PLHIV

La brecha en las pruebas de detección de la tuberculosis entre las personas que viven con el VIH es cada vez más estrecha

15 de febrero de 2021

Los 38 millones de personas que vivían con el VIH en 2019 tenían 18 veces más riesgo de desarrollar tuberculosis que el resto de la población mundial. La tuberculosis continúa siendo la principal causa de muerte prematura entre las personas que viven con el VIH.

La expansión de la terapia antirretroviral, así como las mejoras logradas en el suministro integrado de los servicios para el VIH y la tuberculosis, han logrado reducir las muertes relacionadas con la tuberculosis entre las personas que viven con el VIH en torno a un 69 % en todo el mundo. De este modo, se ha pasado de 678 000 muertes en el año 2000 a 208 000 en 2019. Entre los 131 países que proporcionaron datos a ONUSIDA y a la Organización Mundial de la Salud en el año 2020, un 48,9 % de las 815 000 personas que se calcula que viven con el VIH (casos incidentes) recibió tratamiento tanto para el VIH como para la tuberculosis. 

Lo cierto es que se está estrechando la brecha en los métodos para la detección de la tuberculosis (es decir, la brecha entre el número de personas que viven con el VIH y que se estima que puedan tener tuberculosis, y el número de personas que viven con tuberculosis y han dado positivo en las pruebas del VIH. Sin embargo, los 456 426 casos de tuberculosis entre las personas que viven con el VIH que se notificaron en 2019  representan únicamente el 56 % del número aproximado de tuberculosis incidental entre las personas que vivían con el VIH ese año. Entre las personas que vivían con el VIH y fueron diagnosticadas de tuberculosis, un 88 % estaba siguiendo una terapia antirretroviral en el año 2019.

Número estimado en todo el mundo de casos de tuberculosis seropositivos incidentales, en comparación con el número mundial de nuevos casos de tuberculosis notificados o recaídas en la enfermedad que se sabe que van a ser seropositivos, y número mundial de pacientes con tuberculosis que iniciaron una terapia antirretroviral entre los años 2004 y 2019.

NUESTRA ACCIÓN

Tuberculosis y VIH

Las personas que viven con el VIH en Kirguistán han adquirido el derecho a adoptar

12 de febrero de 2021

A finales de enero de 2021, el Tribunal Constitucional de Kirguistán decidió sacar el VIH del listado de enfermedades que hacen imposible que las personas puedan adoptar niños, asumir su custodia o convertirse en padres de acogida. La barrera a la paternidad para las personas que viven con el VIH en el país ha estado vigente durante muchos años.

Así, el cambio (logrado gracias al esfuerzo conjunto de activistas, abogados y defensores de los derechos humanos, pero, sobre todo, de las personas que en primera persona sufrieron la discriminación y decidieron luchar por sus derechos) supone una gran victoria sobre el estigma y la discriminación hacia los ciudadanos que viven con el VIH en Kirguistán.

Baktygul Israilova, quien aparece arriba en la imagen y lidera la red nacional de mujeres que viven con el VIH, es una de las muchas personas afectadas. Hace varios años, quiso adoptar un niño. «En aquel momento apenas entendía del todo la profundidad del problema. Estaba convencida de que, si reunía la documentación necesaria y la enviaba al departamento correcto, me tendrían en cuenta y valorarían positivamente mi ofrecimiento», recuerda la Sra. Israilova. «Soy ya madre de dos niñas maravillosas. Tengo un trabajo estable, así en en ese momento, la verdad, pensé que tenía todo a mi favor».

Cuando se enteró de que no podía adoptar un niño por su estado serológico, se quedó completamente en shock. «Ya estoy más que acostumbrada al hecho de que las personas que viven con el VIH son objeto constante de discriminación, mas ¿por qué no pueden ser padres y darle todo su amor y regalar sus cuidados a un niño de un orfanato?», se preguntaba.

En aquel preciso momento, la Sra. Israilova empezaba su camino como activista del VIH. «Hasta ese momento siempre tenía miedo de algo; lo primero de todo, de mi estado serológico. Me preocupaban mis hijas. Me asustaba no encontrar un trabajo. Tenía miedo de que la gente no me entendiera. Me aterraba el hecho de no conseguir nada en la vida. Pero entonces me cansé de sentir miedo. Aquel fue todo un punto de inflexión en mi vida. Ahí fue cuando públicamente reconocí mi estado serológico positivo y me convertí en la primera mujer del país en vivir abiertamente con el VIH».

De acuerdo con los datos recogidos por el Comité Nacional de Estadística de Kirguistán, en el año 2019 había mas de 2000 niños y adolescentes menores de 18 años privados del cuidado parental. De ellos, 592 eran huérfanos.

En 2018, la Sra. Israilova conoció a Svetlana Izambayeva, arriba en la imagen, una activista de la Federación Rusa que vive con el VIH y que fue una de las primeras mujeres de la Federación Rusa en dar a conocer públicamente que vivía con el VIH. La Sra. Izambayeva disponía de una extensa y exitosa experiencia en la lucha por hacer realidad el derecho a adoptar en su país natal. Precisamente por eso, asesoró a las mujeres de Kirguistán en su lucha.

Un caso similar había sido llevado ya a los tribunales de Kirguistán. Una abogada local, Ainura Osmonalieva, y otros abogados del bufete legal Adilet estuvieron intentando ayudar a una mujer que vivía con el VIH a lograr la custodia de su sobrino tras el fallecimiento de su madre.

Las activistas aunaron esfuerzos y recursos, y estudiaron todo el marco legal existente, las obligaciones internacionales, las convenciones ratificadas y la Declaración política de las Naciones Unidas para acabar con el sida, la cual el país se había comprometido a implementar. El proceso duró dos años. Activistas de otros países, sobre todo de la Red euroasiática sobre el sida, la ayudaron a recabar todas las pruebas necesarias. Las activistas subrayaron ejemplos de cambios en la legislación en tres países de Europa del Este: la República de Moldova, la Federación Rusa y Ucrania. La Oficina regional de ONUSIDA en Kirguistán apoyó los esfuerzos de defensa de la Red nacional de mujeres que viven con el VIH en todas las etapas y brindó apoyo técnico para fortalecer su capacidad defensora y organizativa.

La Sra. Israilova dijo que, cuando tuvo que hablar y defender su postura ante los jueces del Tribunal Constitucional, estaba plenamente preparada para seguir adelante. «Aun cuando la resolución hubiera sido negativa, no nos habríamos rendido. Lo habríamos seguido intentando una y otra vez hasta lograr un resultado de acuerdo con el cual cualquier persona que viviera con el VIH pudiera adoptar o tener la custodia de un menor».

«En el momento en que obtuve una respuesta positiva, me fui corriendo a casa y le conté a mis hijas lo que habíamos conseguido. Llevan años soñando con tener un hermano, e incluso tienen escogido su nombre. Mis hijas son mi luz, ellas son quienes iluminan mi camino. He logrado muchísimas cosas en la vida gracias a tenerlas a ellas. Y ahora debo preparar todos los documentos que necesito para llenar de felicidad la vida de otro pequeño», señala la Sra. Israilova.

Fotografías: ONUSIDA, noviembre de 2019

VER: LA HISTORIA DE SVETLANA IZAMBAYEVA

VER: LA HISTORIA DE BAKTYGUL ISRAILOVA

«Quizás yo soy la afortunada»

03 de febrero de 2021

Una prueba del VIH espontánea que arrojó un resultado positivo cambió para siempre la vida de Martha Clara Nakato. Cuando la Srta. Nakato, quien vive en Uganda, descubrió que vivía con el VIH, tenía tan solo 14 años y jamás había mantenido relaciones sexuales.

«Yo solo fui a acompañar a mi hermano mellizo. Le iban a hacer la prueba y quise estar con él. Nunca imaginé que un simple test fuera a cambiar mi vida de esa forma y para siempre», admite mientras recuerda el estado de shock y la confusión que la invadieron al ver el resultado.

La prueba del VIH de su hermano salió negativa. 

Al poco tiempo, el padre de la Srta. Nakato le confesó que ella había nacido con el VIH. Es la única de ocho hermanos y hermanas que contrajo el virus de su madre. Perdió a su progenitora como consecuencia de una enfermedad relacionada con el sida cuando solo tenía 5 años. 

«No entiendo por qué me pasó. Quizá yo fui la afortunada, quizá aquello me sucedió a mí por algo. Al echar la vista atrás, ahora sé que la única manera de hallar tu propósito en la vida es pensando en aquello que mayor dolor te causó», señala la Srta. Nakato.

Martha ha transformado su dolor en una tremenda fuerza y actualmente trabaja como defensora de los derechos humanos y del VIH en la Red Ugandesa de Jóvenes que viven con el VIH/sida (UNYPA, por sus siglas en inglés). 

En el año 2019 fue reconocida como una de las cinco caras con nombre y apellidos del Fondo Mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria que lideró la sexta campaña de reposición de fondos de todo el mundo.

«Me dedico mucho al asesoramiento y las charlas motivacionales», explica la Srta. Nakato, quien pone como ejemplo su propio testimonio para demostrar de qué manera la adherencia al tratamiento del VIH puede ayudar a las personas que viven con el VIH a llevar una vida satisfactoria y plena. 

Gran parte de esa labor de Martha implica interactuar con los jóvenes en sus propias comunidades. Para ella lo mejor es, ante todo, un encuentro en persona para poder hablar. Como consecuencia del brote de la COVID-19, tuvo que replantearse de qué manera llegar a los grupos más jóvenes de la población respetando las medidas de distanciamiento social impuestas por la pandemia.

«La mayor parte de mi agenda consistía en encuentros cara a cara que tenían que dejar de celebrarse. Puesto que los jóvenes de las zonas rurales no tienen acceso a Internet y carecen de smartphones, realmente nos enfrentábamos a un desafío ingente», reconoce la Srta. Nakato.

Aun así, ella y su equipo se dieron cuenta de la enorme importancia de llegar a los más jóvenes a través de las las redes sociales, como Facebook, para hacer llegar su mensaje. 

ONUSIDA brinda apoyo técnico y económico a la cumbre de jóvenes y el concurso de belleza Y+, ambos eventos organizados por UNYPA. Precisamente el certamen de belleza consiste en coronar a un Míster y una Miss Y+, una excusa para animar a los jóvenes que viven con el VIH a juntarse, celebrar su belleza y abordar las cuestiones referentes al estigma y la discriminación relacionadas con el VIH.

Durante el brote de la COVID-19, ONUSIDA se aseguró de que las organizaciones basadas en la comunidad como UNYPA tuvieran acceso a plataformas nacionales (por ejemplo, el secretariado nacional para la COVID-19), de manera que las organizaciones pudieran iniciar un diálogo con el Gobierno para lograr ayudas de emergencia y programas de asistencia alimentaria mejores para brindar apoyo a las comunidades que más lo necesitan.

La Srta. Nakato nació en el año 1996, en un momento en el que el tratamiento para el VIH resultaba inaccesible en Uganda. Solo en ese año, 34 000 niños de entre 0 y 14 años contrajeron el VIH. 

Hoy en día, el 95 % de las mujeres que viven con el VIH en Uganda tienen acceso a los servicios para evitar la transmisión vertical (de madre a hijo) del VIH. De este modo, se observa una importante caída en la transmisión vertical y desde el año 2009 el país ha logrado una reducción de un 86 % en el número de infecciones por el VIH entre niños. 

«No quiero dar a luz a un niño que sea seropositivo ni ver a ninguna otra mujer joven que tenga que pasar por ello. En este momento tenemos todo lo que hace falta para evitar que esto suceda. La situación no es la misma que en el pasado, cuando nadie tenía la opción», insiste. 

Como la gran activista del sida que es, la Srta. Nakato tiene ambiciosos planes tanto para ella como para toda la sociedad, y su mayor deseo es conseguir un mundo sin sida. De este modo, destaca la importancia de adherirse al tratamiento para el VIH con el objeto de convertir ese sueño en realidad.

«Si hay algo que sé bien es que soy la prueba de que el tratamiento funciona. Soy la prueba de lo que de verdad es el amor propio», apunta. 

NUESTRA ACCIÓN

Recursos y financiación

ONUSIDA hace un llamado para la liberación de cinco trabajadores humanitarios detenidos en Venezuela

29 de enero de 2021

GINEBRA, 29 de enero de 2021 — El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) está profundamente preocupado por la detención, por parte de la policía militar, de los ciudadanos venezolanos y trabajadores humanitarios Johán León Reyes, Yordy Bermúdez, Layners Gutiérrez Díaz, Alejandro Gómez Di Maggio y Luis Ferrebuz; todos miembros de la organización no gubernamental Azul Positivo. Los cinco se encuentran detenidos desde el pasado 12 de enero de 2021.

“Hago un llamado a las autoridades venezolanas a que liberen de la custodia policial a los cinco trabajadores humanitarios que trabajan para la organización no gubernamental Azul Positivo y que devuelvan el equipo esencial incautado en el momento de su arresto”, dijo la Directora Ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima. “Una sociedad civil fortalecida y empoderada juega un papel central en la prestación de servicios a los más necesitados; y es fundamental para una efectiva respuesta al VIH y otros retos en materia de salud en Venezuela”.

Azul Positivo se estableció en 2004 para trabajar en la prevención del VIH en el estado de Zulia, en Venezuela. ONUSIDA ha apoyado el trabajo de Azul Positivo durante muchos años y ha sido testigo del impacto positivo de sus contribuciones en la comunidad.

ONUSIDA apoya firmemente el pleno empoderamiento y participación de las organizaciones de la sociedad civil en la respuesta al sida y el trabajo humanitario. Espera continuar trabajando con organizaciones de base comunitarias y de la sociedad civil de Venezuela, así como con las autoridades gubernamentales, para garantizar que todas las personas afectadas por el VIH tengan acceso a los servicios de prevención, tratamiento y apoyo social y que sus derechos humanos sean protegidos.

ONUSIDA

El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) lidera e inspira al mundo para hacer realidad su meta global de cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el sida. ONUSIDA aúna los esfuerzos de 11 organizaciones de las Naciones Unidas (ACNUR, UNICEF, PMA, PNUD, UNFPA, UNODC, ONU Mujeres, OIT, UNESCO, OMS y Banco Mundial) y trabaja en estrecha colaboración con asociados mundiales y nacionales para poner fin a la epidemia de sida para el 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Obtenga más información en unaids.org y conecte con nosotros a través de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

Contacto

UNAIDS Geneva
Michael Hollingdale
tel. +41 79 500 2119
hollingdalem@unaids.org

Nuestra acción

Respuestas comunitarias

Las actitudes discriminatorias hacia las personas que viven con el VIH están reduciéndose en algunas regiones y repuntando en otras

25 de enero de 2021

De entre los 151 países que comunican datos, 92 continúan criminalizando la exposición al VIH, su transmisión y la no revelación del estado serológico. Todo ello no supone sino graves violaciones de los derechos de las personas que viven con el VIH que, al mismo tiempo, frustran todos los esfuerzos realizados para controlar la epidemia del VIH. Estas leyes refuerzan el estigma y la discriminación de las personas que viven con el VIH y todas aquellas más vulnerables a contraer el virus. A la vez, ignoran y desoyen lo último que sabemos con relación a los daños y los riesgos relacionados con el VIH, ya que todas ellas ejercen un impacto muy negativo sobre la salud pública.

De acuerdo con los datos más recientes procedentes de encuestas a la población, si bien las actitudes discriminatorias hacia las personas que viven con el VIH no dejan de reducirse en algunas regiones, en otras, por el contrario, se está observando un repunte.  Por ejemplo, en África oriental y meridional, las actitudes discriminatorias se han visto reducidas a niveles históricamente bajos en algunos países. En otras partes, sin embargo, un porcentaje preocupantemente grande de adultos continúa demostrando actitudes discriminatorias hacia las personas que viven con el VIH. En 25 de 36 países con datos recientes respecto a un indicador compuesto que incluye dos tipos de actitudes discriminatorias, más del 50 % de las personas de entre 15 y 49 años reconoció haber adoptado algún tipo de actitud discriminatoria hacia las personas que viven con el VIH. 

Porcentaje de personas de entre 15 y 49 años que dan a conocer actitudes discriminatorias hacia las personas que viven con el VIH, países con datos disponibles, 2014-2019.

Datos únicamente con relación a mujeres de entre 15 y 49 años.

Fuente: Encuestas a la población, 2014-2019.

Nuestra acción

Datos

Un rayo de esperanza desde Tiraspol

06 de enero de 2021

La batalla de Nadezhda Kilar contra sus proveedores de servicios sanitarios empezó hace ya varios años. «No estoy para nada de acuerdo con la forma en que se presta en nuestra ciudad la atención obstétrica a las mujeres que viven con el VIH», destaca la Sra. Kilar. «Desde el momento de la admisión en el centro hasta el alta, hubo una constante violación de derechos».

La Sra. Kilar, quien vive en Tiraspol, en la República de Moldavia, lleva muchos años viviendo con el VIH. Sigue un tratamiento antirretroviral que ha logrado suprimir su carga viral hasta alcanzar niveles indetectables, pero durante el embarazo y el parto fue totalmente aislada. De hecho, estuvo en una sala de aislamiento, dio a luz en una sala de partos separada y, una vez que tuvo a su bebé en los  brazos, la trasladaron a una habitación con barrotes en las ventanas especial para mujeres que viven con el VIH.

«Todas las demás mujeres salían del paritorio por la puerta delantera, y allí las esperaban sus familiares con flores y un fotógrafo. En mi caso, me hicieron salir por la puerta de atrás, que es donde están todos los cubos de basura», recuerda.

Y la discriminación no terminó con ella. «Pese a que mi hijo no tiene el VIH, en el hospital de maternidad el niño estuvo solo en una habitación separada y especial en la que llegaron a colgar un cartel que decía: “Contacto VIH“. ¿Por qué un niño debe soportar un estigma así?», se lamenta la Sra. Kilar.

«Quiero que mi próximo hijo nazca en un hospital de maternidad normal. Y no me cabe ninguna duda de que así será. Para que el cambio se produzca aún es necesario hacer muchas cosas, pero lo más importante es que debo defender mis derechos», afirma convencida.

La relación entre la Sra. Kilar y su marido comenzó a romperse cuando él adoptó una actitud violenta contra ella. Durante un largo tiempo aguantó y no hizo nada al respecto, ya que justificaba la violencia de su esposo pensando que esta era la norma dominante en los matrimonios. «Mi padre solía pegar a mi madre. De hecho, en dos ocasiones yo misma acabé en el hospital como consecuencia de una paliza por parte de mi progenitor». Perdida y sin saber qué hacer, se fue sumiendo en una depresión cada vez más y más profunda. «Perdí las ganas de vivir», confiesa.

Sin embargo, poco a poco empezó a ver la luz. Algo fue cambiando. Cuando fue consciente de que sola  no podía lidiar con sus problemas económicos, la violencia de la que era objeto y su enorme depresión, siguiendo el consejo de una asesora de iguales de la clínica del VIH a la que asistía en Tiraspol y que conocía bien por lo que estaba pasando, decidió unirse al programa Women's Mentoring, junto con otras 20 mujeres que también vivían con el VIH y que procedían de distintas comunidades de la zona. El programa Women's Mentoring, un proyecto conjunto de ONU Mujeres y ONUSIDA apoyado por el Gobierno de Suecia, trabaja con asesores y mentores de iguales para ayudar a las mujeres que viven con el VIH a comprender e identificar sus problemas, conocer sus derechos y contar con apoyos para luchar contra la violencia y la discriminación.

«Entonces entendí que ya nada volvería a ser como antes. Me di cuenta de que no iba a volver a tolerar sus golpes», detalla la Sra. Kilar.

Desde el año 2019, la Sra. Kilar trabaja como vendedora y, además, ha sacado tiempo para ir a la universidad y estudiar para ser profesora. «Mi vida no es nada fácil. Apenas duermo por la noche, pero he ganado confianza, y hoy me siento capaz de solucionar los problemas por mí misma», expresa.

Iren Goryachaya, coordinadora de programas del programa Women's Mentoring, insiste en que el programa ofrece una amplia variedad de servicios. «No solo nos preocupamos de la problemática de la discriminación en una institución sanitaria y lideramos la lucha contra la violencia. Aquí vemos a la mujer como una persona a la que nos aproximamos desde diferentes perspectivas. En primer lugar, es muy importante ayudar a las mujeres a aceptar su estado serológico y superar el estigma que tienen contra ellas mismas. Sin ello, es imposible conseguir que los médicos o los hombres se acerquen a ellas de forma diferente».

«Habitualmente, las mujeres que viven en la República de Moldavia tienen un acceso insuficiente a información fiable respecto al VIH. En la actualidad, aún no son capaces de defender su derecho a mantener relaciones sexuales seguras. Dicha situación continúa agravándose como consecuencia de diversas formas de violencia, incluyéndose aquí la sexual, la mayor violación de los derechos de las mujeres y el comportamiento controlador de muchos hombres. Y todo ello no hace sino impedir que las mujeres tengan la oportunidad de defender su derecho a la salud», señaló Svetlana Plamadeala, representante de ONUSIDA para la República de Moldavia.

A día de hoy, la Sra. Kilar mira al futuro con seguridad y confianza. «Me siento una mujer libre. Hago lo que quiero. Mis hijos están creciendo en un ambiente seguro. No me preocupo por mi diagnóstico del VIH. Si decido tener otro hijo, daré a luz en un hospital normal y corriente».

Nuestra acción

Derechos humanos

Y+ Global crea un fondo COVID-19 para apoyar a los jóvenes que viven con el VIH

05 de enero de 2021

Las comunidades de personas que viven con el VIH han estado a la cabeza en la respuesta comunitaria a la pandemia de la COVID-19. Como parte de esa respuesta, la Red global de jóvenes que viven con el VIH (Y+ Global), con ayuda de ONUSIDA, ha creado el Fondo de ayuda social Y+ para jóvenes que viven con VIH.

El Fondo de ayuda social Y+ se pondrá a prueba en Nigeria y Malawi donde, con la ayuda de redes locales de jóvenes que viven con VIH, Y+ Global ofrecerá apoyo financiero a los jóvenes que viven con VIH y que se han visto afectados por las restricciones relacionadas con la COVID-19.

“Confinamientos, inestabilidad social e interrupción de los tratamientos durante la COVID-19 han aumentado las desigualdades ya existentes en las comunidades de jóvenes. Con ayudas como la del Fondo de ayuda social Y+, los jóvenes que viven con VIH podrán acceder a los productos básicos para vivir, lo cual aliviará parte de la carga que afecta a su salud mental,” afirmó Igor Kuchin, presidente del consejo del Y+ Global.

La COVID-19 y las restricciones asociadas han tenido un fuerte impacto negativo en las vidas de los jóvenes que viven con VIH. Desde un difícil acceso a los productos de higiene menstrual hasta un aumento de la necesidad de refugio por violencia de género, las adolescentes y mujeres jóvenes que viven con VIH se enfrentan a duras situaciones durante el confinamiento. En el informe del día mundial del sida en 2020, Prevailing against pandemics by putting people at the centre (Vencer las pandemias con las personas en el centro de la respuesta), 27 de 28 países observados han informado que las restricciones de la COVID-19 han repercutido en el inicio de la terapia antirretroviral para personas a las que se les acaba de diagnosticar el VIH.

“En el contexto de la pandemia de la COVID-19, comunidades de jóvenes que viven con el VIH están liderando una vez más las respuestas y brindando nuevos ejemplos de la solidaridad, la resiliencia y la innovación que han impulsado y acelerado la respuesta al VIH desde el comienzo de la pandemia del VIH”, informó Suki Beavers, directora de la división de Igualdad de Género, Derechos Humanos y Participación Comunitaria de ONUSIDA.

Se espera que aumente este aporte inicial para proveer asistencia financiera a los jóvenes más vulnerables que viven con el VIH de forma global. ONUSIDA está animando a otros socios y fundadores para apoyar el crecimiento del Fondo de ayuda social Y+ con el fin de asegurar que más jóvenes que viven con el VIH puedan acceder a la atención sanitaria y otros servicios durante la crisis de la COVID-19 y después.

Unirnos para abordar el coste de la desigualdad

15 de diciembre de 2020

«Mi negocio se ha visto afectado negativamente por el coronavirus. Antes de él, vendía al menos diez cartones de huevos a la semana. En el momento álgido de la pandemia, tenía suerte si podía vender dos», se lamentaba George Richard Mbogo, que vive con el VIH, tiene dos hijos y es dueño de un negocio de pollos, huevos y patatas fritas en Temeke, un distrito del sur de Dar es Salaam, República Unida de Tanzanía.

La crisis de la COVID-19 ha tenido repercusiones negativas en los medios de vida de las personas que viven con el VIH en la República Unida de Tanzanía, lo que ha exacerbado los retos a los que se enfrentan. Estos incluyen la prestación de servicios relacionados con el VIH y las cada vez mayores desigualdades sociales y económicas.

«El coronavirus ha sido una época muy complicada. He vivido con mucha preocupación y estrés. Conducir un boda boda (una motocicleta que sirve como taxi) requiere meterse entre multitudes y trabajar de cerca con personas. Ha sido difícil no caer en la ansiedad y la depresión al conciliar recibir el tratamiento contra el VIH y mi trabajo. Hubo momentos en los que pensé en dejar de tomar mi medicina, pero no lo hice», dijo Aziz Lai, un motociclista que también vive en Dar es Salaam. 

A pesar de que los más afectados por las pandemias simultáneas de VIH y COVID-19 están siendo los más pobres y los más vulnerables, mediante la movilización nacional de recursos, la crisis de COVID-19 ha creado una oportunidad para que los asociados se movilicen en apoyo a las comunidades a las que proveen servicios.

Los esfuerzos conjuntos por parte del gobierno, los asociados para el desarrollo —incluidos el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del Sida, USAID Y ONUSIDA—, el Consejo Nacional Tanzano de Personas que Viven con el VIH y el Sida (NACOPHA) y los activistas de la comunidad han desempeñado un papel clave a la hora de responder a la COVID-19, proporcionando información, servicios, protección social y esperanza a las personas que viven con el VIH durante estos tiempos difíciles sin precedentes.

Una de estas iniciativas es Hebu Tuyajenge, dirigida por NACOPHA y financiada por USAID, que se centra en aumentar la utilización de los servicios de pruebas del VIH, tratamiento y planificación familiar entre adolescentes y personas que viven con el VIH, fortaleciendo así los medios de acción de las organizaciones y las estructuras de la comunidad, y haciendo el entorno más propicio para la respuesta al VIH a través del empoderamiento de las personas que viven con el VIH.

Caroline Damiani es una madre soltera con tres hijos que vive con el VIH y se gana la vida criando pollos y patos. «Hebu Tuyajenge nos proporcionó equipo de protección personal, desinfectantes, jabón y cubos, así como educación acerca de la COVID-19 y cómo cuidarnos a nosotros mismos para mantenernos sanos durante la pandemia», explicó.

Mediante los servicios comunitarios que complementan la atención basada en los centros sanitarios, se ha conectado con las personas que viven con el VIH y se ha hecho que sigan recibiendo tratamiento durante la crisis a través de servicios para el VIH entre iguales cruciales.

Según Elizabeth Vicent Sangu, que lleva 26 años viviendo con el VIH, sus «cifras» hablan por sí solas.

«Durante mi seguimiento comunitario he llevado a 80 personas de vuelta a la clínica para hacerse un recuento de linfocitos CD4, inspirado a 240 personas a hacerse pruebas, denunciado 15 casos de violencia de género y proporcionado educación a 33 grupos, incluidos de jóvenes y congregaciones religiosas», explicó, rebosante de orgullo.

NACOPHA ayudó a la Sra. Sangu a aceptar su estado y la ayudó en su camino hacia su propio empoderamiento.

«Desde que me convertí en una promotora del tratamiento para Hebu Tuyajenge he recibido ayuda con la iniciativa empresarial y la educación acerca del VIH. Me he convertido en una profesora para otros. He vuelto valientes a otros a la hora de vivir con el VIH y realizarse pruebas», aseveró.

La asociación entre los promotores de la comunidad y los centros sanitarios ha tenido buenos resultados.

«Tanto nosotros como nuestros pacientes teníamos miedo en un principio, pero, gracias a la información y la educación, las cosas mejoraron. Nos centramos en proporcionar información cada hora y cada día a los pacientes acerca del coronavirus y nos aseguramos de que las personas practicaran un distanciamiento social seguro», afirmó Rose Mwamtobe, doctora del Centro de Atención Médica y Tratamiento Tambukareli, en Temeke.

«La COVID-19 nos está mostrando de nuevo el coste de la desigualdad, no solo en la República Unida de Tanzanía, sino a escala mundial. La salud mundial, incluyendo la respuesta al sida, esta interconectada con los derechos humanos, la igualdad de género, la protección social y el crecimiento económico», dijo Leopold Zekeng, director nacional de ONUSIDA en la República Unida de Tanzanía.

«La clave para acabar con el sida y la COVID-19 es que todos los asociados se unan, a nivel nacional y mundial, para asegurar que no dejamos atrás a nadie», añadió.

Nuestra acción

COVID-19 y VIH

Imágenes de cómo ONUSIDA está apoyando a la respuesta al VIH durante la COVID-19

03 de diciembre de 2020

Desde el principio de la pandemia, ONUSIDA ha estado ayudando a las personas que viven con el VIH o están afectadas por él a soportar las consecuencias de la COVID-19.

En enero y febrero, cuando la COVID-19 obligó a llevar a cabo un confinamiento en Wuhan (China), la Delegación Nacional de ONUSIDA en China empezó a recibir mensajes en redes sociales de personas que vivían con el VIH que expresaban su frustración y buscaban ayuda.

Un estudio sobre las personas que viven con el VIH en China diseñado y efectuado conjuntamente por ONUSIDA descubrió en febrero que el brote de COVID-19 estaba teniendo grandes repercusiones en las vidas de las personas que vivían con el VIH en el país: casi un tercio de ellas expresaron que, a causa de los confinamientos y las restricciones a la movilidad en algunos lugares en China, estaban en riesgo de que se les acabaran sus tratamientos contra el VIH en los siguientes días.

Los confinamientos también tuvieron como consecuencia que las personas que vivían con el VIH que se habían desplazado lejos de sus ciudades no pudieran volver a sus lugares de residencia y acceder a los servicios para el VIH, incluyendo los tratamientos, de sus proveedores de atención sanitaria habituales.

La Delegación Nacional de ONUSIDA en China trabajó con la alianza BaiHuaLin y otros asociados de la comunidad para llegar urgentemente a las personas en riesgo de quedarse sin medicinas, para asegurar que las consiguieran. Para finales de Marzo, las recogidas y entregas por correo de medicamentos para el VIH organizadas por ONUSIDA ya habían llegado a más de 6000 personas en Wuhan. ONUSIDA también donó equipos de protección individual a organizaciones de la sociedad civil que proporcionaban servicios a personas que vivían con el VIH, a hospitales y a otros para ayudar en las primeras fases del brote.

Pero la Delegación Nacional de ONUSIDA en China no solo ayudó a personas en su país. Liu Jie, la responsable de Movilización Comunitaria de la Delegación Nacional de ONUSIDA en China, se sorprendió al recibir una llamada de Polonia en marzo. «Un hombre chino se presentó y dijo que estaba atrapado y se iba a quedar sin medicina para el VIH en dos días», explicó.

Como las restricciones para viajar cerraban cada vez más países, el hombre no podía ni regresar a casa ni acceder a los medicamentos. Al no saber qué hacer, contactó con una organización comunitaria china y, a través de ella, con ONUSIDA, en Pekín. Tras una serie de llamadas, el Centro Nacional contra el Sida en Polonia hizo el resto: 24 horas más tarde, la Sra. Liu recibió una foto del mismo hombre que le había llamado en la que sujetaba una caja de medicina para el VIH.

El hombre atrapado en Polonia no fue el único ejemplo de la ayuda de ONUSIDA a conseguir el tratamiento a las personas que lo necesitaban. Para mayo, ONUSIDA ya había ayudado a cientos de personas atrapadas a obtener medicamentos para el VIH en países de todo el mundo.

Un día antes de cuando Deepak Sing (nombre ficticio) planeaba volver a la India, se detuvo toda la movilidad internacional y se quedó atrapado en Luanda, Angola. «Fui a más de diez farmacias y exploré las opciones de envío de medicamentos antirretrovirales desde la India hasta Angola, pero no tuve éxito», aseguró. El director nacional de ONUSIDA para Angola dirigió al Sr. Sing al Instituto Nacional de Lucha contra el Sida de Angola, que organizó una reunión telefónica con un médico, ya que una de las medicinas que tomaba el Sr. Sing no se utilizaba todavía en el país. El médico propuso un sustituto y, en menos de 24 horas, el Sr. Sing recogió su medicación.

En las fases tempranas de la pandemia de COVID-19, se observó que una forma de garantizar que las personas que vivían con el VIH pudieran seguir teniendo acceso a sus medicinas, y evitar el riesgo de transmisión del nuevo coronavirus, era asegurarse de que las personas que vivían con el VIH recibieran un suministro para varios meses de su tratamiento.

Uno de los primeros países en adoptar la dispensación multimensual fue Tailandia, que anunció a finales de marzo que iba a suministrar la terapia antirretroviral en dosis para entre tres y seis meses a los beneficiarios del Sistema de Seguridad Social. Tras la decisión, ONUSIDA trabajó estrechamente con el Ministerio de Salud Pública y otros asociados para abogar por que todos los seguros sanitarios adoptaran la misma política.

ONUSIDA ha apoyado a países de todo el mundo para garantizar que las personas que viven con el VIH tengan acceso a suministros de tratamiento contra el VIH para varios meses. Por ejemplo, en Senegal, en mayo, las debilidades en la cadena de suministro, incluyendo estimaciones inadecuadas de las necesidades de terapia antirretroviral en algunas clínicas y los suministros irregulares centralmente hicieron que no todas las personas que necesitaban tales suministros los recibieran. ONUSIDA respaldó al gobierno a la hora de realizar el seguimiento de los pedidos de medicamentos antirretrovirales y fortalecer la cadena de suministro.

Un grupo de modelización convocado por la Organización Mundial de la Salud y ONUSIDA estimó en mayo que, si no se hacían esfuerzos para mitigar y superar las interrupciones en los servicios y los suministros sanitarios durante la pandemia de COVID-19, una perturbación de los tratamientos antirretrovirales que durase seis meses podría provocar más de 500 000 fallecimientos adicionales por enfermedades relacionadas con el sida. Además, los avances en la prevención de la transmisión maternoinfantil del VIH podrían deshacerse, por lo que las nuevas infecciones por el VIH entre niños podrían aumentar en un 162 %.

Seguir las recomendaciones de distanciamiento físico e higiene para luchar contra el nuevo coronavirus resulta especialmente difícil para algunas comunidades. En abril, el Equipo de Apoyo Regional de ONUSIDA para África Oriental y Meridional y Reckitt Benckiser unieron sus fuerzas para distribuir más de 195 000 paquetes higiénicos entre personas que vivían con el VIH en la región de África oriental y meridional. Los paquetes estaban compuestos de suministros para tres meses del jabón antiséptico Dettol y del limpiador de superficies Jik. Fueron distribuidos en 19 países a través de las delegaciones nacionales de ONUSIDA y redes de personas que vivían con el VIH como parte de los esfuerzos enfocados en reducir la exposición al impacto de la COVID-19 entre personas que vivían con el VIH.

Kirguistán experimentó la declaración del estado de emergencia en algunas regiones en marzo, lo que resultó en una pérdida de ingresos para muchas personas. La Delegación Nacional de ONUSIDA en Kirguistán, con el apoyo de un programa de asistencia técnica ruso, organizó la entrega de paquetes de alimentos a las familias de personas que vivían con el VIH, junto con libros de colorear, rotuladores y acuarelas para los hijos de personas que vivían con el VIH, a fin de ayudarlos a sobrellevar el confinamiento. «Esperamos que esta pequeña ayuda permita de alguna manera que las personas que viven con el VIH sigan con el tratamiento», dijo la directora de ONUSIDA para Kirguistán en su momento.

La delegación nacional de ONUSIDA para Angola impulsó sus asociaciones para abastecer a miles de personas en Luanda con cestas de alimentos. ONUSIDA y sus asociados proporcionaron apoyo a las mujeres que se inyectan droga en campos y asentamientos en Dar es Salaam (República Unida de Tanzanía), a la vez que una asociación que incluía a ONUSIDA facilitó tanto transferencias de efectivo a familias vulnerables en Abiyán (Costa de Marfil), destinadas a garantizar la nutrición y la seguridad alimentaria, como botiquines sanitarios básicos.

Los miembros de grupos de población clave y las personas que viven con el VIH se han visto especialmente afectadas por la respuesta a la COVID-19. ONUSIDA ha apoyado los derechos de los hombres homosexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, las personas transgénero, los trabajadores sexuales, las personas que se inyectan drogas y los reclusos en el transcurso de la pandemia.

En abril, la Red Mundial de Proyectos de Trabajo Sexual y ONUSIDA hicieron un llamamiento a los países para que tomaran medidas críticas e inmediatas, a fin de proteger la salud y los derechos de los trabajadores sexuales durante la pandemia de COVID-19. ONUSIDA se embarcó en un proyecto con la Coalición para el Trabajo Sexual en el Caribe para ayudar a redes nacionales a abordar los conocimientos de los trabajadores sexuales, la prevención del VIH y las necesidades de apoyo social durante la pandemia. «Hay que incluir a los trabajadores sexuales en los sistemas nacionales de protección social y, además, muchos de ellos necesitan apoyo económico de emergencia», dijo el director de la Delegación Subregional de ONUSIDA del Caribe.

ONUSIDA Jamaica prestó apoyo económico para garantizar que Transwave, una organización en defensa de los derechos de las personas transgénero, tuviera equipos de protección individual y para proporcionar paquetes de atención. Asimismo, se aseguró de que los temas relacionados con la transexualidad estuviesen incluidos en la respuesta coordinada de la sociedad civil al VIH frente a la COVID-19 en el país. «La COVID-19 ha puesto de manifiesto lo vulnerables que son las personas cuando no tienen un acceso equitativo a oportunidades, justicia y atención sanitaria», dijo el asesor sobre movilización comunitaria de ONUSIDA. «Por eso es tan importante e inspirador que Transwave haya continuado con su labor principal durante todo este tiempo».

Desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, ONUSIDA ha reiterado el llamamiento a los gobiernos para que protejan los derechos humanos y eviten la violencia de género. En junio, ONUSIDA publicó un informe en el que destacaba seis acciones críticas para situar la igualdad de género en el centro de las respuestas a la COVID-19, mostrando cómo los gobiernos pueden hacer frente a las repercusiones discriminatorias y de género de la COVID-19.

«De la misma manera que el VIH ha puesto de manifiesto las desigualdades y las injusticias, la pandemia de COVID-19 ha centrado la atención sobre la discriminación contra la que luchan mujeres y niñas todos los días de su vida», dijo Winnie Byanyima, la directora ejecutiva de ONUSIDA, tras la publicación del informe.

En agosto, ONUSIDA instó a los gobiernos a proteger a los más vulnerables, especialmente a los grupos de población clave con mayor riesgo de infección por el VIH, en un informe que pretendía ayudar a los gobiernos a tomar medidas positivas a fin de responder a preocupaciones relativas a los derechos humanos en el contexto de evolución de la COVID-19.

El mes siguiente, ONUSIDA emitió un informe que muestra cómo los países que lidian con la COVID-19 están usando la experiencia y la infraestructura de la respuesta al sida para garantizar una respuesta más contundente a ambas pandemias.

En octubre, ONUSIDA publicó una serie de orientaciones para reducir el estigma y la discriminación durante las respuestas a la COVID-19. Apoyándose en 40 años de experiencia de la respuesta al sida, las orientaciones estaban basadas en las pruebas más recientes acerca de qué funciona para reducir el estigma y la discriminación relacionados con el VIH, aplicadas también a la COVID-19. Como en el caso de la epidemia del VIH, el estigma y la discriminación pueden debilitar de manera significativa la respuesta a la COVID-19. Las personas que han interiorizado el estigma o que anticipan actitudes estigmatizadoras son más propensas a evitar los servicios de atención sanitaria y menos propensas a realizarse pruebas o admitir que tienen síntomas, lo que oculta la pandemia.

Con vistas al futuro, ONUSIDA se sumó al llamamiento para conseguir una vacuna universal contra la COVID-19, una vacuna que sea asequible y esté disponible para todo el mundo.

Nuestra acción

COVID-19 y VIH

Seis medidas concretas de ayuda para mujeres y niñas en toda su diversidad en el contexto de la pandemia de COVID-19

Derechos en pandemia — Cuarentenas, derechos y aprendizajes del VIH en la respuesta temprana a la COVID-19

COVID-19 and HIV: 1 moment, 2 epidemics, 3 opportunities—how to seize the moment to learn, leverage and build a new way forward for everyone’s health and rights

Abordar el estigma y la discriminación en la respuesta a la COVID-19 - Aplicando los datos empíricos de lo que funciona sobre el estigma y la discriminación relacionado con el VIH en seis entornos a la respuesta de la COVID-19

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