligentes, la comunidad internacional y cada uno de los países individualmente utilizarán sus experiencias para reforzar aún más los sistemas de supervisión y hacer las inversiones precisas en infraestructuras sanitarias, tanto mundial como nacionalmente. ONUSIDA insta a los Gobiernos y a las autoridades sanitarias de todo el mundo a que no se retrasen a la hora de poner en marcha programas de educación pública para todos los ciudadanos con relación a las medidas prácticas que deberían tomarse para reducir la transmisión y la expansión del virus a nivel local.

Es fundamental lanzar un enfoque centrado en las personas. Todo el mundo ha de tener derecho a la salud. Es nuestra mejor defensa contra la epidemia mundial.

Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA

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Derechos humanos

La prestación de servicios para el VIH dirigidos a grupos marginados en Papua Nueva Guinea

11 de marzo de 2020

Papua Nueva Guinea cuenta con aproximadamente 45 000 personas que viven con el VIH. Los grupos marginados son los más afectados; entre ellos se encuentran las trabajadoras sexuales y otras mujeres que intercambian sexo por dinero, bienes y protección, mujeres transgénero, hombres homosexuales y otros hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres. Sin embargo, solo se ha comprobado el estado serológico de menos de la mitad de las personas que pertenecen a estos grupos vulnerables.

En noviembre de 2018, ONUSIDA, el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria y otros asociados adoptaron un programa de divulgación en la capital del país, Puerto Moresby, para intentar reducir el impacto del VIH entre esos grupos de población. El programa consistía en el mapeo de la epidemia de VIH y en la extensión de su tratamiento y de los servicios de prevención. Bajo el proyecto, se crearon numerosos equipos de divulgación con el fin de fomentar y aumentar la aceptación de los servicios de pruebas y prevención, además de, si fuera necesario, acercar a la gente la prevención del VIH y los servicios de atención.

En abril de 2019, los equipos de divulgación habían contactado con 5000 personas y habían realizado las pruebas del VIH a 3000 de ellas, a las que ofrecían información y apoyo para que entendieran los resultados.

«Me gustaría que fuéramos a sitios nuevos en los que nunca se hayan ofrecido pruebas del VIH», afirma uno de los miembros de los equipos. «Mi motivación es conocer a las chicas jóvenes y cuidarlas asegurándome de que toman su medicación».

A veces los agentes de divulgación sufren acoso mientras llevan a cabo su trabajo, por lo que se cambian los uniformes y visten ropa de calle, para que la gente se sienta cómoda hablando con ellos.  Pese a esto, encuentran su trabajo sumamente gratificante.

«He perdido amigos por el VIH, lo que me motiva a seguir con mi trabajo», afirma otro de los agentes. «No querer perder a nadie más por esta enfermedad me hace trabajar más duro».

Al frente de los equipos de divulgación están miembros de grupos marginados, una parte esencial para establecer la confianza de la comunidad y el compromiso. Asimismo, estos responsables ofrecen formación, apoyo y consejo a los trabajadores en el día a día, con el objetivo de asegurarse de que las actividades que desempeñan son lo más eficaces posible.

De esta manera, el proyecto de divulgación está salvando vidas. Otro agente recuerda su trabajo con una persona transgénero, a la que convenció de que empezara el tratamiento tras dar positivo en las pruebas del VIH. 

«Me dijo que como era transgénero, solo hablaría con un amigo y que, cuando me vio, supo que era su amigo». Más tarde, trajo a su pareja para que se realizara las pruebas».

«Esto es un ejemplo de lo que se puede conseguir cuando confiamos en los servicios y en los programas para el VIH dirigidos por la comunidad», declaró Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA, en una conversación con los agentes de divulgación durante su visita a Papua Nueva Guinea con la vicesecretaria general de ONUSIDA, Amina Mohammed. «Estos agentes son héroes y heroínas que salvan vidas».

Además, el proyecto de divulgación es rentable económicamente y se prevé que ahorrará cientos de miles de dólares en los próximos dos años.

Mensaje de la Directora Ejecutiva de ONUSIDA en el Día de la Cero Discriminación y el Día Internacional de la Mujer

01 de marzo de 2020

Como Directora Ejecutiva de ONUSIDA, lidero la gran labor que realizan las Naciones Unidas para poner fin al sida. Al mismo tiempo, soy también alguien que ha perdido a miembros de su familia como consecuencia del sida, por lo que vivo el sida de manera personal.

Tanto mi propia experiencia familiar como nuestra experiencia colectiva en las Naciones Unidas han puesto de manifiesto la misma enseñanza clave: la lucha para derrotar al sida es inseparable de la lucha por los derechos de las mujeres y de la lucha contra todas las formas de discriminación existentes.

Se puede vencer al sida, pero solo lo venceremos si acabamos con todas las injusticias económicas y sociales que lo perpetúan, y fomentamos la consecución de más innovaciones científicas para satisfacer las verdaderas necesidades de las mujeres y de las niñas que viven con el VIH y que son vulnerables a la infección.

En todo el mundo el sida continúa siendo la principal causa de muerte de las mujeres entre 15 y 49 años. Si queremos erradicar el sida para 2030, debemos acabar con la violencia de género, la desigualdad y la inseguridad, y garantizar que las mujeres y las niñas puedan acceder en igualdad al sistema educativo, la sanidad y el mercado laboral.

Tenemos que transformar nuestras sociedades para que no haya ciudadanos de segunda clase y para que se respeten los derechos humanos de todas las personas. No podremos ganarle la batalla al sida mientras las comunidades marginadas, incluyéndose aquí las lesbianas, los gais, los transgénero, las personas intersexuales, los consumidores de drogas inyectables y los trabajadores sexuales, vivan con miedo por la actuación del Estado o por la violencia y los abusos sancionados socialmente.

Para vencer al sida, hemos de acabar antes con todas las formas de discriminación.

Desde aquí quiero dar las gracias a todos esos grandes y valientes movimientos de justicia social, pues ellos son los verdaderos líderes de este trabajo.

Les felicito.

El feminismo, los derechos humanos y la cero discriminación son valores muy profundamente arraigados en todo el mundo: expresan nuestra humanidad, el reconocimiento de que yo soy porque tú eres. Y desempeñan un papel central en la lucha contra el sida.

Venzamos al sida. Es posible. Podemos hacerlo.

Winnie Byanyima

Directora Ejecutiva de ONUSIDA

ONUSIDA

El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) lidera e inspira al mundo para hacer realidad su meta global de cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el sida. ONUSIDA aúna los esfuerzos de 11 organizaciones de las Naciones Unidas (ACNUR, UNICEF, PMA, PNUD, UNFPA, UNODC, ONU Mujeres, OIT, UNESCO, OMS y Banco Mundial) y trabaja en estrecha colaboración con asociados mundiales y nacionales para poner fin a la epidemia de sida para el 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Obtenga más información en unaids.org y conecte con nosotros a través de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

Cero discriminación contra las mujeres y las niñas

Datos destacables ⁠— Cero discriminación relacionada con el VIH contra las mujeres y las niñas

Campaña

Mensaje de la Directora Ejecutiva de ONUSIDA en el Día de la Cero Discriminación y el Día Internacional de la Mujer

26 de febrero de 2020

Como Directora Ejecutiva de ONUSIDA, lidero la gran labor que realizan las Naciones Unidas para poner fin al sida. Al mismo tiempo, soy también alguien que ha perdido a miembros de su familia como consecuencia del sida, por lo que vivo el sida de manera personal.

Tanto mi propia experiencia familiar como nuestra experiencia colectiva en las Naciones Unidas han puesto de manifiesto la misma enseñanza clave: la lucha para derrotar al sida es inseparable de la lucha por los derechos de las mujeres y de la lucha contra todas las formas de discriminación existentes.

Se puede vencer al sida, pero solo lo venceremos si acabamos con todas las injusticias económicas y sociales que lo perpetúan, y fomentamos la consecución de más innovaciones científicas para satisfacer las verdaderas necesidades de las mujeres y de las niñas que viven con el VIH y que son vulnerables a la infección.

En todo el mundo el sida continúa siendo la principal causa de muerte de las mujeres entre 15 y 49 años. Si queremos erradicar el sida para 2030, debemos acabar con la violencia de género, la desigualdad y la inseguridad, y garantizar que las mujeres y las niñas puedan acceder en igualdad al sistema educativo, la sanidad y el mercado laboral.

Tenemos que transformar nuestras sociedades para que no haya ciudadanos de segunda clase y para que se respeten los derechos humanos de todas las personas. No podremos ganarle la batalla al sida mientras las comunidades marginadas, incluyéndose aquí las lesbianas, los gais, los transgénero, las personas intersexuales, los consumidores de drogas inyectables y los trabajadores sexuales, vivan con miedo por la actuación del Estado o por la violencia y los abusos sancionados socialmente.

Para vencer al sida, hemos de acabar antes con todas las formas de discriminación.

Desde aquí quiero dar las gracias a todos esos grandes y valientes movimientos de justicia social, pues ellos son los verdaderos líderes de este trabajo.

Les felicito.

El feminismo, los derechos humanos y la cero discriminación son valores muy profundamente arraigados en todo el mundo: expresan nuestra humanidad, el reconocimiento de que yo soy porque tú eres. Y desempeñan un papel central en la lucha contra el sida.

Venzamos al sida. Es posible. Podemos hacerlo.

Winnie Byanyima

Directora Ejecutiva de ONUSIDA

Cero discriminación contra las mujeres y las niñas

Datos destacables ⁠— Cero discriminación relacionada con el VIH contra las mujeres y las niñas

Campaña

La sanidad no debería ser un privilegio de los ricos. El derecho a la atención sanitaria nos pertenece a todos

20 de enero de 2020

Las brechas existentes en los fondos públicos destinados a la sanidad se pueden salvar eliminando la evasión fiscal y poniendo en marcha impuestos de manera progresiva. La sanidad y el desarrollo deben protegerse frente al creciente impacto generado por la deuda.

DAVOS/GINEBRA, 21 de enero de 2020—ONUSIDA insta a los Gobiernos a garantizar que el derecho a la sanidad sea una realidad para todos y defendida por todos, para lo que anima a priorizar las inversiones públicas en salud. Hoy en día al menos la mitad de la población mundial no puede acceder a los servicios de salud básicos. Cada dos minutos una mujer fallece al dar a luz. Entre las personas dejadas al margen están las mujeres, los adolescentes, las personas que viven con el VIH, los gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, los trabajadores  sexuales, las personas que se inyectan drogas, personas transgénero, migrantes, refugiados y las personas sin recursos.

«El derecho a la sanidad está eludiendo a personas sin recursos y la gente que está intentando salir de la pobreza se ve oprimida por los costes inaceptablemente elevados de la atención sanitaria. El 1 % que más riquezas acumula se beneficia de la ciencia más puntera, mientras que las personas sin recursos luchan por, al menos, poder recibir atención sanitaria», señala Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA.

Casi 100 millones de personas se ven abocadas a la pobreza extrema (definida como un presupuesto para subsistir de 1,9 dólares o menos al día), porque tienen que pagar por la atención sanitaria, y más de 930 millones de personas (alrededor de un 12 % de la población mundial) gastan, al menos, un 10 % de su presupuesto familiar en atención sanitaria. En muchos países, se niega la atención sanitaria a la gente o esta recibe una atención sanitaria de mala calidad, por no poder permitirse las cuotas de usuarios. El estigma y la discriminación niegan el derecho a la sanidad a las personas pobres y vulnerables, sobre todo a las mujeres.

Cada semana, aproximadamente 6000 chicas jóvenes se infectan por el VIH. En el África subsahariana, cuatro de cada cinco nuevas infecciones por el VIH entre adolescentes se producen entre chicas, y las enfermedades relacionadas con el sida suponen la mayor causa de mortalidad para las mujeres en edad reproductiva de la región. A pesar del enorme progreso alcanzado en cuanto a la reducción de las muertes relacionadas con el sida y las nuevas infecciones por el VIH, en 2018 hubo 1,7 millones de nuevas infecciones por el VIH y casi 15 millones de personas están todavía a la espera de recibir su tratamiento antirretroviral.

«La atención sanitaria públicamente financiada es el mayor igualador de la sociedad», apunta la Sra. Byanyima. «Cuando la inversión en la sanidad sufre recortes o resulta inadecuada, son las personas pobres y quienes viven al margen de la sociedad, sobre todo mujeres y chicas, las que primero pierden el derecho a la atención sanitaria y, además, son ellas las que han de soportar la carga de cuidar de sus familias».

El suministrar atención sanitaria para todos es una decisión política que demasiados Gobiernos aún no han tomado. Tailandia ha reducido las tasas de mortalidad de niños de menos de cinco años hasta 9,1 por cada 1000 nacimientos vivos, mientras que en los Estados Unidos de América dicha cifra se sitúa en 6,3 por cada 1000 nacimientos vivos. Sin embargo, el producto interior bruto per cápita de Tailandia es una décima parte del de Estados Unidos. Los tailandeses han progresado gracias a su sistema de salud financiado con fondos públicos, el cual permite que cada ciudadano tailandés tenga derecho a acceder a todos los servicios sanitarios básicos en cualquier etapa de su vida y hace que nadie quede atrás.

En Sudáfrica, en el año 2000, solo 90 millones de personas estaban recibiendo una terapia antirretroviral, pero en 2019 ya había más de cinco millones de personas en tratamiento para el VIH. El país sudafricano tiene ahora el programa de tratamiento del VIH de mayor envergadura del mundo. Países como Canadá, Francia, Kazajstán y Portugal tienen sólidos sistemas sanitarios públicos, aunque hay otros países ricos que carecen de ellos.

Las inversiones en sanidad en muchos países continúan siendo muy bajas en comparación con su producto interior bruto. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo calcula que los países en desarrollo pierden entre 150 mil millones  y 500 mil millones de dólares estadounidenses al año debido a la evasión en el pago de los impuestos corporativos y el trasvase de los beneficios por parte de las grandes empresas. Si este dinero perdido se invirtiera en sanidad, el gasto sanitario podría triplicarse en los países de bajos ingresos, y duplicarse en los de bajos y medianos ingresos. La carrera hacia el abismo en lo concerniente a los fraudes fiscales corporativos priva a los países en desarrollo de ingresos muy necesarios, a la vez que roba a la gente normal servicios sanitarios vitales para todas las personas. Los países de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental pierden en torno a 9,6 mil millones de dólares estadounidenses al año en numerosos incentivos fiscales.

«Es intolerable que las personas ricas y las grandes empresas estén evitando pagar impuestos, y que la gente normal esté pagando por ello con su precaria sanidad», enfatiza la Sra. Byanyima. «Las grandes empresas tienen que pagar su parte justa de la carga fiscal, proteger los derechos de los empleados, pagar lo mismo por igual trabajo y garantizar unas condiciones profesionales seguras para todos, sobre todo para las mujeres».

La deuda supone una enorme amenaza para la economía, la salud y el desarrollo de África, puesto que lleva a grandes recortes en el gasto social para garantizar el pago de la deuda. Según el Fondo Monetario Internacional, hacia abril de 2019, la mitad de los países africanos de bajos ingresos estaban, bien en una situación de endeudamiento grave, bien  con un alto riesgo de estarlo. Aparte de los países de bajos ingresos, en Zambia se produjo una caída de un 27 % en las inversiones en atención sanitaria y un aumento en el servicio de la deuda de alrededor de un 790 % entre 2015 y 2018. En Kenia, la tendencia fue similar. Allí el servicio de la deuda aumentó en torno a un 176 % y las inversiones en sanidad  se redujeron aproximadamente un 9 % entre 2015 y 2018. «Existe la imperiosa necesidad de gestionar la deuda de tal manera que proteja la salud de la gente. Eso supone garantizar nuevos enfoques financieros en lo que respecta a inversiones sociales, el pago de la deuda (el cual se debe detener durante un tiempo si es necesario para permitir la recuperación económica) y la reestructuración de la deuda bajo un mecanismo coordinado, para proteger el gasto en VIH, salud y desarrollo», incide la Sra. Byanyima.

Un factor aún mayor que influye en el débil estado de la sanidad es el incumplimiento de los derechos humanos. A tenor de las cifras que maneja el Banco Mundial, más de mil millones de mujeres carecen de una protección legal contra la violencia de género, y alrededor de 1,4 mil millones de mujeres no cuentan con una protección legal que las mantenga a salvo de la violencia económica doméstica. En al menos 65 países, el mantener una relación sexual con una persona del mismo sexo constituye un delito. En los últimos años, en algunos países, las medidas represivas y las restricciones sobre las personas lesbianas, gais, bisexuales, los transgénero y los intersexuales han aumentado. El trabajo sexual se considera un hecho delictivo en 98 países. Hasta la fecha, 48 países y territorios aún mantienen algún tipo de restricción relacionada con el VIH para la entrada, la estancia y la residencia en el país. De acuerdo con un estudio reciente sobre políticas relacionadas con el trabajo sexual en 27 países, aquellos que descriminalizaron algunos aspectos del trabajo sexual tienen una prevalencia del VIH considerablemente más baja.

En 91 países, los adolescentes necesitan el consentimiento de sus padres para realizarse una prueba del VIH y en 77 países requieren el consentimiento paterno también para acceder a los servicios de salud sexual y reproductiva, lo cual crea barreras que impiden proteger  a las personas jóvenes de la infección del VIH. Una de las consecuencias derivadas de ello es que la tasa de incidencia del VIH entre las mujeres jóvenes y las chicas  en África oriental y meridional es el doble de la de sus homólogos masculinos.

«En la próxima década, podemos acabar con el sida como amenaza para la salud pública y lograr la cobertura sanitaria universal. Los Gobiernos han de gravar con justicia, ofrecer una atención sanitaria de calidad financiada con fondos públicos y garantizar la igualdad de género para todos. Es posible, podemos hacerlo», declara la Sra. Byanyima.

ONUSIDA está participando en muchos actos dentro de la Reunión Anual del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, con el fin de subrayar la necesidad de que los Gobiernos cumplan sus compromisos para hacer realidad la cobertura sanitaria universal y garantizar que nadie quede atrás.

ONUSIDA

El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) lidera e inspira al mundo para hacer realidad su meta global de cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el sida. ONUSIDA aúna los esfuerzos de 11 organizaciones de las Naciones Unidas (ACNUR, UNICEF, PMA, PNUD, UNFPA, UNODC, ONU Mujeres, OIT, UNESCO, OMS y Banco Mundial) y trabaja en estrecha colaboración con asociados mundiales y nacionales para poner fin a la epidemia de sida para el 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Obtenga más información en unaids.org y conecte con nosotros a través de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

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ONUSIDA para América Latina y el Caribe
Eduardo Batista
batistadevicentee@unaids.org

La Directora Ejecutiva de ONUSIDA insta a Uganda a ampliar su acción en el país

09 de enero de 2020

La nueva Directora Ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima, ha visitado su país de nacimiento, Uganda, durante un viaje oficial.

En su reunión con la ministra de la presidencia, Esther Mbayo, la Sra. Byanyima elogió los esfuerzos del presidente de Uganda, Yoweri Museveni, en la respuesta al VIH. Además, subrayó la brecha de financiación de siete mil millones de dólares estadounidenses en la respuesta mundial al sida, e insistió en que se debe hacer aún más en el país. «Hoy en día, Uganda tiene el 93 % de la respuesta al sida financiada externamente», señaló. «Son nuestros amigos los que nos están ayudando a seguir vivos, pero no podemos depender siempre de ellos».

Añadió, asimismo, que muchos países africanos, incluida Uganda, pronto se convertirán en economías de medianos ingresos y que, por tanto, recibirán menos ayuda internacional. A lo largo de todo el día insistió en el mismo mensaje dirigido al personal de las Naciones Unidas, a las partes interesadas y a los socios: es fundamental superar el estancamiento en lo referente a la financiación y hay que reducir el derroche financiero, las deficiencias y la corrupción.

La Sra. Byanyima puso también de manifiesto la necesidad de centrarse en las mujeres y en las niñas africanas. «Hemos de hacer más para corregir las desigualdades de género y acabar con la violencia de género», destacó.

En las regiones de África oriental y meridional, las chicas y las mujeres jóvenes tienen dos veces más probabilidades de contraer el VIH que los hombres. En Uganda, la prevalencia total del VIH se sitúa en el 5,7 % y el 34 % de las nuevas infecciones se producen entre las personas jóvenes de entre 15 y 24 años.

Subrayó también que Uganda no  debería renunciar a velar por los derechos humanos de nadie, y que, por tanto, debería abolir la actual ley que rige las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. Defendió que los gobiernos no deberían discriminar, al denunciar que los gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y los trabajadores sexuales fueran negados su acceso a la atención sanitaria.

Durante una reunión con la sociedad civil, la Sra. Byanyima animó a todas las personas a alzar la voz, exhortándolos: «Vosotros sois la voz de los ciudadanos y deberíais trasladar esa responsabilidad al Gobierno y a los demás».

Mensaje de la Directora Ejecutiva de ONUSIDA con motivo del Día de la Cobertura Sanitaria Universal

12 de diciembre de 2019

En este Día de la Cobertura Sanitaria Universal, alzo la voz en solidaridad con todas aquellas personas que carecen de acceso a los servicios sanitarios que precisan. Hoy, 10 000 de esas personas morirán. Cada dos minutos una mujer fallecerá dando a luz. Y cada segundo, tres personas serán empujadas a caer en la pobreza extrema por tener que sufragarse su atención sanitaria. Hoy en día quienes más necesitan la atención sanitaria son precisamente quienes menos posibilidades tienen de recibirla. Esto ha de cambiar, y debe hacerlo enseguida.

La cobertura sanitaria universal es un derecho humano de todas y cada una de las personas que habitan este planeta. Sin importar quiénes sean o dónde vivan, todo el mundo tiene derecho a recibir servicios sanitarios de calidad sin enfrentarse a la crudeza económica. Este no es sino un compromiso histórico adquirido por los Estados miembros de las Naciones Unidas en la declaración política firmada en la primera reunión de alto nivel sobre la cobertura sanitaria universal que se celebró el pasado mes de septiembre.

La cobertura sanitaria universal es clave en nuestro tiempo y en la respuesta al sida, porque los mejores resultados de salud se deben, en primer lugar y sobre todo, a abordar las injusticias. La demostración de que la cobertura sanitaria se torne verdaderamente universal estará tanto en una salud mejorada, como en la eliminación de una desigualdad inaceptable en cuanto a resultados sanitarios para la mayoría de las poblaciones marginadas. Llegará el día en que los padres no tendrán que escoger entre a qué hijo salvar porque el tratamiento tiene un coste demasiado caro.

Cada año 100 millones de personas son obligadas a caer en la pobreza extrema y 900 millones se enfrentan a una gravísima dificultad económica por tener que pagar de su bolsillo la atención médica. A pesar de todos los esfuerzos por reducir estas cifras, alarmantemente siguen en aumento. El incremento más rápido tiene lugar en África, donde dos tercios de los países todavía tienen que pagar tasas por utilizar cualquier nivel de atención. Y esto ha de cambiar. Las tasas de usuario atrapan a las personas, sobre todo a las mujeres y a los niños, en ciclos de pobreza, enfermedad e impotencia. Es una enorme injusticia obligar a las personas a escoger entre pagar por la comida, la educación o los servicios sanitarios que precisan. Constituye toda una violación de los derechos humanos el hecho de detener a los pacientes en los hospitales cuando no pueden permitirse abonar la factura. La cobertura sanitaria universal ha de levantar las barreras económicas que impiden el acceso a la atención sanitaria. Para garantizar el respeto a los derechos humanos y lograr salvar vidas, el acceso a una atención sanitaria de calidad debería estar disponible para todos.

Sin embargo, la cobertura sanitaria universal tiene también que ir más allá del sector sanitario, para lidiar asimismo con los determinantes sociales, económicos y estructurales de la salud, como son la pobreza, la falta de educación formal, la desigualdad de género y la violencia de género. Del mismo modo, debe asegurarse de que los grupos de población clave y vulnerables no queden excluidos del acceso a los servicios sanitarios debido a las barreras legales, al estigma y a la discriminación por ser quienes son.

La respuesta al sida nos ha enseñado que las organizaciones lideradas por las comunidades constituyen la parte central de cualquier sistema sanitario eficaz. Hace tan solo unos días celebramos el Día Mundial del Sida haciendo un llamamiento a todo el mundo para que en todos los rincones se reconozca que son las comunidades quienes marcan la diferencia. Si en la actualidad más de 24 millones de personas tienen acceso al tratamiento para el VIH, ello se debe primeramente y, ante todo, a la labor de todas esas comunidades que abogan por los servicios, los defienden, los acercan a las personas y hacen que los sistemas asuman su responsabilidad.

Para que la cobertura sanitaria universal consiga resultados de salud cuantificables, debe financiar e incluir los servicios liderados por la comunidad. Las comunidades necesitan estar en el centro, implicarse en cada paso de la gobernanza sanitaria, la planificación, la implementación, la monitorización, la comunicación y la investigación.

Haciendo mío el lema de este año del Día de la Cobertura Sanitaria Universal, «Cumplamos nuestra promesa», insto a todos los Gobiernos y comunidades a aprovechar y dar aún más fuerza al dinamismo generado por el compromiso en la declaración política, para trabajar juntos y avanzar hacia servicios sanitarios de calidad e iguales para todos, que lleguen a las personas más necesitadas y mejoren su bienestar. Esto será fundamental tanto para acabar con el sida como para logar los Objetivos de Desarrollo Sostenibles.

Winnie Byanyima

Directora Ejecutiva de ONUSIDA

Secretaria general adjunta de las Naciones Unidas

ONUSIDA

El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) lidera e inspira al mundo para hacer realidad su meta global de cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el sida. ONUSIDA aúna los esfuerzos de 11 organizaciones de las Naciones Unidas (ACNUR, UNICEF, PMA, PNUD, UNFPA, UNODC, ONU Mujeres, OIT, UNESCO, OMS y Banco Mundial) y trabaja en estrecha colaboración con asociados mundiales y nacionales para poner fin a la epidemia de sida para el 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Obtenga más información en unaids.org y conecte con nosotros a través de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

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La Directora Ejecutiva de ONUSIDA transmite una idea general de su visión a la Junta de ONUSIDA

13 de diciembre de 2019

GINEBRA, 13 de diciembre de 2019—Winnie Byanyima, en la primera reunión de la Junta Coordinadora del Programa de ONUSIDA (JCP) que se celebra desde su nombramiento como Directora Ejecutiva de ONUSIDA, ha señalado sus prioridades para 2020. Además de resaltar que «la respuesta global al VIH y el Programa Conjunto proporcionan uno de los mayores y más sólidos ejemplos del valor del multilateralismo y la solidaridad mundial», añadió que «el año 2020 nos brinda la gran oportunidad de reflexionar sobre una fórmula de trabajo todavía mejor para el Programa Conjunto».

La Directora Ejecutiva de ONUSIDA dijo que ONUSIDA seguiría avanzando en cuatro áreas: trabajará por las mujeres y las niñas en África; defenderá los derechos humanos de todas las personas; pondrá la ciencia, la innovación y la tecnología en manos de las personas, y financiará la respuesta global al sida.

La Sra. Byanyima puso de manifiesto el enorme progreso alcanzado en la respuesta al sida, pero dijo a los allí congregados que, a pesar de los grandes logros de varios países y regiones, el mundo en general no conseguirá alcanzar para finales de 2020 el objetivo de una reducción de un 75 % en el número de nuevas infecciones por el VIH. La 45.ª reunión de la Junta Coordinadora del Programa, la cual terminó ayer, subrayó la importancia que tiene el que los países aumenten sus inversiones en la prevención del VIH, e insistió en que no menos de una cuarta parte de la partida para el VIH se destina a los programas de prevención.

Durante la reunión, la Junta Coordinadora del Programa solicitó una revisión de la Estrategia de ONUSIDA para 2016-2021, así como su implementación y los resultados obtenidos. Los resultados de dicha revisión se someterán a un amplio proceso de consulta y se presentarán en la siguiente reunión de la Junta Coordinadora del Programa, en junio de 2020, como parte del desarrollo de la próxima estrategia de ONUSIDA.

«El proceso de desarrollo de esta estrategia futura se apoyará fundamentalmente en los datos y tendrá carácter consultivo. Se implicará en él a la plantilla de ONUSIDA; a nuestros copatrocinadores; a la sociedad civil; a las personas que viven con el VIH o que están afectadas por el virus; a la gente joven; a las instituciones de fe; a los ministros de salud, finanzas y cuestiones de género; y a los parlamentarios, a los científicos, a los donantes y al sector privado», apuntó la señora Byanyima. En su primera intervención ante la Junta Coordinadora del Programa, la Sra. Byanyima se refirió a los desafíos y las oportunidades que hay por delante en los menos de 13 meses que quedan hasta finales de 2020, fecha en que deberían alcanzarse, entre otros, un conjunto de objetivos referentes a la prevención y el tratamiento para el VIH.

Se refirió, asimismo, a los menos de 11 años que quedan hasta 2030, año en el que el mundo se ha comprometido a acabar con el VIH.

La Sra. Byanyima fue tajante al afirmar que su prioridad sería el mayor activo que tiene ONUSIDA, su plantilla. «Se ha hecho mucho, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Se ha de continuar trabajando para restaurar la confianza entre la plantilla y los socios externos, y para cambiar nuestra cultura, de manera que ONUSIDA nunca jamás vuelva a tolerar ningún tipo de abuso de poder, ya sea acoso, mala conducta sexual o bullying. De ahora en adelante, ONUSIDA anima a su personal a sentirse seguro y alzar la voz cuando sea necesario».

La Junta Coordinadora del Programa, tras la reciente revisión de la gestión y la administración en ONUSIDA llevada a cabo por la Unidad de Inspección Conjunta, recibió con gran agrado el compromiso de la Sra. Byanyima de establecer un apartado de la agenda anual de la JCP para cubrir cuestiones de auditorías internas y externas, ética y otros temas relacionados con la rendición de cuentas.

Como homenaje a Gunilla Carlsson, Directora Ejecutiva Adjunta de ONUSIDA, responsable de gestión y buen gobierno, quien se despedirá del Programa a principios de 2020, la Sra. Byanyima aprovechó la ocasión para agradecerle su buen trabajo llevando el timón de ONUSIDA tras su reciente crisis reputacional y facilitando la transición del liderazgo. Además de desearle mucha suerte para sus futuras hazañas profesionales, la Sra. Byanyima elogió la gran labor de la Sra. Carlsson, sobre todo por emprender reformas críticas respecto de la gestión y el buen gobierno, con el fin de garantizar la protección y prestar apoyo a los miembros del personal que fueron víctimas de acoso y abuso de autoridad. Tampoco pasó por alto el éxito logrado por la Sra. Carlsson al poner en marcha el Plan de acción sobre la igualdad de género y el Plan de acción sobre la gestión.

La delegación de organizaciones no gubernamentales de la JCP dio a conocer un informe sobre la cobertura sanitaria universal en el que se resaltaba el papel desempeñado por las comunidades como socios e interesados claves en el diseño y la puesta en marcha de la cobertura sanitaria universal. Por ello, la Junta Coordinadora del Programa pidió a ONUSIDA que continuara apoyando a los países para asegurar que siguieran vigentes los programas integrales del VIH y que estos estuvieran disponibles, o resultaran accesibles, dentro del programa de la cobertura sanitaria universal.

El último día de la reunión consistió en una sesión temática que duró todo el día y que se centró en cómo reducir el impacto del sida tanto en los niños como en los jóvenes. Durante dicho encuentro saltaron todas las alarmas al ver que se han enlentecido preocupantemente tanto el progreso alcanzado en cuanto a la eliminación de nuevas infecciones por el VIH entre los niños como el número de niños de entre 0 y 14 años que viven con el VIH y que han iniciado un tratamiento eficaz para combatir el virus. La

JCP participó en paneles en los que se puso de manifiesto la importancia del liderazgo de la juventud para dar forma a la respuesta al VIH hacia enfoques holísticos.

Representantes de los Estados miembros de las Naciones Unidas, organizaciones internacionales, sociedad civil y organizaciones no gubernamentales asistieron a la reunión de tres días, presidida por China, que tuvo a los Estados Unidos de América como vicepresidente y a Belarús como ponente.

Las decisiones de la JCP se encuentran disponibles en https://www.unaids.org/en/whoweare/pcb/45 (en inglés).

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El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) lidera e inspira al mundo para hacer realidad su meta global de cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el sida. ONUSIDA aúna los esfuerzos de 11 organizaciones de las Naciones Unidas (ACNUR, UNICEF, PMA, PNUD, UNFPA, UNODC, ONU Mujeres, OIT, UNESCO, OMS y Banco Mundial) y trabaja en estrecha colaboración con asociados mundiales y nacionales para poner fin a la epidemia de sida para el 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Obtenga más información en unaids.org y conecte con nosotros a través de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

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