Tuberculosis TB

Hablando de revolución

24 de marzo de 2020

No sorprende que el primer nombre de Birknesh Teferi signifique «revolución» en amhárico, la lengua que se habla en Etiopía. Irradia pasión y orgullo; es la viva imagen de la salud y del bienestar.

El camino que le ha llevado hasta este punto en su vida es sin duda revolucionario: una historia de resiliencia, esperanza y transformación. Ha vencido a la tuberculosis (TB), al cáncer de cuello de útero y vive con el VIH.

En 2003 a Teferi le diagnosticaron TB y VIH, en una época en la que en Etiopía la información sobre el VIH y sobre la salud sexual y reproductiva era escasa, y el estigma y la discriminación, altos.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), Etiopía es uno de los 48 países más afectados por la TB a escala mundial. En 2018, 165 000 personas enfermaron de TB, de las cuales 27 000 fallecieron. 2200 de estas muertes eran personas que vivían con el VIH.

Tras esperar los resultados durante 15 días, mientras los trabajadores sanitarios estaban de permiso, a Teferi le diagnosticaron el «positivo».

«Creí que eran buenas noticias. Abracé a la enfermera aliviada, justo antes de comunicarme que dar positivo en VIH significaba que tenía el virus», relató.

Teferi recibió el tratamiento recomendado por la OMS para la TB (el tratamiento directo observado, en inglés, DOTS), que curaba la TB, pero que no le ayudó a aceptar su estado seropositivo.

«Lo que siguió fue un período de dolor y de desesperanza... de esperar a la muerte», afirma recordando las secuelas de su diagnóstico.

Se considera a sí misma una «vagabunda». No reveló su estado serológico por la estigmatización y trabajó como profesional del sexo para llegar a fin de mes.

«Si el cliente traía condón, lo usábamos. Si no, no. Intenté usarlos, pero no tenía dinero para comprarlos. Así es cómo extendí una enfermedad de transmisión sexual».

Durante el tratamiento de la infección, a Teferi le diagnosticaron cáncer de cuello de útero y le derivaron de un centro de salud a otro, normalmente en distintas ciudades.

Finalmente, encontró a un médico «atento» y pudo operarse para tratar el cáncer. «Me dolía tanto que no podía sentarme. Me sentía abatida», recuerda.

Pero cuando comenzó el tratamiento contra el VIH en 2008, su vida empezó a cambiar poco a poco. Comenzó a cuidar más de sí misma. Insistió en usar condón con sus clientes.

Encontró un grupo de mujeres que vivían con el VIH de la Asociación Tilla de Mujeres Seropositivas en Awassa, Etiopía. La asociación se centra en el desarrollo de la capacidad y en la formación y el apoyo de las mujeres que viven con el VIH. Lidera un centro de bordado como actividad generadora de ingresos para las mujeres que viven con el VIH, donde Teferi trabaja ahora.

«Ahora ya no estoy a la deriva. La vida es mucho mejor. Si la gente siente que es posible vivir y trabajar, su vida puede cambiar», afirma.

Durante los ocho primeros meses de estancia en el centro, la directiva le asignó una voluntaria para ayudarla a recuperarse tras la operación. Por primera vez, obtuvo apoyo de otras mujeres que entendían qué significaba ser como ella.

Las mujeres y el centro me invitaron a ver una película sobre la vida con el VIH. «Aquella película me dio esperanza», afirmaba. «Comencé a informarme más sobre el VIH gracias a la directiva. Poco a poco me sentí aliviada, con mejores servicios médicos y Tilla me apoyó económica y emocionalmente».

Aunque Teferi está en tratamiento y se ha curado de TB, hay millones de personas en todo el mundo que aún carecen del acceso a la prevención y al tratamiento de ambas enfermedades. La tuberculosis continúa siendo la principal causa de muerte entre las personas que viven con el VIH.

En 2018 hubo 1,2 millones de muertes asociadas a la TB, 251 000 de las cuales fueron personas que vivían con el VIH. Esto significa una reducción del 60%, de las 620 000 en 2000. Entre 2000 y 2018, sólo el tratamiento de TB previno aproximadamente 48 millones de muertes en personas seronegativas; y el tratamiento de TB apoyado por la terapia antirretrovírica previno 10 millones de muertes adicionales. Sin embargo, el proceso es lento y necesita acelerarse para acabar con la TB a final de 2030, como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

«La TB puede curarse y prevenirse», afirmó Aeneas Chuma, Director del Equipo de apoyo regional de ONUSIDA para África oriental y meridional. «Es importante en este momento de la historia, en el contexto de la pandemia global del COVID-19, que nos aseguremos que las personas que viven con el VIH y con tuberculosis tengan un acceso ininterrumpido a los tratamientos de VIH y de TB. ONUSIDA está trabajando con gobiernos y comunidades asociadas para asegurar que nos adaptemos a un contexto sanitario que cambia rápidamente, con amabilidad, compasión y humanidad».

Nuestra acción

Tuberculosis y VIH

Enfoques innovadores y potenciados por las personas para poner fin a las muertes por tuberculosis

25 de marzo de 2020

Urge acercar a las comunidades programas efectivos y de calidad en materia de prevención, tratamiento y cuidado para la tuberculosis. Estos esfuerzos implican capacitar a las comunidades para que empiecen a utilizar servicios para la tuberculosis innovadores y basados en la comunidad, los cuales han demostrado tener un alto impacto y ser muy rentables.

Ha habido una movilización mundial sin precedentes para ayudar a los países a poner fin a la epidemia de la tuberculosis. Gracias a estos esfuerzos se logró que el tratamiento para la tuberculosis llegara a otros 7 millones de personas más en 2018, y desde el año 2010 también se ha conseguido reducir en un 52 % el número de muertes relacionadas con la tuberculosis entre las personas que viven con el VIH.

Se ha avanzado mucho hacia el objetivo que se fijó en la Reunión de alto nivel de las Naciones Unidas sobre la lucha contra la tuberculosis: conseguir que 6 millones de personas que viven con el VIH tengan acceso a los servicios de prevención de la tuberculosis para el año 2022. En 2018 1,8 millones de personas seropositivas iniciaron un tratamiento para la prevención de la tuberculosis, el cual reduce el riesgo de desarrollar tuberculosis activa.

Sin embargo, aún hay grandes cuestiones que resolver. Durante el año 2018, la tuberculosis se cobró 1,5 millones de vidas, entre ellas las de 251 000 personas que viven con el VIH, lo que representa un tercio de las 770 000 muertes de ese año relacionadas con el sida. En el mundo hay alrededor de 10 millones de personas con tuberculosis, y entre ellas un 9 % está coinfectado con el VIH. Aún estamos muy lejos de alcanzar el objetivo mundial de reducir las muertes por tuberculosis entre las personas que viven con el VIH en un 75 % para finales de 2020. Si bien en 2018 el número aproximado de nuevos casos de tuberculosis entre las personas que viven con el VIH era de 862 000 personas, solo el 56 % de todos ellos sabía que tenía tuberculosis. Menos de la mitad de las personas que viven con el VIH y que comenzaron con la terapia antirretrovírica en 2018 señaló haber empezado también un tratamiento preventivo para la tuberculosis.

Son cruciales, y se necesitan cada vez más, los enfoques centrados en las personas y basados en las comunidades que acercan cada vez más los servicios a quienes más los necesitan. Por ejemplo, como alternativa al tratamiento diario de seis meses de duración que se está poniendo en marcha en algunos países y que obliga a los pacientes a acudir a los centros de atención sanitaria para ser controlados por profesionales, el tratamiento directamente observado (DOT), muchos programas se están probando con tecnologías de adherencia digital.

El enfoque de la caja de medicación monitorizada consiste en que las medicinas del paciente deben estar una caja, y se envía a los centros sanitarios una señal cada vez que un paciente abre la caja para tomar sus medicinas para la tuberculosis. El método del vídeo DOT implica que los pacientes deben grabarse a sí mismos y enviar a diario a su centro sanitario un vídeo con una actualización de los medicamentos.

Estas tecnologías son fáciles de usar, reducen la cantidad de tiempo que las personas deben apartarse de sus actividades habituales y minimizan también los costes derivados del transporte diario a las clínicas. Dan autonomía a las personas y las capacitan para ocuparse de su tratamiento y su salud en casa, al tiempo que siguen muy supervisadas para garantizar así la adherencia al tratamiento. Gracias a estos avances, se facilita también el acceso a los grupos más vulnerables y se consigue reducir el estigma.

La prueba de lipoarabinomanano en orina de flujo lateral (LF-LAM) es un test rápido recomendado por la Organización Mundial de la Salud que permitirá un cambio radical a la hora de detectar la tuberculosis activa en personas que viven con el VIH. Gracias a esta técnica, la prueba se puede realizar a niños y adultos en instalaciones sanitarias y centros de la comunidad. Hasta la fecha, sin embargo, solo siete de 30 países con una gran carga están implementando los test LF-LAM.

Gracias a nuevas políticas y reducciones en el precio, cada día se encuentran también más disponibles tratamientos para la tuberculosis más breves, como la pauta de administrar rifapentina con isoniazida semanalmente durante tres meses. Se trata de terapias con menos efectos secundarios que los tratamientos largos y con las que aumentan las tasas de no abandono de la medicación. Las comunidades desempeñan un papel clave a la hora de apoyar a las personas que viven con el VIH a iniciar y terminar su tratamiento preventivo para la tuberculosis, supervisar los efectos secundarios y buscar ayuda en cuanto aparecen los primeros síntomas de tuberculosis.

«Especialmente en este momento que coincide con el brote de COVID-19, hemos de avanzar hacia modelos innovadores que permitan a las personas continuar sus cuidados en casa. Esto significa que hemos de velar por la calidad y apoyar el que las personas puedan acceder de manera virtual, por teléfono y en la comunidad. Implica modelos de prestación de servicios que reconozcan y respondan a las dificultades diarias presentes en las vidas de las personas y que pongan directamente en sus manos las herramientas para alcanzar el éxito. Capacitemos a las personas para estar conectadas, continuemos cuidándolas y velando por su acceso a apoyos adicionales, entre los que están las instalaciones, en los casos en que más importan», señala Shannon Hader, Directora Ejecutiva Adjunta del Programa de ONUSIDA.

Nuestra acción

Tuberculosis y VIH

Progreso en la lucha contra la tuberculosis, pero no lo suficiente

23 de marzo de 2020

La tuberculosis (TB) es la décima causa de muerte en todo el mundo, el principal agente infeccioso mortal y la principal causa de muerte entre las personas que viven con el VIH.

El lado positivo es que se puede prevenir y curar, y los países se han comprometido a acabar con ella para el año 2030. El conjunto de objetivos a los que se comprometieron en 2016 en la Declaración Política sobre el VIH y el sida se incluía una reducción del 75%, a partir de 2010, de las muertes por tuberculosis entre las personas que viven con el VIH para 2020.

La mala noticia es que, en 2018, 10 millones de personas enfermaron de tuberculosis en todo el mundo y 1,5 millones perdieron la vida a causa de esta enfermedad, incluidas 251 000 personas que vivían con el VIH. Si bien desde 2000 se ha reducido en un 60% el número de muertes por tuberculosis entre las personas que viven con el VIH, el mundo no va en camino de alcanzar la reducción del 75% para 2020.

Mientras se conmemora el Día Mundial de la Tuberculosis el 24 de marzo en medio de la pandemia de COVID-19, es fundamental recordar que necesitamos mantener los servicios para hacer frente a las epidemias de tuberculosis y a las coinfecciones de tuberculosis y VIH a nivel mundial. Todavía hay un déficit de financiación de 3300 millones de dólares estadounidenses anuales para la prevención y la atención de la tuberculosis.

También es oportuno recordar que los programas que ya están en marcha para combatir la tuberculosis y otras enfermedades infecciosas importantes pueden aprovecharse para que la respuesta al COVID-19 sea más rápida y eficaz. Sin embargo, la necesidad de una respuesta urgente a la tuberculosis, el VIH o el COVID-19 no debe significar que no se respeten los derechos humanos, la autonomía y la confidencialidad.

El papel de las comunidades y la resiliencia del sistema de salud continúan siendo vitales para garantizar enfoques innovadores, centrados en las personas, basados en la comunidad y dirigidos por ésta para la prestación de servicios. Entre éstos se incluyen modelos de prestación de servicios diferenciados, la salud digital y las herramientas innovadoras para diagnosticar la infección y habilitar a las personas que viven con la tuberculosis asociada al VIH para que puedan gestionar su tratamiento y atención. Las inversiones ya realizadas en sistemas de salud, incluidas las comunidades, marcarán una verdadera diferencia en la batalla contra el COVID-19. 

Global trends in the estimated number of deaths

Estimated number of deaths graph

Disminuyen las muertes por tuberculosis entre las personas con VIH, pero no lo suficiente

03 de junio de 2019

Aunque la tuberculosis (TB) se puede prevenir y curar, es la enfermedad infecciosa que más muertes genera en todo el mundo cobrándose alrededor de 4400 vidas al año. La tuberculosis continúa siendo la principal causa de muerte entre las personas con VIH suponiendo un tercio de las muertes relacionadas con el sida. Sin embargo, se ha progresado: las muertes relacionadas con la tuberculosis entre las personas con VIH alcanzaron su nivel más alto en 2005, cuando se llegó a los 600 000 casos. Desde entonces, se han reducido a la mitad hasta 300 000 en 2017.

En la Declaración política de las Naciones Unidas para poner fin al sida realizada en 2016, los países se comprometieron a reducir en un 75 % las muertes por tuberculosis de las personas con VIH para 2020. En 2017, cinco países de bajos o medianos ingresos lograron o superaron ese objetivo. Otros 18 países consiguieron que las muertes por tuberculosis entre las personas con VIH descendieran más de un 50 % y siguen en vías de cumplir el objetivo para finales de 2020, siempre que se mantenga la ampliación de los servicios. Por desgracia, los datos también nos dicen que la mayoría de países no van por buen camino y que las muertes están aumentando en algunas regiones y países.

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AIDSinfo

Sacar partido de la tecnología y la innovación para poner fin al sida y la tuberculosis

24 de mayo de 2019

Líderes del sector público y privado han solicitado modelos de inversión renovados para las nuevas tecnologías y una introducción más inteligente de las innovaciones en aras de poner fin al sida y la tuberculosis para 2030.

Dicho llamamiento fue expresado por los panelistas que participaban en un debate del Health Innovation Exchange, un evento de tres días organizado por ONUSIDA que tuvo lugar entre el 21 y el 23 de mayo, en los actos paralelos a la Asamblea Mundial de la Salud de Ginebra (Suiza).

En su intervención, Lucica Ditiu, directora ejecutiva de Stop TB Partnership, afirmó que para avanzar más rápido en la respuesta a las epidemias es crucial adoptar nuevos enfoques.

“No conseguiremos nuestros objetivos de acabar con el sida y la tuberculosis haciendo las cosas igual que siempre las hemos hecho hasta ahora”, aseguró. “El desarrollo de los productos debe abordarse con el paciente siempre en mente, y es necesario que trabajemos con los desarrolladores para ayudarles a reunir pruebas de que sus innovaciones funcionan, de modo que el tiempo entre la validación y la implementación se reduzca”.

Roland Göhde, presidente de la Asociación Alemana de la Salud, una alianza estratégica del Gobierno de Alemania y la Federación de Industrias Alemanas, declaró que existe una necesidad urgente de intensificar las sinergias a lo largo de la cadena de desarrollo e innovación. “El sector privado tiene que involucrarse de forma sistemática con otros sectores. Tenemos que agrupar y reunir los diferentes conocimientos especializados de los sectores implicados y acabar con la fragmentación”. 

El Sr. Göhde también incidió en la importancia de la formación sobre las nuevas tecnologías. Describió la forma en que la Asociación Alemana de la Salud ha facilitado la formación de los trabajadores en los laboratorios de Burkina Faso sobre las nuevas tecnologías relacionadas con la hematología, así como de los ingenieros biomédicos en Kenia y Senegal.

Desde el punto de vista financiero, Geeta Tharmaratnam, directora de Impacto para la sociedad de inversión LGT Impact, manifestó que las soluciones de inversión combinadas, con recursos públicos y privados, podrían servir para desbloquear el capital necesario para el desarrollo sostenible de la asistencia sanitaria.

Jenifer Healy, de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), recordó a los asistentes que, según los cálculos de la Organización Mundial de la Salud, alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con la salud tiene un coste inicial en 2017 de 134 000 millones de dólares anuales, que ascenderán a 371 000 millones de dólares para 2030.

“Aunque hemos hecho grandes avances en la salud mundial, entre los que se cuenta la reducción de los efectos del sida, en 2030, el déficit de financiación para las nuevas inversiones llegará a triplicarse”, declaró.

Jaak Peeters, director mundial de Salud Pública de Johnson & Johnson, también subrayó la importancia de respaldar los mejores recursos científicos posibles para la salud global, implementar más rápidamente las innovaciones en las buenas prácticas y apoyar plenamente la colaboración entre el sector público y privado.

Por su parte, Anthony Nsiah-Asare, director general del Servicio de Salud de Ghana, afirmó que para garantizar que la implementación de las innovaciones se produzca de forma que se suministren servicios más inteligentes, eficaces y de mejor calidad a las personas que más los necesitan, es necesario que haya compromiso político.

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Tuberculosis

Se lanza la Declaración de los Derechos de las Personas Afectadas por la Tuberculosis

16 de mayo de 2019

La tuberculosis (TB) es la enfermedad infecciosa que más fallecimientos provoca y, pese a que se puede prevenir y tiene cura, sigue siendo la primera causa de muerte entre las personas que viven con el VIH. En respuesta a la intolerable cantidad de enfermos y fallecidos que ocasiona, TB People, una nueva red de supervivientes de la tuberculosis y de comunidades afectadas, ha reunido la Declaración de los Derechos de las Personas Afectadas por la Tuberculosis con el apoyo de destacados abogados especialistas en derechos humanos y la asociación Stop TB Partnership.

La declaración, que se hizo pública el 14 de mayo en Global Health Campus (en Ginebra, Suiza), servirá de guía a los países para la implementación de los compromisos suscritos en la Reunión de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre la Tuberculosis de 2018 y será el tema que tratará la junta del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria (Fondo Mundial) en su último encuentro antes de la reunión de reabastecimiento que se celebrará en octubre en Lyon (Francia).

“Hemos enterrado a demasiadas personas que podrían seguir vivas si se hubieran protegido sus derechos”, afirmaba Maurine Murenga, representante comunitaria en la junta del Fondo Mundial. “Demasiados niños han sobrevivido y se han curado de la tuberculosis solo para verse obligados a sentarse aislados en un sitio aparte de sus compañeros de clase”, añadía.

La falta de protección de los derechos humanos aumenta la vulnerabilidad de las personas ante el desarrollo de la tuberculosis, dificulta su acceso a un tratamiento eficaz y las expone al estigma y la discriminación por el mero hecho de tener la enfermedad. Entre las violaciones de los derechos humanos relacionadas con la tuberculosis se incluyen no diagnosticar o proporcionar el tratamiento adecuado, la limitación del acceso de las personas que viven con tuberculosis a la información sanitaria o el encadenamiento de los reclusos que reciben tratamiento para la tuberculosis en un hospital.

Por primera vez, los derechos de las personas afectadas por la tuberculosis que se recogen en las leyes sobre los derechos humanos regionales y mundiales existentes se han reunido en una única declaración junto con una explicación de cuál es su relevancia para dichas personas. El objetivo de esta innovadora declaración es empoderar a las personas y comunidades afectadas por la tuberculosis, así como dotarlas de herramientas para reivindicar y proteger su derecho a una vida sin esta enfermedad y, cuando sea necesario, garantizar un acceso equitativo a unos servicios de prevención, diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis sin sufrir estigma ni discriminación.

“Las comunidades deben ser la prioridad de la respuesta a la tuberculosis”, aseguraba Shannon Hader, directora ejecutiva adjunta del Programa de ONUSIDA, y añadía que “Las personas tienen derecho a la ciencia y a tener capacidad para reclamar su acceso a los medicamentos, diagnósticos y vacunas más eficaces para la tuberculosis, tanto los que están disponibles a día de hoy como aquellos que estamos tratando de crear para el futuro”.

La declaración también persigue garantizar que los gobiernos y otros responsables de proporcionar los servicios tengan presentes sus compromisos y obligaciones en relación con la protección y fomento de los derechos de las personas afectadas por la tuberculosis.

Durante el lanzamiento de la declaración, numerosos supervivientes de la tuberculosis, activistas y colaboradores compartieron sus historias sobre cómo les habían afectado a ellos o a sus familias la enfermedad y la privación de sus derechos. Entre ellos se encontraba Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud, cuyo hermano casi pierde la vida a manos de la enfermedad a causa del miedo al estigma que la rodea.

Rhea Lobo, de TB People, describió su desgarradora experiencia como enferma de tuberculosis ósea. El informe de sus muestras óseas originales se traspapeló durante varios meses. Se negaron a facilitarle una copia de los resultados, por lo que no podía solicitar una segunda opinión, y se vio obligada a hacerse con ellos a escondidas para fotocopiarlos y devolverlos a su lugar. Su nuevo médico descubrió que había estado recibiendo una dosis incorrecta de tratamiento durante seis meses, lo que podría haberle ocasionado el desarrollo de tuberculosis resistente a los medicamentos.

La declaración se dedicó en memoria de Dean Lewis, un incansable activista por los derechos de las personas que viven con tuberculosis y las personas que consumen drogas, que había padecido diversos episodios de tuberculosis en sus propias carnes. Dean se encontraba entre el grupo principal que concibió y recopiló la declaración pero, debido a la carencia de los servicios sanitarios que necesitaba, falleció antes de que estuviera completa.

Los informes de ONUSIDA muestran un progreso desigual hacia el objetivo para 2020 de reducir en un 75 % las muertes por tuberculosis entre las personas que viven con el VIH

22 de marzo de 2019

Cinco países lo consiguieron tres años antes de la fecha límite fijada para 2020 y 18 más están en camino. Sin embargo, la mayor parte de los países se está quedando atrás y corre el riesgo de no conseguir plenamente este objetivo. ONUSIDA insta a los países a intensificar sus medidas.  

GINEBRA, 22 marzo 2019—Con motivo de la celebración del Día Mundial de la Tuberculosis, el 24 de marzo de 2019, ONUSIDA insta a los países a intensificar sus medidas para alcanzar el objetivo para 2020 de reducir en un 75 % las muertes por tuberculosis (TB) entre las personas que viven con el VIH, tal y como se indica en la Declaración Política sobre el VIH y el Sida de las Naciones Unidas en 2016. Las cálculos de la Organización Mundial de la Salud señalan que, a escala mundial, se han reducido las muertes por esta enfermedad en un 42 % desde 2010, de 520 000 a 300 000 en 2017.

Las estadísticas revelan que, en torno a 2017, cinco países de ingresos bajos o medios lograron o, incluso, superaron el objetivo de reducir en un 75 % las muertes por tuberculosis entre las personas que viven con el VIH tres años antes de lo previsto: India (84 %), Eritrea (83 %), Djibouti (78 %), Malawi (78 %) y Togo (75 %). Otros 18 países redujeron las muertes en más de un 50 % y están en camino de alcanzar la meta para finales de 2020, siempre que se sigan ampliando los servicios ofrecidos. Sin embargo, los datos también indican que la mayoría de los países no están bien encaminados y que la mortalidad sigue aumentando en algunas regiones.

«La tuberculosis debería ser un enfermedad del pasado,  ya que se lleva tratando y previniendo durante décadas. Los años en los que se ha descuidado en todo el mundo el derecho de las personas con pocos recursos a la atención sanitaria básica, a la alimentación y a la vivienda han propiciado que la tuberculosis se afiance», afirmó Michel Sidibé, Director Ejecutivo de ONUSIDA. «Sobre todo, las personas que viven con el VIH se encuentran en una situación de riesgo. Todavía hay posibilidades de que muchos países consigan este objetivo, pero tenemos que actuar ahora. Es el momento de acabar con la tuberculosis y el sida».

Alrededor de 40 países mostraron un aumento en el número de muertes por esta enfermedad en las personas que viven con el VIH entre 2010 y 2017. En Europa oriental y Asia central, las cifras crecieron un 22 % entre 2010 y 2017, ya que se registró un aumento en todos los países salvo en tres. En América Latina, este fue del 7 %. El estancamiento en algunos países es un claro indicio de que se requiere un mayor esfuerzo para abordar los principales desafíos, entre ellos la necesidad de equidad y de garantizar que los grupos vulnerables tengan acceso a servicios integrales para el VIH y la tuberculosis.

Para avanzar más rápidamente en la reducción de las muertes por tuberculosis entre las personas que viven con el VIH y alcanzar el objetivo para 2020, ONUSIDA insta a los países a que adopten plenamente los servicios relacionados y a que utilicen estrategias basadas en la comunidad para encontrar, diagnosticar y tratar nuevos casos. Los países deben realizar pruebas de detección de la tuberculosis a todas las personas seropositivas, así como todos los pacientes con tuberculosis han de someterse a las del VIH. También, es necesario mejorar la calidad del diagnóstico en ambos casos. En cuanto a la prevención, se están intensificando cada vez más los esfuerzos, especialmente en el caso de las personas con un riesgo elevado de infección. Además, todos los diagnosticados con TB y VIH necesitan acceso inmediato al tratamiento y apoyo para cumplir con las pautas de su tratamiento.

«Aunque el progreso es desigual, observamos que el objetivo es factible y que un gran número de países pueden conseguirlo si actúan con urgencia y utilizan estrategias de base comunitaria», afirmó Michel Sidibé. «No puedo dejar de insistir en la importancia de integrar los servicios para el VIH y la tuberculosis para que se pueda prevenir, examinar y tratar a las personas que sufren ambas enfermedades. Lo ideal sería que fuera en un lugar determinado, por el mismo trabajador sanitario y en el mismo día,  ya que es una estrategia que salva muchas vidas».

Cuando faltan menos de dos años para alcanzar el objetivo, ONUSIDA insta a todos los países a que intensifiquen sus medidas y a sus socios a que colaboren para garantizar que todas las personas afectadas por el VIH y la tuberculosis tienen acceso a servicios eficaces de prevención y tratamiento.

La tuberculosis es la principal enfermedad infecciosa en todo el mundo y se cobra 4400 vidas al día.  Continúa siendo la primera causa de muerte entre las personas que viven con el VIH, ya que una de cada tres muertes relacionadas con el sida se deben a esta enfermedad. En 2017, 1,6 millones de personas murieron de tuberculosis, entre ellas alrededor de 300 000 vivían con el VIH. 

ONUSIDA

El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) lidera e inspira al mundo para hacer realidad su meta global de cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el sida. ONUSIDA aúna los esfuerzos de 11 organizaciones de las Naciones Unidas (ACNUR, UNICEF, PMA, PNUD, UNFPA, UNODC, ONU Mujeres, OIT, UNESCO, OMS y Banco Mundial) y trabaja en estrecha colaboración con asociados mundiales y nacionales para poner fin a la epidemia de sida para el 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Obtenga más información en unaids.org y conecte con nosotros a través de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

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Tuberculosis and HIV — Progress towards the 2020 target

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Tuberculosis and HIV

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Timeline of HIV and TB

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Tuberculosis

Las organizaciones confesionales colaboran para poner fin al sida y la tuberculosis entre los niños y adolescentes

28 de septiembre de 2018

Las organizaciones confesionales llevan mucho tiempo desempeñado un papel fundamental en la respuesta a la tuberculosis. Basándose en décadas de trabajo en relación a la tuberculosis, muchos proveedores confesionales de servicios sanitarios han implementado respuestas eficaces a la tuberculosis y el VIH. A día de hoy, las organizaciones confesionales prestan servicios para la tuberculosis y el VIH efectivos y de alta calidad que complementan los programas sanitarios públicos de los países más afectados por ambas enfermedades.

Las respuestas a la tuberculosis y el VIH que alcanzan el éxito son aquellas que, además de los biosanitarios, abordan los determinantes sociales que favorecen su proliferación, como la pobreza, la desigualdad, las situaciones de crisis y conflicto, la violación de los derechos humanos y la criminalización. Los niños y adolescentes son especialmente vulnerables a la infección y los efectos de la tuberculosis y el VIH en sus familias. La confianza de que gozan las organizaciones confesionales en el núcleo de las comunidades les han permitido proporcionar servicios y asistencia con una cobertura fuera del alcance de muchos sistemas sanitarios públicos.

Para brindar la oportunidad de fortalecer aún más las relaciones existentes y posibilitar nuevas colaboraciones, el Consejo Mundial de Iglesias-Alianza Ecuménica de Acción Mundial, en colaboración con ONUSIDA, el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del Sida (PEPFAR) y el Grupo de Trabajo entre Organismos de las Naciones Unidas sobre Religión y Desarrollo llevaron a cabo un desayuno de oración interconfesional que se celebró en Nueva York (Estados Unidos) el 27 de septiembre, dentro de los actos paralelos a la 73ª Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Los ponentes inaugurales y las mesas redondas se centraron en los resultados de la Reunión de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre Tuberculosis que tuvo lugar el 26 de septiembre, y examinaron cómo puede respaldar las nuevas declaraciones suscritas por los Estados miembros durante la histórica reunión de alto nivel la extensa experiencia de las organizaciones confesionales en la respuesta a la tuberculosis y el VIH.

Entre los participantes se incluían líderes religiosos y proveedores de servicios sanitarios de diferentes confesiones. Algunos supervivientes a la tuberculosis multirresistente aportaron un elocuente toque de realidad y de urgencia a la conversación. Los participantes renovaron su llamamiento a los gobiernos nacionales para que no solo mantengan, sino que incrementen su apoyo para poner fin al sida y la tuberculosis como amenazas para la salud pública para 2030.

Citas

“Debemos agradecer que, cuando las cosas no van bien, los activistas nos llamen y nos pidan cuentas. Después de esta semana, me marcho sintiéndome agradecida de saber que cuando la comunidad religiosa y los gobiernos y donantes trabajan en equipo, podemos alcanzar nuestras metas. Hacéis que nos sintamos orgullosos”.

Deborah Birx coordinadora mundial de los Estados Unidos para el sida y representante especial para la Diplomacia Sanitaria Mundial

“Nos necesitamos los unos a los otros. Líderes religiosos, os rogamos que nos ayudéis a acabar con el estigma y la discriminación. Es inaceptable que 660 niños mueran cada día de tuberculosis. El 90% de los niños que fallecen en todo el mundo a causa de la tuberculosis no recibieron tratamiento, y tan solo el 50% de los niños que viven con el VIH está recibiéndolo. Lo más importante es que trabajemos juntos con compasión, amor, generosidad, empatía y bondad. Si lo hacemos, podremos cambiar el rumbo de las epidemias de VIH y tuberculosis”.

Michel Sidibé director ejecutivo de ONUSIDA

“Para muchos de nosotros este es un asunto muy real, y también personal. El abuelo de mi marido murió de tuberculosis cuando su padre era joven. Esperamos que este desayuno fortalezca los viejos lazos que nos unen y cree otros nuevos para luchar contra la tuberculosis y el VIH mediante acciones concretas que lleven a todos la esperanza y la vida”.

Mary Ann Swenson Consejo Mundial de Iglesias

“Pude ver en los rayos X un gran agujero en medio de mi pulmón, y pensé '¿por qué tengo yo que tener tuberculosis multirresistente?' Había dedicado mi vida a cuidar a los demás. Más tarde, tuve la suerte de participar en el estudio clínico del primer fármaco para la tuberculosis que se desarrollaba en 40 años. Me salvó la vida. Ahora puedo seguir hablando y sensibilizando para que otras muchas personas también vivan”.

Dalene von Delft superviviente a la tuberculosis multirresistente

“Sin la comunidad religiosa, nuestra respuesta a la tuberculosis y el sida no habría sido y no podrá ser la que se está desarrollando hoy en día, y ahora hay cinco acciones cruciales que debemos emprender juntos. Educar, sensibilizar y luchar contra el estigma. Seguir luchando por una asistencia centrada en el paciente. Dar voz a quienes no la tienen, especialmente a los niños. Reclamar recursos para poner fin a la tuberculosis y el VIH. Seguir presionando para que todos participen en el debate.

Eric Goosby enviado especial de la Secretaría General de las Naciones Unidas para la Tuberculosis

Es necesario ampliar la asistencia integral para la tuberculosis y el VIH

26 de septiembre de 2018

Diversos líderes mundiales se reunieron en la primera Reunión de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre la Tuberculosis que se celebró el 26 de septiembre. La reunión supuso un punto de inflexión para impulsar la adopción de compromisos políticos y para garantizar una respuesta coordinada y centrada en las personas para la tuberculosis y el VIH.

En la mañana previa a la apertura de la reunión de alto nivel, las comunidades afectadas, ministros de Salud, representantes de las Naciones Unidas, responsables de la implementación de los programas para la tuberculosis y el VIH y expertos técnicos se reunieron en un evento paralelo llamado Ninguna persona excluida: aumentar la asistencia integral y centrada en las personas para la tuberculosis y el VIH hasta la cobertura sanitaria universalEl evento brindó un espacio para analizar los retos, carencias y oportunidades actuales en la prestación de servicios a las personas y comunidades afectadas por la tuberculosis y el VIH, y la forma en que cada parte interesada dispone de una oportunidad única para comprometerse a incrementar los esfuerzos, superar los obstáculos y ampliar los programas y políticas cuya eficacia ha quedado demostrada.

En 2017, aproximadamente 10 millones de personas enfermaron de tuberculosis. La Organización Mundial de la Salud calcula que cerca de un cuarto de la población mundial presenta la infección de tuberculosis en su estado latente. La tuberculosis, responsable de alrededor de un tercio de las muertes asociadas al sida, es la principal causa de muerte entre las personas que viven con el VIH. Aunque la tasa de pruebas del VIH de los programas para la tuberculosis es, por norma general, muy alta, en los programas para el VIH apenas se están llevando a cabo labores de detección, prevención y tratamiento de la tuberculosis.

El panel de profesionales y personas afectadas por la tuberculosis y el VIH discutió qué elementos son necesarios para desarrollar un enfoque eficaz y persistente para la tuberculosis y el VIH para la prestación de servicios integrales de calidad en el contexto de una respuesta comunitaria sólida. Los ponentes hicieron un llamamiento para que la respuesta disponga de los fondos necesarios, se base en los derechos y tenga una firme relación con el programa de cobertura sanitaria universal y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Reiteraron la importancia fundamental de involucrar a los usuarios de los servicios sanitarios en la planificación e implementación de los mismos, y de conservar la confianza de las comunidades, que constituyen el núcleo entorno al cual se articula la prestación de servicios. Pidieron una ruptura con el modelo de “un paciente, dos clínicas” en el que hasta la fecha se había basado la asistencia para la tuberculosis y el VIH, y coincidieron en la importancia de que la asistencia se centre en las personas y en un entorno de financiación y una posición gubernamental que fomenten el acceso local y una programación conjunta.

Citas

“La tuberculosis no sabe de fronteras. La tuberculosis y el VIH han afectado y matado a millones de personas en todo el mundo. No podemos seguir manejando este asunto como hasta ahora. Hacemos un llamamiento a los gobiernos para que asuman su responsabilidad en la financiación de la respuesta. Los donantes y los gobiernos de los países tienen que dar un paso al frente”.

Carol Nawina Nyirenda DIRECTORA EJECUTIVA DE LA INICIATIVA COMUNITARIA CONTRA LA TUBERCULOSIS, EL VIH/SIDA, LA MALARIA Y LAS ENFERMEDADES RELACIONADAS

“La tuberculosis no plantea una simple dificultad técnica, sino un verdadero problema político. Es un problema de pobreza, de personas a las que no se les ha proporcionado información y a las que se ha excluido. Tenemos que aplicar las lecciones extraídas de la respuesta al sida en la respuesta a la tuberculosis. Si no adoptamos un enfoque integral, jamás podremos alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.

Michel Sidibé DIRECTOR EJECUTIVO DE ONUSIDA

“Hay que romper el molde de “un paciente, dos clínicas”. Tenemos que cambiar las clínicas para adaptarlas a los jóvenes, a los hombres y a las mujeres que no estén embarazadas. Tenemos que hacer que todas las personas acudan a las clínicas. No podemos limitarnos a las palabras, el paciente tiene que ser lo primero. Al salir de esta reunión, cada ministro de Salud debería hacer que sus equipos de tuberculosis y de VIH trabajasen juntos”.

Deborah Birx COORDINADORA MUNDIAL DE LOS ESTADOS UNIDOS PARA EL SIDA Y REPRESENTANTE ESPECIAL PARA LA DIPLOMACIA SANITARIA MUNDIAL

“¿Por qué están muriendo tantas personas que viven con el VIH a causa de la tuberculosis? Las personas más necesitadas son precisamente las que quedan excluidas. Necesitamos medicinas y herramientas de diagnóstico nuevas y mejoradas, nuevos modelos de prestación de servicios basados en las necesidades de las personas y de las comunidades y servicios integrales para la tuberculosis, el VIH y otros problemas de salud”.

Tedros Adhanom Ghebreyesus DIRECTOR GENERAL DE LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD

“Las personas que más tienen en juego son las que hacen uso de los servicios. Los gobiernos cometen un terrible error al ignorar esto. Hay que adaptar los sistemas a las necesidades cambiantes de las personas y establecer una asistencia sanitaria más integral y sostenible para las personas. Hay luz al final del túnel, pero este es un túnel muy largo”.

Eric Goosby ENVIADO ESPECIAL DE LA SECRETARÍA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA TUBERCULOSIS

Una oportunidad para poner fin a dos de las enfermedades infecciosas más letales del mundo: la tuberculosis y el VIH

26 de septiembre de 2018

La Organización Mundial de la Salud ha publicado recientemente su Informe global sobre la tuberculosis de 2018. Aunque muestra focos de progreso alentadores en la respuesta a la tuberculosis y el VIH en algunas áreas, presenta una imagen bastante sombría en cuanto a la perspectiva de acabar con esta doble epidemia para el 2030.

El VIH, identificado por primera vez a principios de los 80, es una epidemia relativamente reciente; la tuberculosis, sin embargo, lleva entre nosotros miles de años. Los arqueólogos piensan que la tuberculosis ya afectaba a los antiguos egipcios y que incluso el propio Tutankamón pudo padecerla.

A lo largo de los años, muchas personas famosas la han sufrido o han muerto a causa de esta enfermedad, como John Keats, Frédéric Chopin, Charlotte y Emily Brontë, Nelson Mandela y Franz Kafka, por nombrar tan solo algunas. A principios del siglo XX, los supuestos tratamientos para la tuberculosis incluían echar siestas reconstituyentes al aire libre durante todo el día en los sanatorios de las montañas suizas, duchas heladas y dietas compuestas por hasta 12 comidas al día y varios litros de leche y vino o, incluso, permanecer en establos, donde el calor y los gases del amoniaco de la orina de los animales actuaban como un supuesto bálsamo para la infección pulmonar.

Los tratamientos médicos eficaces no estuvieron disponibles hasta mediados de los 40, y han cambiado muy poco desde entonces. Los medicamentos actuales, pese a ser tóxicos y estar anticuados, son increíblemente efectivos y relativamente baratos. No obstante, resulta problemático identificar a las personas que necesitan tratamiento para la tuberculosis y garantizar que lo siguen, cosa especialmente urgente para las personas que viven con el VIH.

La Organización Mundial de la Salud calcula que en 2017 había alrededor de 10 millones de personas con la enfermedad activa, el 9% de las cuales eran además personas que viven con el VIH. De esos 10 millones de personas, aproximadamente 3,6 millones o, lo que es lo mismo, el 36%, no estaban identificadas; es decir, no habían sido diagnosticadas o debidamente tratadas. Entre las personas que viven con el VIH, la discrepancia es mucho mayor, ascendiendo hasta el 49%.

 

Para las personas que viven con el VIH y tienen tuberculosis las probabilidades de desarrollar tuberculosis activa son 20 veces más altas. Si no se trata, la tuberculosis puede acabar rápidamente con la vida de una persona que vive con el VIH.

Las pruebas para la detección de la tuberculosis se les realiza a menos del 60% de los pacientes con VIH, lo que impide que se trate y ocasiona muertes que podrían haberse evitado. La tuberculosis es la epidemia más mortífera a nivel mundial y es responsable de una de cada tres muertes asociadas al sida, lo que la convierte en la primera causa de muerte entre las personas que viven con el VIH. En 2017 murieron de tuberculosis alrededor de 1,6 millones de personas, incluidas 300 000 personas que vivían con el VIH.

Es posible avanzar significativamente mejorando la colaboración entre los programas para el VIH y para la tuberculosis en aras de identificar y tratar ambas enfermedades e incluyendo inversiones para el diagnóstico, la vacunación y los medicamentos, tanto los preventivos como aquellos utilizados en el tratamiento de la tuberculosis y de la tuberculosis multirresistente.

Sin embargo, es necesario un mayor compromiso, más inversiones y más medidas.

Se estimaba que para responder de forma a eficaz a la tuberculosis en 2018 en los 118 países de rentas bajas y medias en los que se dan el 97% de casos de todo el mundo serían necesarios 10 400 millones de dólares. La cifra con la que en realidad se ha contado en 2018 ha sido de 6900 millones, 3500 millones de dólares por debajo de lo necesario.

ONUSIDA calcula que para 2020 serán necesarios 26 200 millones de dólares para una respuesta eficaz al VIH. En 2017, en los países de rentas bajas y medias se contó con 21 300 millones, unos 5000 millones de dólares por debajo de lo necesario. El fin de las epidemias tan solo podrá llegar si se logra solventar la insuficiencia de los fondos.

Con 1700 millones de personas, es decir el 23% de la población mundial, infectadas con tuberculosis latente, y sin olvidar que entre el 5 y el 10% de ellas pueden acabar desarrollando la enfermedad activa, resulta evidente que el mundo debe tomar medidas urgentemente.

El 26 de septiembre, líderes de todo el mundo se reunirán en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York, en Estados Unidos, para la primera Reunión de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre la Tuberculosis. El protagonismo de la tuberculosis en este día señalado brinda al mundo la ocasión de establecer objetivos ambiciosos y factibles para poner fin a dos de las infecciones que más víctimas se cobran en el mundo: la tuberculosis y el VIH.

Aprovechar esta oportunidad no solo impediría la muerte de más de 6000 personas cada día a causa de la tuberculosis y el VIH, sino que también evitaría nuevas infecciones y haría que el mundo estuviera muchísimo más cerca de mejorar la salud global, reducir la pobreza y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

 

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